En respuesta al artículo "Qué es la Teología de la Liberación"

La intención del presente comentario es desmontar lo que puede considerarse una infiltración de intereses religiosos en el plano político, especialmente en el plano político-revolucionario. Tal como expuse en mi precedente artículo (http://www.aporrea.org/ideologia/a56354.html), la alianza de nuestra revolución con los sectores religiosos constituye un exabrupto histórico y una innecesaria, si no muy peligrosa, circunstancialidad para nuestra lucha. Ello incluye incluso posibles alianzas con sectores religiosos simpatizantes con esta revolución, a los cuales debemos instar a declararse abiertamente personas laicas antes de poder incorporarse a nuestras filas. El elemento religioso, en tanto que condición subjetiva relativa a un determinado culto, es propio de quien lo acoje o profesa y no es necesario en la realización de cambios sociales revolucionarios, como trataré de demostrar a continuación.

El artículo que paso a comentar parece una buena oportunidad para ello. Por favor remítase el lector al mismo: http://www.aporrea.org/ideologia/a56385.html
 
Al comienzo de ese artículo leemos: "...esta corriente no es parte de un pensamiento político, ella nace de la experiencia pastoral de religiosos, sacerdotes, obispos, pastores de iglesias evangélicas catequistas y cristianos de comunidades de base que se fueron interpelando ante la cruel realidad social y económica, de muchos pueblos especialmente de este continente, que eran objetos del hambre, de la pobreza, de la exclusión educativa, de la falta de una vivienda digna y de un trabajo que les permitiera al menos subsistir. Es decir, la teología de la liberación es un grito de alerta y al mismo tiempo de esperanza para construir un mundo más humano y más cercano a la propuesta de Jesús en el Evangelio".

Comencemos por preguntar: si la teología de la liberación "no es parte de un pensamiento político", sino que "nace de la experiencia pastoral de religiosos, sacerdotes, obispos, pastores de iglesias evangélicas catequistas y cristianos de comunidades de base", ¿qué tiene entonces que ver con una revolución, la cual aparte de Sí ser un pensamiento político, es además una acción y una teoría política? El hecho de pertenecer a tal o cuales creencias y prácticas religiosas es irrelevante para los objetivos de todo proyecto político revolucionario. La sensibilización o interpelación de diversos grupos sociales frente a la opresión multiforme de los pueblos es un hecho natural y es de esperar que los mismos a un momento dado se rebelen y tomen medidas al respecto. Si ello ocurre en el seno de una comunidad religiosa y ésta se compromete en una lucha por "construir un mundo más humano y más cercano a la propuesta de Jesús en el Evangelio", entonces quiere decir que en tal propuesta, contrariamente a lo dicho, existe un pensamiento político. Como vimos en la primera cita ("...esta corriente no es parte de un pensamiento político..."), la Teología de la Liberación sin embargo afirma lo contrario, esto es, no ser política. Es la actitud típica de movimientos o grupos religiosos: se mezclan en política todo el tiempo, pero se creen siempre por encima de ella.

Lo que los movimientos religiosos, frente a las desigualdades sociales y la injusticia que sufren los pueblos, pretenden reivindicar en Jesús es de hecho, sin saberlo, lo que sólo puede ser entendido como una propuesta política de dicho maestro. Sin embargo, lo niegan pues éste es para ellos un dios, es decir, algo más que un político. Con lo cual queda claro que el político y la acción política es para el religioso algo inferior. Los grupos religiosos nunca están dispuestos a rebajarse a semejante mundanidad, a pesar de ser justamente estas acciones y propuestas terrenales las que llevan a cabo el duro trabajo de realizar los verdaderos cambios sociales, y las que eventualmente logran un mundo más justo. Luego que estos serviles instrumentos terminan de ocuparse del trabajo sucio, el religioso dice que ha sido la voluntad de Dios quien lo hubo permitido, e incluso realizado.

La Teología de la Liberación "nace de una interpelación ética, que ve el rostro de Dios en los niños abandonados y en todas las situaciones de miseria y deshumanización y desde el marco de esa realidad el hombre creyente interpreta su fe y al igual que el autor bíblico, asume la misma actitud de Dios que escucha el clamor de su Pueblo esclavizado y explotado en Egipto y no puede ser indiferente y quiere liberarlos de la esclavitud..."

Aquí vemos que "el hombre creyente" entonces actúa desde la misma perspectiva que Dios: no puede ser indiferente frente al sufrimiento de sus creaturas y tiene que liberarlas. Los religiosos, pues, ya no operan la revolución en tanto que gente, sino en tanto que dioses. Mientras, la interpelación ética para proceder a la acción se supedita a un orden metafísico o proviene siempre de planos superiores. Como si hubiera en el Universo, realmente, un arriba y un abajo, o algo de plebeyo en la acción política que suele tomar sus principios éticos y morales a partir de una simple armonía ecológica del ser.

"Decir Teología de la liberación, es hablar el lenguaje de Dios desde el pobre, desde los que se encuentran en la periferia y en la exclusión".

¿El lenguaje de Dios? ¿Cuál es el lenguaje de Dios? ¿El de las iglesias, el de los evangelios, el de Jesús? Jesús habló un lenguaje humano, sus temas siempre fueron la justicia, la igualdad, es decir los elementos básicos de la vida armoniosa en sociedad. Socialismo, pues. Política, pues. Dinámica de resistencia, preservación y avance social, pues. Pero esto le suena muy materialista a los religiosos.

Decir entonces "hablar el lenguaje de Dios desde el pobre" ¿no es en el fondo un lenguaje vacío? ¿No es pura demagogia divinoide pretendiendo legitimar a todo costo la religión, la Iglesia?

¿Por qué anteponer a cada maravilla o a cada tragedia por igual esta idea de un Dios, el Dios todopoderoso, el Dios de la cruz, como si se tratase de un virus sin el cual no se pudiese pensar en el bienestar, en el equilibrio de la vida?

¿Y quién me prueba que Jesús ordenó la creación de la Iglesia, en primera instancia? ¿Me lo prueba la Iglesia? ¿Pero cuál es la credibilidad histórica esta institución? ¿Cuál es la credibilidad moral de esta institución? ¿Es ella misma democrática?

¿Puede querer la democracia para otros? ¿Fue ella misma elegida? ¿Por un rey?

La Teología de la Liberación produjo persecusiones, asesinatos políticos contra sí misma. Quiso hacer justicia social. Pero defiende al mismo Jesús de la cruz que sus verdugos defienden en el Vaticano: al Jesús Dios. Luego se une a causas sociales, aun en sotana. Pero defiende la propuesta (que es política) de Jesús, quien fuera la primera víctima de las sotanas.

Ya parece bastante lucha la suya, montones de cuentas por ajustar, internas todas a esa religión. Nuestra lucha tiene en cambio otros asuntos, también concretos, pragmáticos que enfrentar: guardar distancias con la Iglesia le ha de parecer uno, muy recomendable y de buena prudencia; la historia de nuestro vínculo a ese monstruo taló más vidas entre los nuestros que ningún etnocidio en el pasado; surgimos forzosamente como pueblo basados en el despojo de nuestros ancestros; y hoy enfrentamos otro imperio (mientras el mundo mismo globalizado es un nuevo animal que busca sus patas).

Sólo podemos luchar esta lucha y no otra, es incuestionable que los intereses religiosos nos son perfectamente prescindibles. Pues nos quedamos con aquellos principios recurrentes en las palabras de Jesús: Justicia e igualdad. Los cuales son laicos, suficientes. Hasta el cielo sobre nuestras cabezas depende de ellos. No somos materialistas, somos revolucionarios universalistas.


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Xavier Padilla


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