Hasta enero del próximo año estará activa la VI edición de la Bienal del Sur. Es una oportunidad única para apreciar propuestas artísticas contemporáneas y reflexionar sobre, y con, voces del Sur Global —suena panfletario, pero es cierto—. No dejen de asistir a alguna de las muchas actividades programadas.
Sin pretender dictar cátedra de historia o política del arte, es valioso revisar los orígenes de las bienales (de nuevo ayudado por la inteligencia artificial). Estas se crearon como espacios de divulgación, intercambio cultural e internacionalismo artístico, propiciando interacciones centradas en los intereses de Europa (sin mayores sorpresas con eso). Una de las más emblemáticas, posiblemente la primera y sin duda la más conocida, es la Bienal de Venecia. Inaugurada en 1895, se consolidó como una vitrina de las vanguardias europeas y, al mismo tiempo, como instrumento de poder cultural occidental. Hasta hoy sigue vigente, bregando para mantenerse como epicentro del arte contemporáneo global. Venezuela cuenta incluso con un pabellón permanente propio en el lugar donde se celebra esa bienal (irónicamente, o no, obra de un arquitecto italiano pero, afortunadamente inaugurado con una exposición de Armando Reverón).
El modelo de las bienales ha sido reproducido en distintos lugares con marcos similares; la vinculación con la comercialización de las obras es una actividad habitual durante las bienales, funcionan también como espacios de encuentro entre coleccionistas y marchantes del arte.
A mediados del siglo XX surgió la Bienal de São Paulo (1951), inspirada en el modelo veneciano pero con un objetivo distinto: insertar a Brasil y al resto de América Latina en el circuito internacional. Con el tiempo, se convirtió en una plataforma decisiva para proyectar artistas de la región y abrir debates sobre modernidad, identidad y globalización. Su influencia es reconocida como esfuerzo relevante para la visibilización de América Latina en el mapa cultural occidental.
Décadas más tarde, en 1984, nació la Bienal de La Habana, con una orientación explícita hacia el Sur Global. Su objetivo fue dar protagonismo al arte de países históricamente marginados de los grandes circuitos eurocéntricos. La Habana se transformó en un espacio de innovacion cultural, donde lo político y lo artístico se entrelazan para cuestionar las hegemonías y reivindicar la diversidad. Esta bienal se constituyó como un foro de debate, construcción de identidad y crítica social, expandiendo la concepción imperante de esos eventos.
Venezuela ha tenido presencia en todas esas bienales a través de una amplia y diversa representación de artistas, brindando oportunidades para posicionar a creadores locales, pero también plegándonos, hasta cierto punto, a la lógica definida por quienes controlan esos espacios. Ejemplos de la participacion criolla son Soto y Gego en la XXIII Bienal de São Paulo (1996). En la Bienal de La Habana (que es en realidad una trienal), Venezuela ha estado representada con figuras como la de Juvenal Ravelo, quien también ha participado en la de Venecia.
La primera bienal organizada en el país con esta concepcion, a mi juicio, fue la Bienal Nacional de Arte de Mérida en 1990, seguida por otras también desde el liderazgo regional como la Bienal de Coro en 1993 y, mucho más tarde, "Zulia Imagina" (2024). Justamente mi primera —y vitalmente tardía— participación en una bienal fue en la II edición de la Bienal Ciudad de Coro (2016), con una serie de celulares intervenidos. Todos estos eventos cumplen un papel de promoción y fortalecimiento del arte en los lugares donde se realizan y fomentan encuentros entre artistas nacionales, usualmente fuera de la lógica centralista caraqueña. Estas bienales nacionales, o la participación de Venezuela en las internacionales y su contexto politico, podrían ser objeto de útiles investigaciones, atención a estudiantes buscando temas de tesis. La Bienal del Sur ha sido una propuesta radicalmente diferente, se trata, definitivamente de "otra cosa", aunque se puedan señalar ciertos paralelismos con la cubana.
La Bienal del Sur, "Pueblos en Resistencia", se fundó en Caracas en 2015 como un espacio alternativo frente a la hegemonía cultural del Norte Global. Lo político siempre ha sido explícito en su carácter contrahegemónico; su nombre ya claramente lo indica. Desde su primera edición ha abordado temas como la descolonización, la memoria histórica, el cambio climático, la diversidad cultural y la identidad de los pueblos originarios. El documento con las bases para participar en la IV edición sintetiza la orientación del evento: "espacio contestatario donde el trabajo creador se convierte en el eco de las voces comprometidas con la justicia social, la igualdad, la equidad y la solidaridad para con los pueblos sometidos a la dominación, el despojo y el exterminio." En sus distintas ediciones han participado artistas de todo el mundo junto a una nutrida representación nacional.
La primera edición se centró en marcar la identidad del encuentro, enfatizando la resistencia popular ante los poderes hegemónicos; además se homenajeó a Palestina. En 2018 se desarrolló la II Bienal, destacando la diversidad cultural caribeña y sus procesos de resistencia a la colonización, con Trinidad y Tobago como país honrado (algo irónico dados los recientes acontecimientos). Por primera vez, las actividades se expandieron más allá de Caracas hacia otras ciudades. Tristemente, mi propuesta en gran formato —dos contrincantes políticos con rostros huecos que invitaban a fotografiarse con la cara de las personas asistentes, a un lado u otro— no fue seleccionada, y una pared de mi estudio me lo recuerda a diario.
La III Bienal del Sur (2019) se inauguró en Ciudad Bolívar y también rotó por varias ciudades; la descolonización del saber y del arte fue tema central, siendo Bolivia el país destacado. En esa oportunidad participé desde Brasil con una serie de nueve afiches intervenidos, originalmente destinados a la propaganda de una revista de derecha, todos con la leyenda "Compre Aquí".
El siguiente encuentro, la IV Bienal (2021), marcado por la pandemia de COVID-19, fue fundamentalmente virtual y enfatizó distintos tipos de diálogos desde una perspectiva multiétnica, pluricultural y multilingüe; Colombia fue el país invitado de honor. La penúltima bienal, la V (2023), se llevó a cabo en Aragua, homenajeando a Perú y enfocándose en actividades de calle bajo el lema "la calle, la memoria, la esperanza".
Las bienales del Sur han sido mucho más que plataformas de divulgación artística, se han constituido en foros de debate político, construcción de identidad e incluso resistencia cultural desde una óptica distinta a la hegemónica. La sexta edición tambien apunta en esa direccion.
Actualmente está en su apogeo la VI Bienal del Sur. Se inauguró en octubre bajo el lema "El Poder de la Diversidad" y está prevista hasta mediados de enero del próximo año. A los países integrantes del BRICS se les ha otorgado un papel especial. Su formato incluye múltiples exhibiciones en espacios museísticos y urbanos: el Museo de Bellas Artes, la Galería de Arte Nacional, el CELARG, además de lugares abiertos como la Avenida Bolívar, la Plaza de la Juventud y la Plaza de los Museos. Esta descentralización ha permitido múltiples encuentros en diversos espacios públicos en Caracas. Aspiro que, como en ediciones anteriores, su presencia se expanda al resto del país enriqueciendo los intercambios.
Además de las exhibiciones centrales de la bienal (MBA y CELARG), son numerosas las actividades organizadas. Varias muestras especiales se han realizado en La Pastora, El Valle y La Quebradita con "Rescate de la Memoria". En el MBA se desarrolló el I Encuentro de Arte Emergente. Por supuesto, no faltó una exposición dedicada a José Gregorio; se tituló "Santidad y Creación". Por otro lado, son numerosos los seminarios y discusiones realizadas y planificadas. A mi juicio, destaca el II Encuentro del Pensamiento Estético en Progreso, "Aproximación a una estética necesaria", con fascinantes discusiones teóricas y énfasis en el carácter político del arte.
De mi parte, participo con una pieza, "El Remediero de la Diosa", donde parto de María Lionza como símbolo clave de la identidad venezolana y nuestroamericana, que encarna la fusión dinámica de culturas y la resistencia a las imposiciones religiosas. Este ensamblaje, construido sobre un "remediero" andino del siglo pasado, reúne a representantes de distintas cortes del culto mediante figuras tradicionales intervenidas. En el centro, la Reina articula el clamor por justicia social y respeto a la Pachamama, e invita a la gente a verse reflejada en un imaginario colectivo liberador.
Las actividades de la Bienal se enmarcan en dos preceptos que considero fundamentales:
Primero, lo político del arte. Todo arte es político, ya sea explícito o no. Corresponde a un marco ideológico, a un contexto determinado y apunta a cierta intencionalidad. No existe un arte puro o meramente contemplativo. Incluso aquello que se presenta como "neutral" expresa una postura, una forma de ver el mundo y un lugar desde donde se habla. Las ausencias son también actos políticos, gestos que revelan tanto a quién se expresa como a quién se dirige la obra y desde qué silencios opera. La creación artística, independientemente del proceso del que surge, se inscribe y apunta a territorios sociales específicos.
Segundo, la expansión hacia lo popular. La bienal se desborda más allá de los eventos formales, expandiéndose hacia espacios no tradicionales y escenarios que alojan la vida popular. La elaboración de murales, actividades con la comunidad, escolares, visitas a sitios emblemáticos, talleres en centros culturales y encuentros con colectivos organizados han convertido esta bienal en un proceso dinámico y transformador. No se trata solo de exponer obras en salas institucionales, sino de activar intercambios y gestos que transforman la realidad. La VI edición, con su variedad de lenguajes y propuestas, ha demostrado que tanto bienal como artistas crecemos al intercambiar con la gente en distintos territorios.
Considero que estos dos elementos apuntan a la resistencia a lo hegemónico y constituyen una contribución al proceso de construcción de una sociedad más equitativa. No es poca cosa en estos momentos de resignificación de la resistencia y de clamor por la paz. Quedan varias semanas de VI Bienal: continuemos participando, resistiendo, creando.
*artista popular contemporáneo
@radaccs
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