El sacudón del 27 de febrero sigue haciendo historia

Hace 29 años, "los niñitos sabios", Chicago's boys, del capitalismo quedaron sorprendidos ante la avalancha humana que se lanzó el 27-F encima de sus recetas llamadas neoliberales aprendidas en las universidades del imperio ya controladas por los capitales financieros. El pueblo venezolano con su marejada rebelde, escribió uno de los más gloriosos capítulos de su combativa historia. Sobre las calles de las ciudades venezolanas, surgieron los aguerridas sombras de nuestros ancestros y mestizajes para impedir que las políticas orientadas por el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, órganos financieros de los salvajes capitales transnacionales, continuaran con los mecanismos impositores de la globalización hambreadora.

Las razones de los "expertos" políticos, no han podido superar la tartamudez, al no poder dar explicaciones al origen de la más grande de las rebeliones populares acaecidas en este continente desde hacía más de 208 años. No exageramos cuando afirmamos esto del sacudón del 27 – 02 - 1989. Desde 1781, no se daba un acontecimiento que pusiera en movimiento a millones de seres humanos para no permitir que se les matara de hambre y se les oprimiera aún más, hundidos en la miseria extremada por el colonialismo europeo. Casi olvidados están los Comuneros de América, quienes un día de ese año se levantaron contra la corona española en oposición a las medidas impositivas propuestas contra indígenas y trabajadores del campo. Se quemó en manos de una mujer por primera vez en América Latina la bandera de España, hecho dado en el pueblo de El Socorro, cercano a la ciudad de Bucaramanga en la Nueva Granada. Más de 20 millones de indígenas, campesinos y algunos propietarios de tierras, se levantaron en armas contra las apetencias de la monarquía borbónica. Ese levantamiento recorrió nuestros territorios y miles de compatriotas tomaron sus machetes y lanzas, sus precarias armas de fuego, para frenar las apetencias de la España usurpadora. Sólo la traición pudo detener a aquella fuerza liberadora y en eso la jerarquía de la iglesia jugó su papel decisivo, al infiltrar los mandos de la rebelión para entregar al enemigo a Antonio José Galán y demás conductores militares del proceso. La muerte merodeó todos los campos de la América española. La venganza sangrienta fue implacable para amedrentar y los historiadores del sistema se encargaron de que esa sublevación no llegara hasta la memoria de las generaciones venideras y fue casi borrada para nosotros. No les conviene recordar la historia heroica de los pueblos, la cual parece, sólo está reservada para sus héroes y hazañas personalizadas. Las clases dominantes con sus exegetas, tejen los hilos de la historia a su semejanza y conveniencia. Para ello son dominantes sus criterios y serviles sus intelectuales.

El 27 de Febrero, también fueron millones de venezolanos, que ya hastiados de engaños y mentiras, decidieron tomar directamente lo que se nos ha negado desde que los europeos pusieron los pies en nuestra Abya Yala. La razón burguesa, igualmente incrustada en los cerebros de muchos pensadores de "izquierda," no ha logrado comprender los motivos...Ante un pueblo enardecido, tal vez se preguntaron unos, ¿Cómo fue posible esto si teníamos todo bajo control?... y los otros sorprendidos por la espontaneidad colectiva ¿Cómo pudo ocurrir este levantamiento sin la presencia de una vanguardia revolucionaria?. Los primeros lo definen como actos de chusma y vandálicos. Los que no se dieron cuenta de lo que venía ocurriendo fuera de ellos, lo conceptualizan de anarcoide, (lo cual no sabemos que significa) la de ser un movimiento sin sentido.

No nos interesa la razón, porque en ningún momento nos pica la intención de acudir a la racionalidad burguesa en cualquiera de sus manifestaciones, ni a ninguna otra que no sea la que descubren los pueblos en su rebeldía, en su práctica y no en la metafísica de los intelectuales burgueses. Fue una acción ante la centenaria realidad que nos había venido obstinando la vida y superó cualquier expectativa racional. Largos años de acumulación de promesas en una Venezuela, acertadamente denominada saudita por su potencialidad petrolera y minera, fue agotando la paciencia de un pueblo que se ha debatido subsistiendo con las pocas gotas de riqueza que dejan descender sobre sus necesidades, los amos y señores del valle, aliados incondicionales de las leoninas actitudes de las transnacionales petroleras y financieras. Fue la ruptura popular con una lógica que los capitalistas y sus intelectuales pensaban irrompible. Tampoco lo advirtieron los esclarecidos intelectuales de "izquierda".

Para la historia y la racionalidad burguesas, el pueblo es una abstracción únicamente concretizada a la luz de los héroes. Estos triunfan o salen derrotados, realizan epopéyicas hazañas propias de súper hombres; sus pensamientos para una época son la lógica general de la historia y se establece para todas las épocas; pocas veces se equivocan y muertos o en vida ocupan con sus estatuas de bronce o mármol, los museos y plazas de las ciudades, las paredes de todos los organismos públicos; como homenaje póstumo son llevados a descansar a los panteones y se llenan las bibliotecas de sus libros biográficos; estudios sicológicos, fisiológicos y de sus cerebros para ver si es posible reproducir seres súper humanos que se le parezcan a ellos. Mientras el pueblo, es un personaje anónimo, no atraviesa los Andes, ni está en las batallas, no defiende a París en 1871 ante las amenazas de los Prusianos en las puertas de la ciudad, ni a Moscú cuando la Alemania nazi pretendió arrodillar a la URSS; no ofrenda su vida por la libertad de los humanos que habitamos a América, sino por sus míticos jefes, únicos portadores de las banderas y consignas que darán libertad a todos los humanos que la habitamos. Si acaso aparece el pueblo en la historia, lo hace a través individualidades que refuerzan la jerarquía del jefe, tal como ocurre en Venezuela con Pedro Camejo (Negro Primero) y José Antonio Paéz (El Centauro de los Llanos): El negro héroe de segunda, y el General, es ubicado por la burguesía en los cumbres de la historia.

El pueblo para las concepciones burguesas es masa, la cual es inerte al igual que los conceptos de la física mecánica. Masa que sólo se moviliza por el estímulo de una fuerza externa, porque en su interior únicamente se debate en sus prácticas brutas de subsistencia. Según el criterio burgués, no se mueve sin la presencia del príncipe que nos describe Maquiavelo, individual cuando es César o Napoleón o de vanguardia como el partido (el príncipe de los trabajadores como lo define Gramsci).

Esta razón, no se explica cómo esa masa amorfa es capaz de convertirse en un vendaval que amenaza cualquier establecimiento social cuando decide ser sujeto y predicado a la vez. Para la intelectualidad burguesa no piensa, no tiene conceptos claros, no elabora teorías, tiene que ser conducida por los intelectuales burgueses porque si se les deja que actúen espontáneamente se desvían en los objetivos revolucionarios, afirma Lenin en 1902 en el Qué Hacer, refiriéndose a los movimientos obreros a mediados de la última década del siglo XIX, veamos lo dicho por el dirigente bolchevique: "Eso nos demuestra que, en el fondo, ‘el elemento espontáneo’ no es sino la forma embrionaria de lo consciente. Y los motines primitivos reflejaban ya un cierto despertar de lo consciente: los obreros perdían la fe en la inamovilidad del orden de cosas que los oprimía;...empezaban...no diré que a comprender, pero si a sentir la necesidad de oponer resistencia colectiva y rompían decididamente con la sumisión servil a las autoridades. Pero esto, sin embargo, más que lucha era una expresión de desesperación y de venganza." (lo subrayado es nuestro).

Lenin para ese entonces, establecía como parámetro de conciencia, lo que el llamó "Conciencia Socialdemócrata", lo demás era tradeunionista, es decir reformista, economicista. Al diferenciar las luchas "primitivas" con la huelgas, ve en estas últimas "destellos de conciencia", y nos agrega: "embriones de la lucha de clases , pero precisamente nada más que embriones. En si, esas huelgas eran luchas tradeunionista, no eran aún lucha socialdemócrata; señalaban el despertar del antagonismo entre los obreros y los patrones, pero los obreros no tenían, ni podían tener, la conciencia del antagonismo irreconciliable entre sus intereses y todo el régimen político y social contemporáneo, es decir, no tenían conciencia socialdemócrata... seguían siendo un movimiento netamente espontáneo." (lo subrayado es nuestro)

Y remata el jefe bolchevique con una perla teórica prestada de quien llamó el renegado Carlos Kausky, de la cual posteriormente Lenin, según algunos historiadores políticos, se arrepintió, (Lenin tal vez se autocriticó, pero sus seguidores "marxista leninistas" seguro que no): "Hemos dicho que los obreros no podían tener conciencia socialdemócrata. Esta sólo podía ser introducida desde afuera. La historia de todos los países atestigua que la clase obrera exclusivamente con sus propias fuerzas, sólo está en condiciones de elaborar una conciencia tradeunionista, es decir, la convicción de que es necesario agruparse en sindicatos, luchar contra los patronos, reclamar del gobierno la promulgación de tales o cuales leyes necesarias para los obreros, etc. En cambio, la doctrina del socialismo ha surgido de teorías filosóficas, históricas y económicas que han sido elaboradas por representantes instruidos de las clases poseedoras, por los intelectuales. Por su posición social, también los fundadores del socialismo científico contemporáneo, Marx y Engels, pertenecían a la intelectualidad burguesa." (el subrayado es nuestro)

Podemos ver que para la burguesía el pueblo es masa inerte y amorfa (leer "La rebelión de las masas" de José Ortega y Gasset) y para un revolucionario como Lenin, (leer Qué Hacer) si no está dentro de las líneas trazadas por el partido socialdemócrata, no es revolucionario y tendrá que esperar la llegada de los intelectuales mesías, venidos desde el seno de la burguesía para que les haga acceder a la conciencia revolucionaria. Marx, se hubiese sentido ofendido, porque reconoció muchas veces que sus teorías fueron posibles, gracias a la existencia de una clase, los trabajadores, la cual desarrolla desde sus formas de vida en relación con el capital, la posibilidad histórica de ser los sepultureros del capitalismo. Así como el capital no puede existir, ni reproducirse sin presencia del trabajo de millones de trabajadores, la revolución comunista propuesta por Marx sería un absurdo al no contar con el sujeto social que la realice. Recalquemos lo de al menos la posibilidad de ser los sepultureros del capitalismo y de construir el socialismo; otras clases y sectores sociales ni posibilidades tienen. Para los trabajadores por su condición es una necesidad hacerlo, para otros, si no cuentan con los trabajadores se quedarán en esos sueños irrealizables que siempre tiene la pequeña burguesía, causantes de todas sus derrotas históricas que han tenido.

Al lado de la visión burguesa, hay una timorata, la pequeña burguesa, la cual al controlar los hilos del poder utilizando la estructura burocrática del Estado, personifican los procesos en una individualidad, hacen desaparecer las clases sociales e inventan categorías como excluidos para referirse al pueblo, también multitudes para lo mismo, alardean de ser liberales y demócratas para construir una sociedad de incluidos donde todos como una multitud, sin clases, ni diferencias nos abracemos, "no nos matemos entre nosotros mismos", "respetemos las reglas del juego democrático", en fin, huirle timoratamente a la siempre presente y violenta lucha de clases que se nos manifiesta muy claramente en el capitalismo. Por supuesto, para esta concepción ecléctica y vacía, el pueblo también es una masa, movida y definida por la presencia de una personalidad la cual les sirve para justificar el atornillamiento en el poder. Sus discursos vacíos, los llenan con citas del mesías: "Tal como dijo nuestro líder" etc, etc.

Por supuesto, cuando el líder los regaña por incompetentes, bajan la cabeza, aprueban con falsa humildad todos los regaños y esperan que bajen los ánimos del jefe para seguir actuando con su estilo burocrático que los caracteriza en sus relaciones con el pueblo. Obviamente, no les interesa reivindicar las luchas de los pueblos, porque ellos, ante estas no tienen nada que buscar.

Evidentemente, los revolucionarios seguidores de Marx y de su manera de ver la historia, (materialismo histórico) nos negamos a aceptar estas dos visiones y media, en las cuales se coloca al pueblo como predicado de sujetos - héroes, o predicado de agentes externos como la vanguardia que le suministran la conciencia de clase, e igualmente rechazamos aquella en la cual el pueblo en la lucha contra sus enemigos de clase debe someterse al mesías mediador para lograr sus objetivos de liberarse. En el caso del 27 de Febrero, todavía la burguesía y sus intelectuales no han encontrado a los súper hombres que orientaron la rebelión para culparles y detenerles, y quienes no pudieron estar a la cabeza de este movimiento insurreccional, buscan y rebuscan el elemento externo de vanguardia que promovió el despertar de millones de venezolanos para convertirse en un hito histórico para la revolución venezolana y del mundo, porque quizás por estar ausentes la iluminadas vanguardias, califican este movimiento como un acto, que "más que lucha era una expresión de desesperación y venganza", como lo podría haber calificado el Lenin de 1902. Al no encontrar la vanguardia, se dedican a descalificar la lucha de los pueblos y a buscar hechos como el 4 de Febrero, donde para ellos si hubo una supuesta vanguardia lúcida y preclara. No logran ver la continuidad de la historia y la construyen con hechos aislados o atados a su conveniencia. Oportunismo del más puro.

La ecléctica concepción de la media clase o pequeña burguesía, oculta al pueblo del 27 de Febrero con la misma visión burguesa o alaban a la vanguardia y a su jefe, porque les permite estar en la dirección del proceso, aunque nunca hayan estado en alguna trinchera de lucha.

La historia, no se reconstruye viendo al presente, como el resultado prefigurado que tiene un punto de partida en un pasado definido interesadamente por quienes buscan en hechos y procesos ocurridos, la justificación del presente que hace a la clase dominante o a un grupo social dominante o a un elegido desde ese pasado, para convertirlos en herederos de ese pretérito previamente seleccionado por quienes dominan en un determinado momento histórico. Con esto, estaríamos construyendo la historia de una manera manipulada, utilizando el "método" presentista de Benedetto Croce, con el cual se justificó subjetiva e idealistamente al fascismo italiano y otros modelos cesaristas como lo hicieron los exegetas de Guzmán Blanco en el siglo XIX, o de Juan Vicente Gómez en el XX en nuestra querida Venezuela.

No desconocemos el papel del individuo en los procesos históricos, pero esos individuos no se forman separados de los aconteceres diarios de los pueblos; no son creaciones a posteriori de las clases sociales o grupos interesados o de sus historiadores. Los individuos se conforman en las relaciones sociales y esto lo comprende quien entiende el porqué de las derrotas, como Bolívar, quien comprendió luego de la pérdida de la Segunda República que sin los pardos y los otros mestizajes no podía haber República alguna.

Tampoco, nosotros podemos decir que el 27 – 02 – 1989, tuvo su origen en el levantamiento de los Comuneros de América en 1781, sólo podemos establecer parangones, similitudes, identidades en la forma de accionar el pueblo cuando el agua de la dominación y la explotación les revienta el cántaro de la paciencia. Estudiarlo para reconstruir la historia de la lucha de los pueblos y mantener viva la memoria popular, para recordar nuestras fortalezas contra el enemigo explotador, detectar errores para no cometerlos de nuevo, construir la verdadera historia de nuestra Abya Yala basada fundamentalmente en la solidaridad colectiva, la cooperación, el apoyo y la ayuda mutua, el respeto a nuestra Pacha Mama y a sus diversas formas de vida, antes de que la bota europea nos invadiera. Reivindicarlos para que la historia del combate popular no se pierda y nos estimule para seguirlos dando batallas con la memoria colectiva como fuerza.

¿Qué elementos incidieron para que se dieran los sucesos del 27 – 02 – de 1989 en Venezuela ?

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Creemos que en esta acción colectiva de 1989, confluyeron muchos elementos vinculados a un pasado relativamente reciente que se sintetizaron en un momento histórico, en el cual el capitalismo trató de manejar en una situación de profunda de crisis, utilizando todos los mecanismos posibles para descargar la solución, como siempre, sobre los hombros de los trabajadores.

Desde finales de la década del 70, los problemas económicos se venían encima de los trabajadores, los indicadores macroeconómicos que están diseñados para no revelar, se hicieron reveladores en las carencias agudas de los venezolanos. El Producto Interno Bruto (PIB) por persona, brutalmente desciende de 30.000 Bs. a Bs. 25.000, en el período 1979 – 2000, no olvidando que este PIB por persona, se calcula dividiendo el PIB entre el número de habitantes del país, lo cual por lo tanto no refleja la realidad, dadas las desigualdades sociales que imperan y aún imperan en Venezuela, donde unos tienen en demasía y otros apenas les alcanza para comer. En el mismo período el número de familias en condiciones de pobreza tuvo un aumento en 156% y la pobreza crítica en 337%. Los diferentes tipos de pobreza llegadas hasta la extrema, ocupan progresivamente el territorio. Obviamente, la angustia y la incertidumbre toman el mismo sentido en la población. Treinta y Nueve años de engaños continuos de la democracia burguesa, (sin contar épocas anteriores) comienzan a hacer mella en la conciencia y paciencia de los venezolanos. La esperanza en la democracia representativa se enfila hacia un despeñadero y las contradicciones políticas, económicas y sociales la empujan. Las cifras nos dicen que entre 1980 y el año 2000, las calles de las ciudades y pueblos se llenaron de vendedores ambulantes de todo tipo dando un salto desde un 35% a más del 60% y el desempleo en general subió en 14%. Hay un volcán en erupción.

Las cifras muertas, no estimulan los ánimos de quienes para sobrevivir tienen que lanzarse a las calles a ofrecer mercancías que no producen directamente, pero si lo hace la persecución diaria de policías contra estos buhoneros quienes con sus mercancías sobre sus cabezas o sus espaldas, imponían records de velocidad corriendo por las calles y avenidas, viéndose obligados a trazarse métodos de comunicación entre ellos para avisar la presencia de los hombres y mujeres de azul que arremetían con todo. Aquello ocurría sin que aquellos ágiles vendedores y vendedoras de las calles entendieran, pero si sintieran los efectos de los recetas neoliberales que las transnacionales le imponían a todos los trabajadores del mundo, incluyendo a aquellos que laboran en los centros de mayor movilidad del capital como los Estados Unidos y Europa.

Estas escenas de los buhoneros en las calles, son una expresión explícita de la persecución diaria e implacable que tiene el capital sobre los trabajadores. Nos explota en los lugares de producción apropiándose de voluminosos excedentes creado por nosotros, además, paga míseros salarios a la gran mayoría y no contento con esto desvaloriza los salarios utilizando la vía de la inflación (aumento de precios de los llamados bienes salarios) con políticas especulativas justificadas por supuestos aumentos de costos en la producción, aumento en las divisas para importar equipos y materias primas etc, etc. Adicional a esto, los gobiernos les acompañan con impuestos indirectos al ingreso (IVA) pero directos al consumo, con los cuales se financian los déficit fiscales de los Estados quebrados por la corrupción y lo costoso que resulta su financiamiento. No satisfechos con eso, los capitalistas se lanzaron voraces sobre los logros sociales de los trabajadores. En general, no hay un espacio donde el capital no vaya tras del trabajo con su hábito parasitario de capital muerto para extraer la sangre del capital vivo. Igual a cualquier vampiro en presencia de sangre, huele ganancias por todas partes y sabe quien se las suministra: El desgaste físico y mental del trabajador asalariado que se desvive para reponerle el salario al capitalista y dejarle además un abultado remanente que van a parar a los bolsillos del capitalista sin que el trabajador le haya ocasionado otro costo más que el salario.

La caída de los precios petroleros, luego del derroche de renta llevado a cabo por Carlos Andrés Pérez en su primer gobierno, viene a mostrar un país en proceso de enfriamiento, después de aquel recalentamiento en el 73 – 78, estimulado por el incremento de los precios del crudo y la innecesaria deuda adquirido por los gobiernos de CAP, Herrera Campíns y Lusinchi, a la cual acompaño este último con la cancelación de más de 30.000 millones de dólares de deuda por concepto de intereses y comisiones, con pocos montos en la amortización de la deuda propiamente dicha.

Las políticas de las transnacionales petroleras y financieras, así colocan a muchos de los países como el nuestro como vulgares mecanismos para superar la crisis que desde 1974 venía horadando las economías de los centros imperiales, y a los Estados, los convertía en juguetes de sus políticas. La esencia del Neoliberalismo sustentada por las transnacionales, estriba en esa jugada: Apropiarse de las fuentes de materia prima y de muchas de las condiciones naturales de la vida con la complicidad descarada de las burguesías desnacionalizadas y los Estados complacientes, dirigidos fundamentalmente por tecnócratas formados en las Universidades Norteamericanas.



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José Bonilla A.


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