Yo estoy seguro o casi seguro, que un 90% de los internos (presos) que se encuentran en las cárceles son jóvenes: menos de 40 años supongo. Pienso también, que un alto porcentaje de ellos, pasaron muy poco tiempo en la escuela. Fueron además de excluidos, privados de una vida más o menos digna, pero efectivamente bombardeados con mensajes y formas de vidas que no estaban a su alcance por ser excluidos. La delincuencia creo yo, fue una forma de vida que les permitía “tener algo” y esa forma de vida que probablemente angustio a sus padres, fue el recinto donde “vivían” con sus parientes más cercanos, pero en donde todos fueron paulatinamente volviéndose extraños afectivamente, pero compartiendo penas y antivalores.
El hacinamiento en las cárceles venezolanas es fundamentalmente un problema cuyo origen está en la exclusión y la respuesta que uno observa desde ese mundo del interno y de los venezolanos y venezolanos que juegan a ser su familiares, es también una continuidad de ese proceso de exclusión, que es definitivamente un gran muro ideológico que les impide captarse y entenderse en la dura realidad que confrontan. Estar en una cárcel no es vida, pero ver la manera cómo desde sus entorno familiares afrontan el problema lo es menos, porque estos venezolanos y venezolanas continúan atrapados en el mundo y los intereses del otro. Entiendo que lo más grave no es haber entrado en ese drama social de la delincuencia porque los hijos tomaron ese camino. Esto no es lo peor. Mucho más grave que haber entrado en ese mundo, es no ser capaces de entender el drama que condujo a que un joven (su hijo o esposo) haya caído en la delincuencia. Tener a un familiar en cárcel debe ser una cosa horrible y no lo deseo para nadie, pero este hecho es una consecuencia y debe entenderse su razón o causa.
En esto último está en el gran drama del proyecto bolivariano. Ver a un familiar de un interno participando activamente en la manipulación que los medios hacen del evento no es nada nuevo, porque una cosa más o menos parecida, es oír en una a una persona muy humilde expresarse con las “ideas” de FEDECAMARAS o de los grupos de oposición.
Haber observado casi en vivo y en directo, toda la paciencia que ha puesto el gobierno venezolano para actuar bajo un esquema de respeto a la vida y a los derechos de los internos y oír las expresiones y las argumentaciones que ofrecen parte de las familias, nos conduce a determinar de alguna manera, nuestra debilidad e incapacidad comunicacional y lo peor, no trasmite igualmente que nuestros medios nos vienen colocando frente a una burda manera de ver y observar los acontecimientos. En esto hay un gran vacío y un evidente demostración que estamos perdiendo una guerra en un terreno que debería ser nuestro.
Aunque toda la oposición y los medios de comunicación privados, muestren ahora su solidaridad con los internos mafiosos y esto se observe también como una solidaridad hacia todos los internos, se entiende la razón de esta posición o conducta hipócrita y politiquera. En el fondo, para estos personajes cada uno de los internos son unos perros y si fueran gobierno ya hubiesen acabado con el conflicto a su modo. Eso debemos entenderlo, lo que no es fácil entender todavía, es cómo las familias de los internos y sectores sociales que ayer fueron excluidos y hoy no lo son tantos, “entienden” el mundo y sus situación desde la perspectiva de los opositores y de los dueños de los medios. Corrijo, entiendo la razón de este comportamiento, lo que no entiendo es la manera en que viene tratándose la guerra comunicacional por parte de los factores de dirección del proceso.