Chernóbil, 25 Años

Se cumple un cuarto de siglo de aquel 26 de abril del 1986 cuando ocurrió la tragedia de Chernobyl en Ucrania, país que para la época formaba parte del eje socialista de la URSS. Más que revisar los aspectos técnicos de esta tragedia, creemos fundamental revisar el modelo técnico-productivo de la sociedad soviética, ya que hasta ahora no se ha podido plantear, ante el referido modelo, una propuesta productiva y científico tecnológica, ya que el soporte gerencial de este modelo sigue siendo el autocrático, donde los expertos solamente saben y el resto de la humanidad debe respetar y seguir esas orientaciones. Japón, en el presente, es un ejemplo catastrófico de estas perversiones planetarias para la humanidad.  

Cuando revisamos las propuestas para la Ciencia, por parte de la Academia tradicional, seguimos en el modelo basado en la División Social del Trabajo, en el cual una élite piensa y planifica, y las mayorías tanto trabajadoras como consumidoras de esa producción, somos grupos inertes de subordinación a sus orientaciones. Esta discusión de alta relevancia para la sobrevivencia humana sigue dándose con estilo conspirativo, particularmente en los círculos académicos, por cuanto la orientación de dominación por élites ante las mayorías, en todas las experiencias políticas de gestión de la humanidad, han sido de un corte de dominación de minorías que mediante el uso de su poder político y ahora científico, han dominado la gestión de nuestra cotidianidad, particularmente desde un área básica para la vida como es la organización del trabajo. 

Seria interesante ver con ojo crítico el desenvolvimiento de las capas científicas en el mundo de poderío de la Nomenklatura, grupo poderoso de control soviético donde franjas de científicos, con la burocracia política, fueron los grandes componedores del malestar popular e inclusive del maltrato cotidiano de las masas trabajadoras, en tanto que al usar la calificación de hacedores del trabajo vamos más allá de la conceptualización obrera dado en la época actual visibilizamos en nuestra subjetividad a ese sujeto laboral como al individuo de bragas azules, imberbe y aprendiz de labores primarias en la producción. Situación contraria en la realidad, ya que es una juventud de trabajadores que en términos técnicos tiene, muchas veces, mayores capacidades que cualquier movimiento proletario nunca visto, al igual que unas expectativas de goce del vivir tomadas de una coquetería del mundo del consumo capitalista, donde estos colectivos humanos hacen un desafío existencial de condicionamientos modernos para sentirse bien como personas y por ende como trabajadores.

Sería muy pedante e irresponsable decir que tenemos respuestas ante el desafío que presenta esta realidad mundial. Hemos pasado más de 30 años, y quince de ellos como estudiante-trabajadora, eligiendo una carrera universitaria para estudiar esa problemática. En el hoy, solamente hemos leído y debatido en muchísimos espacios esta temática. Al igual que nos ha tocado en suerte la posibilidad de acompañar grupos de trabajadores peleando por sus condiciones salariales e inclusive de salud, como fue el caso emblemático de los contaminados con mercurio de la planta cloro-soda de la empresa Pequiven, en la IV República.

El gobierno bolivariano sigue trascendido por esta conceptualización obrerista del avance de las masas trabajadoras, al igual que no se ha convocado a equipos de académicos en el país, que durante años acompañaron al movimiento laboral y gremial.  

Con el debido respeto que me merecen los camaradas que han ocupado cargos en la gestión empresarial del Estado, sería interesante revisar sus experiencias de acompañamiento a las luchas de trabajadores en la nación, e inclusive las experiencias vivenciales como trabajadores, sometidos una disciplina laboral. No terminamos de conocer suficientemente lo que no se hace. Particularmente en nuestra juventud, la dinámica Acción–Reflexión—Acción---Reflexión, debe resaltarse no solamente desde el discurso de proclamas sobre la clase trabajadora, su accionar y postulados.

Me imagino que se nos interroga qué tiene que ver esto directamente con Chernobil. A nuestro criterio, tiene una relación fundamental: la existencia de un estrato burocrático de expertos y políticos que atienden la decisión globalizada de la concepción liberal de control y dominio de la naturaleza, como ocurrió en el mundo soviético, ahora derrumbado. Esta burocracia jamás se paseó por la reflexión humanista de respeto a la naturaleza y menos por la mano de obra necesaria para su control. Seres humanos y naturaleza se han entendido como fuerzas controlables y por ello disciplinables solamente. En el ahora, con la reciente experiencia del desastre japonés y lo de Ucrania hace 25 años, sectores del mundo de avanzada como nuestro gobierno, muy acertadamente, echan para atrás los planes de producción de energía nuclear.

Esto hace reflexionar sobre la primera interrogante  del modelo de sociedad a construir y la de invertir el valor del trabajo sobre el capital. Inversión que debe ser planteada por los trabajadores como sujeto revolucionario central. Asimismo, acerca de nuestra postura ante la naturaleza, no desde un ecologismo ramplón y conservador, sino desde una perspectiva creativa de respeto y uso de manera  que su transformación nos transforme, tomando en cuenta los conceptos indígenas de convivencia sin explotación y por ende sin destrucción. Es, en fin, abrir el debate, ya que se va más allá, inclusive, de la construcción del Socialismo del Siglo XXI: se trata de la sobrevivencia de esa gran nave azul que es la Tierra.

Roraima Quiñonez, abril 2011



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