Paradoja de la COP27: La élite viaja en más de 400 jets privados a la cumbre climática en Egipto

En el sitio Flightradar se podía observar la saturación del tráfico aéreo hacia Sharm El Sheik en el inicio de la cumbre

En el sitio Flightradar se podía observar la saturación del tráfico aéreo hacia Sharm El Sheik en el inicio de la cumbre

Credito: Web

14-11-22.-La ciudad-balneario de Sharm el Sheikh, una larga franja de tierra entre el desierto del Sinaí y la costa del mar Rojo es estos días centro de atención mundial por la celebración de la COP27, cumbre al más alto nivel de Naciones Unidas para debatir y poner remedio al cambio climático del planeta.

Abdel Fatah Al-Sisi, presidente de la República árabe de Egipto desde hace ocho años, llevaba mucho tiempo esperando estas semanas de noviembre para reivindicarse como gran líder regional con influencia internacional al ejercer de anfitrión del evento. Además de ensalzar su figura, como ya se hizo con la gran celebración de la ampliación del Canal de Suez pocos meses después de su llegada al poder, el antiguo comandante en jefe del Ejército egipcio tiene la fijación de dar la mejor imagen de su país a los ojos del mundo.

Como si se tratase de un mundial de futbol o unas olimpiadas, su gobierno ha invertido más de 600 millones de dólares (actualmente es una cantidad equivalente en euros) en adecentar el área que tendrán más a la vista los asistentes a la cumbre, está estrictamente vigilada, no solo en materia de seguridad, sino en evitar prácticamente cualquier tipo de protesta, ya no solo medioambiental sino también sobre la complicada situación del país. En el día a día se vive una crisis en temas como la distribución de alimentos, una economía no acaba de arrancar y la moneda local, la libra egipcia con sus piastras, sigue desplomada frente al dólar.

El mariscal de campo convertido en presidente del país es criticado por varios frentes. Los más beligerantes con él son los hermanos musulmanes, movimiento islamista convertido en su peor enemigo. El ultimo ataque ha sido revelar que se están gastando 500 millones de dólares en la compra y adecuación del nuevo avión presidencial, un B747-800, el modelo más grande de Boeing. Este sustituirá al Airbus A340 VIP comprado en la etapa de Hosni Mubarak en el poder. Vuele o no, el Airbus presidencial egipcio recibe los mimos del departamento técnico de Egyptair en el Cairo, donde permanentemente hay un motor de repuesto, expuesto con orgullo en la parte más visible de un hangar preparado para volar a donde sea necesario.

El nuevo aparato, mucho más grande y con dos puentes, como el Air Force One estadounidense, voló anteriormente para la alemana Lufthansa y aún le queda mucho potenciañ por delante, sobre todo tras las costosas modificaciones realizadas en Europa para cambiar su configuración de reactor de pasaje convencional a plataforma aérea VIP con todas las medidas de seguridad, comunicación y confort, unos trabajos que además de la compra del aparato, el gobierno egipcio ha rebajado a la mitad de lo que indican los hermanos musulmanes, que una y otra vez reivindican que son millones detraídos al pueblo.

Las críticas sobre nuevo aparato presidencial, que Al Sisi no ha podido estrenar estos días al estar en talleres de Irlanda rematándose, no son las únicas relacionadas con la aviación y el COP27. Y es que estos días el aeropuerto de Sharm El Sheik es un hervidero de aviones que vienen y van transportando a todos los participantes en el evento, pues la vía aérea es la única factible para llegar a ese rincón apartado de la península del Sinaí. Las aeronaves comerciales viajan llenas y tan solo para estos días la aerolínea estatal, Egyptair, ha programado un refuerzo de 250 vuelos entre la capital y la ciudad balnearia del mar rojo, según datos que maneja la consultora CAPA.

La compañía aérea, sin embargo, ha dado más importancia estos días al primer vuelo de su historia operado con SAF, el llamado combustible sostenible, aunque no ha corroborado el porcentaje de este que llevaba en sus depósitos. De haber sido el 100%, se indica que frente a los actuales este emite un 80% menos de gases de efecto invernadero, aunque esto solo ha sucedido en un vuelo directo entre Paris-Charles de Gaulle y Sharm el Sheik con un Boeing 787-900.

El resto de los aviones que han llegado en avalancha estos primeros días del COP27 llevaban el jet A1 habitual que alimentan los motores a reacción. Entre estos últimos, los aproximadamente 400 aviones privados o de estado que han aterrizado hasta ahora allí. Y es que, durante los dos primeros días de la cumbre, un centenar de jefes de estado o gobierno están presentes en las jornadas y luego vuelven a su país, dejando a sus delegaciones trabajando. El grueso de primeros ministros, presidentes o monarcas han tomado tierra en los aviones de estado de cada país y de no tenerlos, en jets privados alquilados a cuenta del erario. Ayer, en la ya famosa aplicación Flightradar 24 podían seguirse casi todos los vuelos que llegaban y salían del aeropuerto que está siendo el acceso al al COP27 y que en 1968 fue construido como base aérea por Israel, tras la guerra de los seis días, que acabó con la toma de ese territorio por 12 años.

Ahora son los aviones militares egipcios los que vigilan un espacio aéreo más lleno de lo normal: aviones de empresas patrocinadoras, de gobiernos y de compañías aéreas locales e internacionales van y vienen desde las dos pistas del aeropuerto, unos movimientos, sobre todo los de los jets VIP, que coinciden con un duro informe de Oxfam que indica que con sus aviones privados, los billonarios y quienes gobiernan el mundo emiten un millón de veces más gases de efecto invernadero que un ciudadano medio. Una evidencia que contrasta con lo que sucede en Egipto: quienes llegan a buscar y hablar de soluciones para la crisis climática mundial, llegan en sus propios aviones VIP.

Una excepción entre estos lideres mundiales es John Kerry, enviado especial de los Estados Unidos para el clima. Con la renuncia de Joe Biden a viajar a Egipto, el antiguo secretario de estado con Barack Obama ostenta el mayor rango estadounidense en la cumbre. Este ha renunciado a usar aviones VIP de la fuerza aérea y ha optado por llegar en vuelo comercial desde Emiratos Árabes, segunda escala de un viaje internacional que también le llevó a Reino Unido.

Este viaje de Kerry en líneas aéreas comerciales es en parte una limpieza de imagen respecto a otro que realizó a Islandia para recibir el premio Círculo Ártico por presidir las negociaciones del Acuerdo Climático de París. Entonces sorprendió por aterrizar en Reikiavik a bordo del jet privado de la familia: un Gulfstream G-IV de alcance intercontinental. Preguntado por la prensa islandesa sobre el uso del jet para llegar prácticamente solo, Kerry respondió que volar en Gulfstream era "la única opción para alguien como yo que viaja por el mundo para ganar esta batalla". Esta vez, volando en línea regular, Kerry evitó volver a usar ese argumento.

En la ultima década, con el paréntesis del periodo 2020-2021, el trafico aéreo mundial no ha dejado de crecer una media de un 5% anual y según el Consejo Internacional para el Transporte Limpio, la aviación comercial es la responsable del 2,4% de las emisiones de CO2 debido a los combustibles fósiles, aunque nominalmente esta contaminación se dispara cuando se trata de aviones privados o vip que llevan muy pocos viajeros y emiten igualmente CO2.

En los últimos tiempos compañías aéreas y fabricantes se esfuerzan y publicitan acciones para reducir su huella de carbono: nuevos motores, combustibles de transición y nuevas maneras de volar, aunque en Sharm el Sheik, para llegar a la cumbre en que tendrían que tomarse decisiones de calado parece existir una doble moral: buenas intenciones sobre el papel y escasas acciones sobre el terreno y el cielo

Viendo lo que sucede aeronáuticamente en Egipto estos días, es inevitable recordar una anécdota similar de tiempos de Nixon. En 1973, el medioambiente no era lo prioritario, aunque si preocupaba la escasez de combustible por la crisis petrolera de aquel año. Para dar ejemplo, el equipo de Richard Milhous Nixon, 37º presidente de EE.UU., decidió dar un ejemplo a sus compatriotas durante la crisis energética. Tras pasar las navidades en Washington, el 26 de diciembre de aquel año, el presidente y su familia, junto a un pequeño equipo de seguridad, tomaron un Douglas DC-10 de United Airlines desde la capital del país a Los Ángeles.

Se reservó toda el área de clase ejecutiva del avión y la presencia del grupo a bordo se mantuvo en secreto hasta que el avión llegó a California y abandonaron el aeropuerto, para ser luego publicitada por el departamento de comunicación. Nixon fue el primer y único presidente de EE.UU. que durante su mandato viajó en vuelo regular, aunque objetivamente fue muy cuestionable, pues días después el Boeing 707 que ejercía entonces de Air Force One salió de Washington en vacío para recoger al grupo en California y regresar a la Casa Blanca en el Boeing y en helicóptero.

Por otro lado, Emma Priestland, coordinadora de Break Free From Plastic, una alianza mundial de organizaciones e individuos, le dijo a The Guardian que "el patrocinio de la COP27 por parte de Coca-Cola es puro 'lavado de cara'".

Un dato clave es que Coca-Cola produce 120.000 millones de botellas de plástico de un solo uso al año, y el 99% de los plásticos que utiliza se fabrican con combustibles fósiles, lo que agrava la crisis del plástico y del clima.




*Con información de La Vanguardia.com, Twitter y Web


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