(Algunas notas sobe al artículo de Javier Pereira en el periódico El Nacional)

Los prejuicios del colonialismo interno

Al parecer, ni la educación universitaria de la democracia representativa ni la que se practica en tiempos de revolución bolivariana, han logrado desterrar los prejuicios primitivos y racistas sobre los grupos étnicos y los pueblos originarios de “Nuestra América”, siguiendo la delimitación geo-cultural propuesta por José Martí.

Adicionalmente, estos prejuicios parecen estar fijados con mayor fuerza a medida que se asciende en la escala educativa formal, en la clase socioeconómica y cuando el lugar de residencia se ubica en zonas urbanas densamente pobladas. Y al parecer, forma parte del repertorio sociocultural, del hábitus del Periodista Javier Pereira, en su trabajo: “El proyecto bolivariano busca referencias aborígenes. Socialismo al estilo cuiva” escrito para la sección Siete Días de el Nacional (04-03-2007)…La tipografía ha escrito “cuiva” en minúscula, por cierto.

Pereira nos dice inicialmente que: “Los cuivas constituyen un subgrupo cultural y lingüístico de los indígenas guajibos. La mayoría vive en los llanos bajos del Casanare colombiano, en una reserva especial creada por el gobierno de Álvaro Uribe para su protección; mientras que del lado venezolano se mantiene un puñado de ellos concentrado en 2 comunidades: Barranco Yopal y Carabalí, ubicadas aproximadamente 50 kilómetros al suroeste de Elorza.”

La primera impresión es la comparación: En la Colombia de de Uribe, protegidos en reservas especiales, en Venezuela, se mantiene un “puñado de ellos” concentrado en dos “comunidades”. Al parecer, el Estado Colombiano, para Pereira tiene una adecuada política indigenista, les brinda protección en reservas: en el caso venezolano, el sujeto-puñado de ellos esta concentrado en comunidades. Se podría ir más allá en el análisis y someter a una ejercicio semiolinguístico más profundo: la asociación por contigüidad entre concentración y comunidades. ¿Tal vez el GULAG de las comunidades?, cuando sucede todo lo contrario: el universo espiritual del campo de concentración es precisamente la reserva indígena, el apartheid del grupo étnico

Sigamos, el periodista del medio El Nacional Javier Pereira dice: “Estos indígenas han sufrido una intensa hostilidad de la población criolla durante el último siglo, que ha forzado migraciones, provocado matanzas y los llevó al borde de la aniquilación definitiva hace muy pocos años.”

Aquí, el reconocimiento es paradójico, la hostilidad criolla forma parte de los propios prejuicios primitivos y racistas del periodista. De acuerdo a la redacción, la hostilidad de la población criolla los llevo al borde de la aniquilación definitiva, extraña redacción que tiende a opacar el sujeto de la hostilidad, que casi culpabiliza a los propios Cuivas en una suerte de auto-aniquilación. Aquí “la población criolla”, “estos indígenas” y “los llevó” generan intercambios misteriosos a los ojos desprevenidos de los lectores. El sujeto de la hostilidad desaparece, y la victima se convierte sutilmente en victimario de si mismo. ¿Cosas del lenguaje?. No, de la gramática político-cultural racista y colonialista.

Pero el asunto central del artículo, la macro-estructura según Van Dijk, el tópico, amigo Pererira, es la relación entre socialismo y sus “referencias indígenas”. Y como buen colonialista, ya no por gramática no conciente sino por intencionalidad política, las preguntas hacen explícita la orientación ideológica del un “criollo de oposición” frente la voz del “indígena encargado de la escuela rural”; “diálogo”, por cierto, que es un ejemplo más del ejercicio de la violencia simbólica.


Pereira: - ¿Y ustedes son socialistas?- Claro.- contesta el “indígena encargado”-Pereira: ¿Por qué? ¿Cómo sabe?: -No sé. Chávez dice que es bueno.- contesta el “indígena encargado.”

¿Cómo es posible que el “indígena encargado” de la escuela rural no sepa?. No sabe lo que es el Socialismo pero afirma que “ellos son Socialistas”. Pereira impone la carga simbólica de la pregunta, y se encuentra con una conexión con Chávez. Esta conexión sigue atormentando el cerebro opositor.

Por supuesto, Chávez tiene la culpa. Chávez ha dicho que el Socialismo es bueno, y que los hermanos Cuivas son Socialistas, lo cual deriva en que los Cuivas son buenos. Chávez se mueve en el plano de la identificación, dignificando la identidad Cuiva y asociándola a su idea de “Socialismo Indo-americano”, cuya referencia es Mariategui. De allí, la inevitable búsqueda de Monsonyi, como “experto”. Y casi lo consiguen: una descalificación “experta” de Mariategui. Veamos:

El Nacional: ¿Existe afinidad entre los postulados teóricos del socialismo clásico y el modo de organización política y económica de los indígenas venezolanos?. El antropólogo Esteban Mosonyi no tiene dudas:

"Claro que la hay. No en el modo puro del comunismo o fórmulas más clásicas; tampoco como lo postula Mariátegui. Pero hay abundantes rasgos en los que puede establecerse una similitud".

Si bien reconoce que los cuivas no practican el trueque, ni tampoco hay un sentido de propiedad colectiva de la tierra o de los medios de producción (en este caso, la caza o la pesca), destaca el valor de la solidaridad en los intercambios. "Las familias se reparten el exceso cuando se requiere y se activan mecanismos compensatorios que restituyen la armonía de la comunidad", explica Mosonyi. Al mismo tiempo, reconoce que poco a poco se han perdido otros valores propios de estas culturas, por efecto de la presión de la sociedad criolla y la persecución:

"El dinero ya los penetró, están muy contaminados con las formas capitalistas y en vez de recibir asistencia para administrar un proceso de transición menos traumática, se les persigue y asesina. Eso ha creado una patología colectiva que propicia la pérdida de la identidad cultural".

Monsonyi logró no ser cercado por la “violencia simbólica” de las preguntas, pero la orientación ideológico-política de las preguntas logro algo: “(…) tampoco como lo postula Mariátegui”; es decir, la asociación que establece Chávez entre Socialismo e indigenismo vía Mariátegui no es correcta. Una descalificación sutil a las referencias de Chávez, que implicaría una discusión más profunda, por cierto. Sin embargo, la disociación que se intentaba conseguir entre el Socialismo y las formas de vida de los pueblos indígenas no pudo establecerse pero la “gramática de sentido” estaba allí.


La mentalidad criollo-colonial de Pereira es obvia cuando afirma en su “inmaculada descripción”: “Las relaciones económicas entre los cuivas son primitivas. Viven de la pesca, la caza y la recolección de subsistencia, igual que lo hacían cuando vestían guayucos y vagaban por el llano, hace más de 50 años. Y con eso parecen estar satisfechos.”. Si comentarios.


Continúa Pereira: - ¿Propiedad común del alimento?. Nada de eso: cada familia caza o pesca sus propias provisiones. Sin embargo, en caso de que alguien no pueda abastecerse, la comunidad reparte el exceso. Nadie queda desatendido en una emergencia. Pereira busca verificar la naturaleza egoísta de la condición humana, no hay propiedad común, cada familia a lo suyo. ¿Trueque?, pregunta Pereira: “Tanto como lo hay en una urbanización de clase media de Caracas, cuando las amas de casa intercambian eventualmente huevos por azúcar. Los cuivas adoran el dinero en efectivo y siempre que un criollo los visita buscan quedarse con algunos billetes. Saben que en los abastos de las haciendas cercanas pueden conseguir arroz, pasta, harina, aceite y papelón; productos que desde hace años representan un cambio sustancial en su dieta diaria, que antes era dominado por casabe, mañoco y caruto (una fruta parecida a la guayaba).”


La organización económica de los intercambios Cuivas, con la excepción de la solidaridad para repartir el “exceso”, muestra su similitud con las urbanizaciones de clase media de Caracas. Los Cuivas “adoran” el dinero, tal como los criollos de Caracas, y son vivos vivitos (como los criollos), “buscan quedarse con algunos billetes”. En fin, la organización económica de los Cuivas, de acuerdo a la versión de Pereira, verifica los presupuestos del capitalismo manchesteriano: egoísmo, búsqueda del interés propio, maximización, compensación a través de excesos, estos presupuestos son universales!!!.

Más terriblemente colonialista es la organización política: Mando casi vitalicio. “La forma de gobierno de los cuivas es muy simple. Ana Rosa Tumpena es la capitana de Barranco Yopal: máxima autoridad dentro de la comunidad y responsable de representar a los cuivas. Aparenta 40 años (no sabe su edad exacta, ya que sus padres nunca la registraron) y es la primera mujer en ejercer ese cargo, desde hace sólo dos años. Su elección no fue directa y secreta: su padre, el capitán anterior, la designó como su sustituta después de retirarse. "Hubo un consenso en la comunidad para escogerme, porque los hombres trabajan mal. Beben mucho, se emborrachan y no son responsables. Una mujer es mejor para estos trabajos".

“Su elección no fue directa y secreta” (Pereira demuestra su ignorancia absoluta de los derechos consagrados en la Constitución para los pueblos indígenas). Habrá que traer al Centro Carter, a la OEA y a Súmate a ver que pasa allí que no se cumple el canon democrático. Además Pererira minimiza lo sustantivo: “Hubo un consenso en la comunidad para escogerme”. Y sigue con su “descripción etnográfica”: “Las comunidades aceptan sin problemas el mando casi vitalicio. Aunque no hay códigos que regulen el ejercicio del poder”. Pereira ha sido reprobado definitivamente en Antropología Política, suerte que no aparece en el plan de estudios de un periodista.

Sin duda hay que valorar en todas sus implicaciones las palabra de Marcelo Machá (Subcapitán de la comunidad de Barranco Yopal):

“NO QUEREMOS QUE VENGAN HASTA ACÁ LOS CRIOLLOS A DECIRNOS QUÉ HACER. QUEREMOS DECIDIR NOSOTROS LA MANERA DE HACER LAS COSAS Y QUE HACER PRIMERO. QUEREMOS ADMINISTRAR NUESTROS ASUNTOS.”

Esta opinión pudiera hacerse extensiva en muchos aspectos a todos los consejos comunales del país. Sustituyamos “criollos por cogollos” y verán las consecuencias.

Hay suficientes síntomas del problema para extenderme. Estamos en una encrucijada histórica. La revolución bolivariana tendrá que hacerse cargo de la problemática de la descolonización de las conciencias, de la descolonización de los planes de estudios, de la descolonización de los discursos públicos. Todavía estamos en la Colonia, es la triste conclusión que se manifiesta: Medios que presentan el colonialismo como una virtud del hábitus periodístico, a nombre de la “descripción objetiva”. Penoso Miguel Enrique, penoso.

jbiardeau@gmail.com


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Javier Biardeau R.

Articulista de opinión. Sociología Política. Planificación del Desarrollo. Estudios Latinoamericanos. Desde la izquierda en favor del Poder constituyente y del Pensamiento Crítico

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