La madre de todas las bombas, nos cae todos los días

Desde ayer mi vecina empezó a sentirse mal; anda intranquila, nerviosa desde que comenzó a leer los WhatsApp que llegan a su móvil. Como dice ella, "Me tienen "eswhatsapp" de tantos mensajes negativos. De nada me valió dejar de leer los artículos del Dr. Vivas Santana en Aporrea y someterme a una terapia de regeneración del pensamiento". Ella tiene razón, si se toma en cuenta todo lo que se dice en la red, de lo que puede pasar el 10 de enero.

Por un lado, alguien dice: "Los gringos nos van a matar a bombazos", "busca donde esconderte" "Para que las bombas no te caigan ponte una franela de Mickey Mouse" "nos van a invadir por el aire" "nos van a invadir por el mar" y eso, dizque, va a ser, precisamente, el día en que Maduro levante su mano para juramentarse por segundo periodo consecutivo. ¡Coño! ¿Es que la gente no tiene nada que hacer? ¿No tienen más entretenimiento que estar asustando a los demás?

Yo le doy la razón a mi vecina. Vive con los pelos de punta, ella dice: Pero, ¿hasta cuándo tantas bombas? ¿Les parece poco, los bombazos que recibimos a diario con esa bomba llamada PVP que viene en cada producto? Y no son los gringos que nos atacan directamente. Las bombas andan en camiones y el padre y madre de esas bombas, se llaman "empresarios venezolanos", aunque pudiera haber algunas excepciones.

Asimismo, mi vecina desde que leyó que Mike Pompeo se reunió con el canciller de Perú, Néstor popolizio, pensó que algo malo puede pasar en Venezuela. Ella dice que el futuro del país hiede a excremento, porque además de eso, mi vecina es curiosa y se la pasa atando cabos y ella concluye que lo que viene son "guarimbas de puputov" y se pregunta: ¿Qué se puede esperar de alguien cuyo apellido termina en peo y otro cuyo apellido comienza en popo?

Pero en concreto, no hay nada; aun cuando no se sabe de dónde podría saltar la liebre, y es por eso que el gobierno acudió a su vieja estrategia de llenar a Caracas de gente, para tratar de anular cualquier cosa que haya por allí oculta. Sin embargo, mi vecina lo único que espera que llegue a su teléfono es el mensaje del bono de Reyes, así si se tranquiliza.



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Jesús Rafael Barreto


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