La rectificación va, pero hacia la derecha

Tascón y la derecha endógena


En los últimos meses ha sido muy utilizada la frase de “derecha endógena” para referirse a las desviaciones burocráticas y quintacolumnistas que reiteradamente se observan dentro del gobierno bolivariano. Sin embargo, no se ha desarrollado una caracterización a fondo de esa derecha endógena. La misma aparenta ser una fuerza etérea que flota en el ambiente pero contra la cual no se desarrolla ninguna iniciativa política ni se combate en modo alguno.

Creemos que ya es hora de comenzar a precisar claramente quiénes son esa derecha endógena, es tiempo de definir en dónde se ubican los enemigos internos de la revolución, para poder iniciar contra ellos una fuerte ofensiva política que salve a la revolución bolivariana del colapso total hacia el cual pareciera conducirnos la actual situación del país.

La destemplada respuesta que Diosdado Cabello y Cilia Flores hicieran en días recientes en contra del diputado Luis Tascón, acusándolo de ser agente del imperialismo y decretando, una vez más, su expulsión del PSUV y del bloque parlamentario bolivariano, por el hecho de haber denunciado supuestas irregularidades en un ministerio, colocan en primer plano este debate.

Mientras Chávez realiza llamados diarios a que se denuncie cualquier irregularidad, a que se revisen y se rectifiquen las fallas del proceso, algunos sectores de la dirigencia chavista, como este caso de Cabello y Flores, se presentan sumamente sensibles ante las críticas, y su reacción, más allá de ser desproporcionada, es un síntoma claro de posiciones que tienden hacia el fascismo estalinista del cual hemos tenido multitud de manifestaciones en nuestros viejos partidos de izquierda.

Tascón mismo se ha referido antes a la derecha endógena, aunque ese término no sea de su propia elaboración. Quienes le responden ahora probablemente nos están haciendo el favor de descubrirse ante el país como parte de esa peligrosa desviación política que esta viviendo nuestra revolución bolivariana.

Pero es necesario un análisis a fondo y un debate profundo en el seno del movimiento revolucionario, que culmine en la caracterización precisa de esa derecha endógena. En esta tarea es imprescindible precisar los intereses económicos que se mueven detrás de esa derecha endógena, e incluso las fuerzas económicas que ellos mismos representan (no solamente pueden ser “representantes” de sectores de la burguesía, sino que puede estar naciendo un nuevo sector burgués bajo el amparo del gobierno bolivariano). En esa dirección pretendemos iniciar con nuestros modestos aportes esta tarea. La derrota de la derecha endógena es hoy tan importante para la revolución como el enfrentamiento a la ofensiva de los enemigos externos.

1) EL EMPRESARIADO “CHAVISTA”: Esta semana fueron entrevistados en el programa matutino de Ernesto Villegas los empresarios “bolivarianos” Alberto Cudemus y Francisco Natera. Estos señores sorprendieron con una fuerte crítica contra las políticas económicas del gobierno bolivariano, exigiendo expresamente cambios en el viceministerio del Milco.

Deducimos que esta presión contra el gobierno por parte de estos burgueses que supuestamente respaldan la revolución viene desde meses atrás, y que es lo que explicaría la salida de Maria Cristina Iglesias y José Khan de los importantes ministerios de industrias (MILCO y MIBAM). Ambos ministros son considerados como de la izquierda dentro del consejo de ministros, y su salida podría ser parte de lo que Chávez ha llamado “acercarse al empresariado y a las clases medias”. Realmente fue sorprendente la salida de Iglesias y de Khan, puesto contra ellos no existían críticas o cuestionamientos de relevancia ante la opinión pública, y por el contrario gozaban de un importante prestigio entre el pueblo bolivariano.

Arrodillarse ante este pseudoempresariado bolivariano puede resultar un error fatal por parte de Chávez. El respaldo popular hacia la revolución no va a aumentar en modo alguno porque se le entregue el poder a la burguesía que dice llamarse “chavista”. Las clases medias no van a retomar su respaldo a la revolución porque el gabinete ministerial se llene de representantes de la burguesía (en América Latina la burguesía no gobierna para favorecer a las clases medias). El abandonar las políticas de control de precios y de regulación de mercados, junto a los proyectos de industrialización y agricultura que se inspiran en un nuevo modelo de economía social, sólo perjudicará el propio desempeño del gobierno, aumentará en el corto plazo los niveles de explotación, desempleo y penurias en las grandes mayorías sociales, y continuará cayendo por el tobogán el respaldo popular hacia Chávez.

Estos empresarios como Cudemus y Natera evidentemente son fieles representantes de la derecha endógena, pero no son los únicos, y tal vez tampoco son los más relevantes.

2) LA BUROCRACIA EN CARGOS DE GOBIERNO: En el seno del gobierno bolivariano, en el consejo de ministros y la estructura ministerial hacia abajo, en la asamblea nacional, en el poder judicial, en las gobernaciones y alcaldías, en las corporaciones y empresas del estado, hasta en las misiones y demás programas sociales, se ha ido constituyendo un cuerpo burocrático extremadamente peligroso para el futuro de la revolución. Esta burocracia razona bajo los mismos parámetros que utilizaba la vieja burocracia adeco-copeyana.

Por ello la hemos llamado como una expresión neoadeca, de la vieja política cuartarrepublicana. A la burocracia sólo le interesa el control de espacios de poder dentro del estado, y el reparto del botín, es decir, el reparto del presupuesto de la nación. Sus razonamientos no tienen que ver con los intereses de la población ni con el fortalecimiento de la revolución. Todo el programa revolucionario que expone diariamente el presidente Chávez es racionalizado instrumentalmente por la burocracia, y termina descodificado en políticas abiertamente contrarias a las propuestas por el gobierno.

En esta semana, la burocracia le ha salido al paso a un discurso presente en algunos sectores populares, que distingue entre “poder constituido” (que sería el gobierno) y el poder constituyente (que serían las bases o movimientos populares). Aunque no hemos mantenido ese tipo de discurso, pensamos que la respuesta que han dado los representantes gubernamentales (Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez, entre otros), al decir que el PSUV debe estar subordinado al gobierno y a las funciones del estado bolivariano, constituye en los hechos una declaración profundamente contrarrevolucionaria.

Si el movimiento social y el PSUV deben actuar subordinados a la estructura gubernamental, a un aparato de estado que poco se diferencia del que existía en la cuarta república (por no decir que es el mismo), pues es muy poco probable que se puedan producir cambios en esa estructura de estado y de gobierno. Eso significaría hipotecar la revolución, suprimir las posibilidades de transformar la estructura social, política, económica y cultural del país.

Es una realidad presente en todo el país el descontento popular existente hacia los resultados negativos de la gestión gubernamental, sobre todo en materias como inflación, desabastecimiento, inseguridad ciudadana, construcción de viviendas, servicios públicos (acueductos y vialidad, principalmente), misiones como barrio adentro, mercal y otras. Revisar, rectificar y reimpulsar la gestión del estado bolivariano en los ámbitos mencionados no será posible si la protesta social debe restringirse, si el PSUV no puede cuestionar a las políticas y funcionarios de gobierno, si se coloca al movimiento popular al servicio del poder constituido.

Esta sería la muerte de la revolución, el paso definitivo para que la gestión del estado bolivariano se lance por un despeñadero similar al que hizo colapsar a la cuarta república.

Pensamos que quienes promueven este tipo de posiciones lo hacen conscientemente del daño que le hacen a la revolución. Porque si concluyéramos que es simplemente un error político, habría que concluir también que esta revolución tiene dirigentes tan mediocres que no merecen mantenerse en el poder, pues no son capaces de resolver necesidades tan elementales como el desabastecimiento y la inseguridad.

Un ejemplo lo tenemos con la inseguridad. El propio presidente Chávez ha dicho esta semana que los delitos han disminuido en un 80 % en Caracas en lo que va de 2008, en el marco de la gestión del nuevo ministro Rodríguez Chacín. Esa sola afirmación implicaría un cuestionamiento demoledor hacia la gestión del anterior ministro de interiores, Pedro Carreño, y conduciría a la apertura de averiguaciones administrativas de diversos tipos para dilucidar en qué gastó el presupuesto ese señor para ser tan ineficiente. Pero nada de eso vemos.

Otro ejemplo. Se han entregado equipos a las emisoras comunitarias de varias partes del país. Esos equipos estaban solicitados desde hace seis años, en algunos casos, y la importancia de que existan esas emisoras de TV comunitarias está más que demostrada ante la feroz campaña mediática que se ha revitalizado contra el gobierno en los últimos meses. Nos preguntamos, ¿qué impedía a los anteriores ministros del Minci y CONATEL, William Lara y Jessi Chacón, para no entregar antes dichos equipos? De nuevo, esta situación implicaría un profundo cuestionamiento a la gestión de ambos personajes al frente de dichas instituciones. Las conclusiones pudieran oscilar entre la manifiesta ineptitud para ejercer cargos de gobierno, hasta el trabajo solapado para sabotear el proceso revolucionario. Pero tampoco vemos aquí ningún tipo de reflexión, las tres R brillan por su ausencia.

Pensamos que dentro de esta burocracia gubernamental coexisten, junto a muchos buenos revolucionarios que intentan hacer su trabajo y solventar las trabas y dificultades que se van presentando, dos tipos de personajes. Los manifiestamente incapaces, los cuales no obstante haber puesto la torta en cuanta institución y cargo de gobierno hayan dirigido, son mantenidos por Chávez en nuevas responsabilidades, bajo la premisa errónea de premiar la lealtad política, premisa que lo está conduciendo al colapso del estado y a la pérdida acelerada de apoyo popular. Y por otra parte, quienes actúan de manera consciente para frenar la radicalización del proceso revolucionario, debido a que no comparten en el fondo el programa socialista que enarbola el presidente Chávez.

La realidad pudiera indicar que la burocracia es una mezcla de ambas cosas: de ineptitud y de conservadurismo político. La derecha endógena estaría representada, en este caso, por quienes piensan que el proyecto socialista no debe trascender más allá de las reformas socialdemócratas. Mientras aprovechan su paso por cargos de gobierno para mejorar sus finanzas personales, y en algunos casos para desarrollar proyectos empresariales propios, actúan combatiendo todas las manifestaciones populares que pudieran hacer avanzar al proceso por caminos verdaderamente revolucionarios.

Esta burocracia, sobre todo la más cercana a Chávez, le ha tomado el pulso a las características personales del presidente. Lo toman por un loco hablador de pistoladas, pero reconocen su liderazgo y se aprovechan del mismo. Se han dado cuenta que para estar bien con Chávez sólo basta con repetir mil veces: ¡sí, mi comandante! Y eso les garantiza perpetuarse en sus cargos de gobierno. Esta conclusión es lo único que puede explicar cómo personajes tan conservadores de la vieja izquierda socialdemócrata, como José Vicente Rangel, Rodrigo Cabezas y Luis Acuña, para poner sólo un ejemplo (se pueden contar por centenares los personajes de este tipo en cargos de gobierno), respalden a Chávez y digan estar de acuerdo con el programa de transformación continental y de confrontación antiimperialista que el presidente enarbola.

3) LOS MILITARES DE DERECHA: No podemos dejar de mencionar a multitud de militares activos y retirados que Chávez ha puesto en cargos del gobierno civil. Muchos de estos militares tampoco comparten para nada una propuesta de transformación socialista para Venezuela. Algunos de ellos trabajan conspirando en contra del gobierno, como estamos totalmente seguros ocurre con algunos generales activos de la Guardia Nacional, oficiales de la armada y de la aviación (porque nuestra actividad de inteligencia social así lo ha comprobado). Esta derecha endógena militar, si llega a fortalecer su ascendencia dentro de la fuerza armada, se convertiría en un peligro mortal para el futuro de la revolución. Sería la encargada de dar el zarpazo final, luego de que la mala gestión de gobierno promovida por la otra derecha endógena, la burocracia socialdemócrata, demuestre ante propios y extraños que el gobierno bolivariano es sencillamente incapaz de gobernar y de solucionar los problemas más sentidos de la población venezolana.

EL PLAN DEL IMPERIO PARA ACABAR CON LA REVOLUCIÓN BOLIVARIANA:

En noviembre de 2007 dimos a conocer un análisis sobre un documento que circuló por Internet: “Trece pasos para salir del laberinto”. Como dijimos allí, la idea central del documento es que el gobierno de Chávez puede ser derrocado apoyándose en las propias fuerzas dentro del chavismo (dice el documento mencionado: “En la estructura que mantiene al régimen chavista existen más aliados que lo esperado”). Es algo que pudiera parecer sorprendente, pero este documento de los “trece pasos” establece una estrategia explícita del imperialismo para derrocar a Chávez valiéndose de las propias debilidades internas de su gobierno.

En ese momento, dijimos lo siguiente, que hoy pareciera estar plenamente vigente:

“El documento diferencia claramente que dentro del chavismo existen sectores “radicales” y sectores “moderados” o “aliados”. El diseño general de la estrategia propuesta en el documento es crear un clima de ingobernabilidad en los próximos meses, noviembre, diciembre y enero, hasta llegar a febrero, en donde se instalaría en una capital provincial un gobierno paralelo, quedando sobreentendido que para que ocurra eso debe existir una insurrección militar que lo permita.

“La recomendación es única: Desarrollar un plan de profundización y desestabilización del régimen en tres etapas (Noviembre Tibio, Diciembre-Enero Caliente y Febrero de Gloria) al tiempo que se consolida una referencia creíble de oposición que nos conduzca hacia la libertad y la democracia. “

La “ruta” a seguir por la conspiración, según el documento, consiste en promover la salida del gobierno de todos los sectores radicales, y el fortalecimiento de los sectores moderados. Identifican por su nombre algunos de esos radicales que deben ser limitados o silenciados: Aristóbulo Isturiz, Mario Silva, los Roberto, Vanesa Davies, Vladimir Acosta, Ernesto Villegas, los estudiantes bolivarianos, diputados como Luis Tascón, Iris Valera, Carlos Escarrá, Earle Herrera, alcaldes como Juan Barreto. Dentro de esta estrategia contra la izquierda chavista, recomienda el documento que los sectores “moderados” del chavismo deben presionar para que el programa La Hojilla y Avila TV salgan del aire.

… La estrategia golpista busca liquidar a las fuerzas revolucionarias dentro del gobierno bolivariano, para luego derrocarlo, apoyándose en los “aliados” que el imperio tiene dentro del gobierno. Caracterizan certeramente la debilidad de los revolucionarios dentro del gobierno, y la fortaleza de lo que se ha llamado la “derecha endógena” dentro del chavismo:

“…el chavismo duro sigue estando fuera de las instancias de toma de decisión en todo el tren ejecutivo e institucional de la llamada República Bolivariana de Venezuela, esto permite vislumbrar escenarios desde los cuales se cultive la frustración en sectores medios de la Administración Pública Nacional que sumado a malos tratos y peor servicio prestado genere el desencanto en porciones populares que todavía continúan bajo la ilusión del mar de la felicidad del señor Chávez.”

Más claro no puede ser. El centro de la estrategia golpista pasa por la actuación saboteadora de la derecha endógena dentro del aparato del estado. Es una combinación de la protesta social en la calle, con el fracaso o colapso de la burocracia chavista que es incapaz de resolver los problemas más elementales de la población.

El documento reconoce que la fuerza de movilización de la oposición es limitada, y propone incluso maniobras comunicacionales y efectistas para lograr que la poca gente en las protestas no sea percibido como tal, y engañar a la opinión pública (como siempre lo ha hecho Globovisión):

“Un problema a resolver de manera inmediata es el de la participación masiva de la gente democrática en las marchas, para ello se pueden desarrollar iniciativas como trancar el tráfico y así dar la impresión de más personas en un momento determinado. Aunque a nivel internacional no afecta tanto, existen profesionales duchos en cabalgar sobre ese déficit, lo cual no niega buscar algún apoyo en figuras artísticas y deportivas.”

La estrategia golpista reitera varias veces la importancia de los acercamientos y acuerdos con los chavistas moderados:

“Quinto paso: Acelerar encuentros y acuerdos con aliados existentes en el seno del chavismo, no solo la gente de Podemos, algunos del PPT sino también del PSUV. No podemos menospreciar un cierto liderazgo dentro del chavismo, que nada tiene que ver con los comunistas y ultra-izquierdistas de siempre. La lucha es entre los chavistas violentos y la ciudadanía democrática.”

“Décimo paso: Dar fe que todo dirigente chavista que rectifique y colabore de alguna manera con nuestra causa, será exonerado de acusaciones, persecución o juicios luego de la caída de Chávez.”

“Doceavo paso: Debemos agrandar la distancia entre Chávez y los sectores atrasados y radicales del pueblo. En cada institución pública, incluso Miraflores, en las Misiones, en la UBV, UNEFA y demás supuestas trinchera del chavismo debemos hacer inventario de aliado y aligerar el cerco que imposibilite el encuentro con el pueblo.”

“Treceavo paso: Hace rato en muchas instituciones públicas se vive el chavismo sin Chávez, requerimos ahora llevar a toda la sociedad la imagen del Chávez sin chavismo, Chávez sin pueblo. Chávez abandonado por sus acólitos.”

El desarrollo siguiente del plan conspirador consiste en exacerbar la ingobernabilidad del país.

“Ahora vale todo; Vale el accidente de tránsito; la ruptura de una tubería de aguas limpias o negras; el hurto de materiales en el módulo de Barrio Adentro o en la escuela bolivariana… La combinación de diversas acciones es la única garantía de triunfo, así es obvio la necesidad de un Chávez aislado silenciado y aislado del pueblo confundido por él; con las vocerías extremistas apartados del tren gubernamental; los sectores extremistas dentro del gobierno maniatados, los que están fuera perseguidos y lo poco que le queda de pueblo desencantado.”

Todo esto sigue plenamente vigente. Aunque la derrota que sufrimos en el referéndum puede haber trastocado en algunos aspectos los planes del imperialismo (pues ellos pensaban que los derrotados iban a ser ellos, y sobre esa base pensaban actuar, gritando fraude), pareciera que han retomado de nuevo el plan desestabilizador, ahora adaptado a la nueva realidad de los resultados del 2D.

¿CUÁL ES LA SALIDA PARA SALVAR LA REVOLUCIÓN? Esta pregunta nos la hacíamos en el documento de noviembre, y hoy sigue siendo pertinente. Antes lo dijimos y hoy lo repetimos: Exigirle al presidente Chávez que actúe para contrarrestar el plan conspirador, fortaleciendo la vertiente revolucionaria de la acción gubernamental, y desarticulando progresivamente a la derecha endógena que conspira solapadamente para derrocarlo a corto plazo. El presidente Chávez debe asumir estas rectificaciones a corto plazo.

La rectificación de Chávez debe apuntar, necesariamente, a deshacerse de casi todo su entorno político, el cual ha sido enrocado una y mil veces en las distintas funciones de gobierno, poniendo la torta en todas. Sabemos que esta medida es harto difícil de tomar, pero no existe otra salida. Como dijimos en noviembre: El fracaso de la revolución bolivariana será la consecuencia de una estrategia equivocada ejecutada a lo largo de estos nueve años. La derecha endógena se ha apoderado del proceso, estrategia promovida y tolerada por el propio presidente, y hoy vemos cómo el gobierno se encuentra de manos atadas para responder a la campaña desestabilizadora. O Chávez rectifica revolucionariamente, o el tobogán de la conspiración seguirá fortaleciéndose.

El proceso de constitución del PSUV amenaza con convertirse en un “parte aguas” dentro de la relación entre burocracia y pueblo. Si se impone la tesis de que el movimiento popular debe estar subordinado al partido, y el partido debe estar subordinado al estado, pues poco quedaría por hacer desde el punto de vista revolucionario. En ese escenario, las tres R quedarían como pura demagogia, y el gobierno sería incapaz de rectificar las debilidades presentes. Ese paso conduciría directamente a una desastrosa derrota en las elecciones regionales de noviembre, a un profundo debilitamiento del proceso revolucionario, y colocaría a la orden del día la conspiración abierta y encubierta por derrocar a Chávez.

Los movimientos sociales debemos mantener la reivindicación de la acción autónoma del pueblo, sobre todo ante la coyuntura de crisis que atravesamos. Fortalecer las asambleas unitarias de organizaciones sociales, y avanzar a ejecutar planes comunes de acción es una forma de comenzar a recomponer las fuerzas revolucionarias. La estrategia de hacer realidad las tres R

El imperialismo tiene una estrategia compleja ante la cual debemos prepararnos. Ellos pueden optar por hacer languidecer la revolución, y que el fracaso de la acción de gobierno haga ver el fracaso de la propuesta socialista y revolucionaria, lo que culminaría con una derrota del chavismo en las elecciones presidenciales de 2012. Pero también pueden optar por aprovechar la debilidad actual de la revolución, considerando que más adelante la revolución podría recomponerse y fortalecerse de nuevo; para prevenir eso, pudieran lanzarse a una ofensiva desestabilizadora en el corto plazo, como pareciera que estuvieran promoviendo ahora, y tratar de tumbar a Chávez en cuanto sea posible.

República Bolivariana de Venezuela.

Montañas de Venezuela.

Desde lo más profundo del movimiento popular revolucionario.

15 de Febrero de 2008.





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