Los seres humanos requieren para su existencia y desarrollo satisfacer necesidades básicas, como la adquisición de alimentos, medicinas, vestido, calzado, artículos de limpieza, energía y bienes eléctricos. Esta canasta, producida localmente o importada, depende de dos variables ineludibles: el valor del salario y el tamaño de la población. Como en una balanza, sociedades con mayor densidad demográfica y mejor poder adquisitivo naturalmente generan un volumen de consumo superior, y viceversa.

LA ÉPOCA DE LA ABUNDANCIA RELATIVA

Para 2014, Venezuela contaba con una población estimada de 30.3 millones de habitantes. El salario mínimo, complementado con otros ingresos, alcanzaba los 575 dólares mensuales (tipo de cambio BCV a 6,3 bolívares), potenciado por vacaciones, utilidades, prestaciones sociales y los jugosos contratos colectivos de sectores clave como el petrolero, universitario, automotriz o farmacéutico. A este poder de compra se sumaban millones de pensionados con ingresos cercanos al salario mínimo. El reflejo de esta masa monetaria era un PIB que, según el FMI y el Banco Mundial, rozaba los 482 mil millones de dólares. Aunque las cifras oficiales del porcentaje del consumo de las familias no estan disponibles, la teoría económica da algunas pistas. Según la proporción teórica el consumo de los hogares pudo ubicarse entre 290.000 y 330.000 millones de dólares, si, así como se lee, una cifra que triplica el PIB actual de toda la nación.

El GRAN COLAPSO: Éxodo y Salario Devaluado

Según la OIM, en 2014 unos 700.000 venezolanos residían fuera de su país. Para 2025, ACNUR y la OIM estiman que la diáspora supera los 7 millones de personas. Paralelamente, el salario mínimo se desplomó a 0,55 dólares mensuales debido a un prolongado periodo de hiperinflación, errores económicos y sanciones Económicas impuestas por países occidentales. Aunque el gobierno entrega un bono adicional de unos 160 dólares, los pasivos laborales como vacaciones, aguinaldos y prestaciones sociales se evaporaron, reducidos a unos pocos dólares. Las convenciones colectivas, tras años de congelación y devoradas por la hiperinflación, perdieron más del 93% de su valor. Las pensiones también colapsaron, sustituidas por bonos que oscilan entre 50 y 112 dólares, representando una caída de entre el 83% y el 90% de su poder adquisitivo original.

CRECIMIENTO ILUSORIO: La Paradoja del Consumo

Se proyecta que en 2025 la economía venezolana crezca entre un 1% y un 3%, impulsada por un repunte en la producción petrolera. No obstante, en una paradoja alarmante, el consumo interno no seguirá esa senda. Por el contrario, cerrará a la baja en términos de toneladas entre alimentos y bienes adquiridos. La causa: una "inflación en dólares". que podría superar el 30% al cierre de 2025. Así, los hogares gastarán la misma cantidad de divisas que en 2024, pero obtendrán una canasta significativamente menos abundante. El responsable, la denomina brecha cambiaría y las causas que la sustentan.

LA RECETA PROBADA: Más Allá de la Varita Mágica y el discurso.

El panorama del consumo en Venezuela es la consecuencia lógica de una ecuación devastadora: la fuga masiva de capital humano, combinada con la pulverización de los salarios y las prestaciones. Este cóctel tóxico ha estrangulado la capacidad de compra de la población.

La historia económica reciente, desde la Europa de posguerra hasta el milagro chino, demuestra que no existe un acto de magia para el desarrollo. Venezuela debe aplicar sin más retardos la fórmula, probada y eficaz, que exige ineludiblemente y como medida de arranque incrementar urgentemente el crédito para impulsar la productividad, generar empleo de calidad y mejorar los salarios. Es imperativo reactivar la discusión de contratos colectivos en sectores con potencial de crecimiento como el farmacéutico, servicios, alimentos, petróleos y Puertos. Venezuela posee todas las cartas para jugar: materias primas, energía y una posición geoestratégica envidiable. Mejorar el país es posible; solo se necesita la plan y voluntad de aplicar la receta que ya ha funcionado.