El contexto. ¿El software libre venezolano en pañales?

Señor Presidente, el software libre nacional puede afrontar los retos, ¡no más software privativo!

Si decimos que la producción de software en nuestro país es una actividad realizada por un número reducido y todavía desarticulado, tanto de particulares como de empresas relativamente pequeñas, que necesita y está ávido de apoyo de orden económico, socioproductivo y de capacitación entre otras, y que un número importante de ese pequeño universo de empresas no está aún en capacidad total de ofrecer servicios integrales plenamente congruentes con las directrices establecidas en el Decreto Nº 3.390, pese a prestar servicios a organismos gubernamentales, pero que van con empeño buscando el modo de cumplir con esta normativa, no estaríamos diciendo algo fuera de contexto o muy distinto a cuanto puede verse.

Sabemos, además, que la producción de software libre en nuestro país ha podido andar cuanto ha andado pese a algunas decisiones contrarias a sus principios, como la del caso GENEXUS y K2B que se ilustran más adelante. En otras palabras, se está diciendo que cuanto se está haciendo en este contexto se hace pese a que el estímulo gubernamental no se siente en la intensidad en que se espera y pese a varias decisiones que en ocasiones desestimulan. Pero se está diciendo también que se han obtenido resultados importantes sustentados, fundamentalmente, por el convencimiento de quienes han emprendido proyectos como desarrollo de herramientas para sus propias instituciones en el ámbito local, o la generación de aplicaciones de gestión administrativa, apoyando para ello empresas nacionales y talento regional.

Sabiendo que la constitución de una industria de software libre en nuestro país es no sólo una necesidad sino, incluso, uno de los pilares de todo el proyecto de la reflexión y construcción de la soberanía tecnológica de la que, a su vez, dependen varios otros elementos del Proyecto Nacional Simón Bolívar 2007-2013, tan sólo reafirmamos aquello que desde hace años es un sentimiento para varios activistas del software libre en Venezuela y para el mismo Presidente de la República: la posibilidad real de que el software, desde su condición de libertad, pueda contribuir a nuestro proyecto de nación.

Así las cosas, tenemos una producción de software que, de una parte, no cuenta con el decidido apoyo y acompañamiento por parte de los entes que esperan de ella respuestas en acordes con las pautas del Decreto 3.390 y en la que, por otra parte, hay una cantidad enorme de esperanzas puestas no ya sólo por parte del gobierno, sino por parte de quienes creemos que, efectivamente, se trata de una oportunidad sin igual para que la tecnología sirva a un proyecto político que va, sin duda, mucho más allá de la implementación de herramientas libres, hasta rozar la incorporación de procesos de reflexión importante no sólo en los técnicos responsables de desarrollar las herramientas, sino también en quienes, como usuarios, son parte importante de todo el ciclo de construcción de conocimiento en torno a la tecnología.

Sin lugar a dudas, es un error cifrar el logro de estas expectativas y esperanzas únicamente en el voluntarismo y empeño de los defensores y desarrolladores de software libre en el ámbito nacional. En esta, como en otras tareas se requiere, además, el apoyo decidido de las instituciones responsables de acompañarles y, también que las políticas públicas que se diseñen y articulen en torno a lo que está pensado y aceptado como necesario y bueno. Y esto es necesario verlo de forma clara y contundente por parte de las instituciones del Estado.

Lo lógico versus lo absurdo

El año pasado, quienes defendemos la implementación de software libre no desde una trinchera técnica, sino también desde la trinchera social, donde finalmente tendrá asidero y arraigo este tipo de tecnología, asistimos con asombro a la consumación de lo que para todos es un absurdo extremo y una contradicción tremenda con el Decreto 3.390, esta vez viniendo de parte de las instituciones públicas. Varias voces se han venido alzando desde el 2006 contra la adquisición de la GENEXUS como una solución plausible para obtener un generador de código compatible con plataformas y aplicaciones en software libre (referencias al final). Esto, sin duda, lo hace inoperante para servir a procesos de migración de software, a procesos de experimentación con diseño de nuevas herramientas o, tan siquiera, para servir a procesos de capacitación o adiestramiento. Pero es mucho más allá la reflexión necesaria y aún no realizada: ¿realmente necesitamos un software generador de códigos cuando nuestros desarrolladores nacionales contribuyen en muchos casos con proyectos internacionales y se están formando en academias de software libre buenos programadores?, y si tal reflexión nos condujera a pensar que existe tal necesidad, ¿por qué usar una herramienta privativa?

Como bien se sabe, la adquisición de GENEXUS, elaborado por una compañía uruguaya, se ha excusado, argumentándose que se produce en el marco de un acuerdo amplio entre la República del Uruguay y nuestro país. Sin embargo, el espíritu que inspira ese acuerdo es el intercambio de petróleo por tecnología. En nuestro contexto, para nuestro proyecto-país, no es válido el uso de cualquier tipo de tecnología, y que en el caso de software libre en Latinoamérica, Uruguay no es un país de referencia. De modo que, siendo que en Venezuela, el contenido de la tecnología comienza a ser de vital importancia, traducir este Convenio Marco en la adquisición de GENEXUS, ha resultado casi tan grave como la historia de la adquisición de la barredora de nieve para Maracaibo, durante la cuarta. Sobre todo si se ve que, luego de ese error, se comete otro: la selección de la herramienta K2B como herramienta de gestión administrativa, esta vez escogida por expertos venezolanos acompañados por el CNTI, cuando en nuestro país, para esa fecha, habían dos buenas opciones hechas localmente por técnicos venezolanos y atendiendo los requerimientos propios de nuestra APN.

A quienes decidieron adquirir una herramienta generadora de código como GENEXUS, pudo parecerles lógico hacerlo porque venía "atado" al convenio marco con Uruguay. A quienes escogieron la herramienta K2B para gestión administrativa a escala nacional, pudo parecerles algo lógico porque funciona a partir de GENEXUS. A quienes ahora saben de estas decisiones, puede parecerles lógico seguir las pautas del órgano rector en software en nuestro país, el CNTI, lo cual significa el abandono de los desarrollos nacionales impulsados gracias al apoyo al talento nacional. Sin embargo a la luz del Decreto 3.390 y, sobre todo, a la luz del Plan Nacional Simón Bolivar 2007-2013, todo esto resulta un profundo absurdo y un tremendo despropósito.

No se está andando a hombros de los Gigantes.

Richard Stallman ha dicho varias veces que uno de los principios del Software Libre es "montarse a hombros de los gigantes". Buena parte de la esencia colaborativa del desarrollo de software tiene que ver con aprovechar lo que ya está hecho en software libre y aportar más, sumar contribuciones para añadir capacidades y potencialidades al resultado que siempre está en constante revisión y mejora.

Sin lugar a dudas, desde el CNTI, una institución clave en la promoción e impulso de una industria nacional de software, no se cree en este principio. El día de ayer pudimos saber a través de una entrevista al actual presidente del CNTI Carlos Figueira, que ahora pagaremos mucho más para hacer algo que hemos podido hacer desde el principio: un generador de código propio y en código libre y que, además, los lapsos previstos para dicho desarrollo son, cuando menos ridículos. Altagracia será su nombre.

Comprar una herramienta no libre que además no permite ser utilizada en plataformas libres, para luego montar un pequeño equipo de desarrollo local que haga, en tiempo récord, en código libre un generador de códigos hecho en casa para que funcione haciendo lo que la primera adquisición no hace es, sencillamente un despropósito contrario al respeto mínimo de los principios éticos de nuestra revolución. Hemos invertido dos veces para hacer algo que, en este tiempo, con una inversión mucho menor a los 3.000.000 de US$ que se ha revelado costaría inicialmente hacer la gracia de GENEXUS/Altagracia.

Nuevamente reflexionemos, ¿realmente necesitamos todo esto?

Sin estímulo claro y decidido por parte de las instituciones y sin una política pública clara en tecnología orientada hacia nuestra soberanía tecnológica.

En las actuales circunstancias, viendo cuánto rechazo han tenido estas decisiones por parte de quienes defendemos el software libre desde varias trincheras, el llamado es a una reflexión profunda a quienes tienen en sus manos las decisiones de políticas y de instituciones. Por ejemplo, un criterio claro para escoger la herramienta de gestión administrativa para utilizar en la APN debió haber sido favorecer la producción nacional, por encima de otras variables. Mientras esto no ocurre, se observa en el informe del CNTI sobre la escogencia de K2B, que los criterios que privaron están más circunscritos al seguimiento de los convenios derivados del Convenio Marco firmado entre Venezuela y Uruguay, que al cumplimiento de nuestra normativa en software de uso en la APN.

Señor Presidente, impulsando el desarrollo y el uso, la apropiación de herramientas de software libre somos muchos los que estamos del lado del proceso que viene andándose en nuestro país, ahora de un modo más claro y decidido, y esperamos que las instituciones y quienes en ellas sirven se vistan, finalmente, con el traje de la patria que nos ampara a todos. Esperamos que puedan seguir el ritmo y la pauta que el país necesita y no la de sus propios intereses, pero no esperamos callados ... esperamos trabajando.

Presidente, sabemos que la labor de impulsar y constituir una verdadera industria nacional de software libre no es sólo un problema técnico, ni sólo un problema de voluntad, es también un problema de empeño y de compromiso, institucional, ciudadano, patriota. De quemar las naves se trata Presidente, y tenemos con qué afrontar el reto.

Se agitan aún en mi memoria reciente, las palabras tanto suyas como del Ministro Rafael Ramírez, con respecto a la necesidad de nacionalizar la industria petrolera, para garantizar el logro de la necesaria soberanía energética para nuestro país. Estaba claro ahí el mensaje: la soberanía está en el pueblo y en él debe residir, lejos del alcance de las empresas extranjeras y las grandes empresas nacionales apátridas.

Quizás este sea el momento de motorizar políticas que definan el perfil de la producción de software libre en Venezuela, quizás esa sea la mejor y más expedita vía para corregir tanto entuerto institucional y alimentar, con hechos, tanta expectativa de quienes creemos en las capacidades de nuestra gente para construir soberanía para nuestro país.

Por favor impulse tenazmente la constitución y desarrollo de una industria de software libre en Venezuela!


Referencias:

Cabreras V, Héctor (2006) "Carta al Presidente Hugo Chávez sobre el supuesto intercambio de Software Libre con Uruguay" en Aporrea http://www.aporrea.org/tecno/a21331.html

Palm, Francisco (2007) "Manual para hacer la migración al Software Libre, o por qué ni Genexus ni Java son opciones para Venezuela" en Aporrea http://www.aporrea.org/tecno/a41611.html

Bracci R., Luigino (2007) "Presidente Chávez: ¿El Software Libre en pañales?" en Aporrea http://www.aporrea.org/tecno/a41242.html

Jiménez, F. (2007): ""Genexus" un engaño Capitalista del MCT en pleno Socialismo del Siglo XXI". en Aporrea http://www.aporrea.org/tecno/a33266.html.

Rodríguez, J (2007) "Genexus 9 Venezuela" en Aporrea http://www.aporrea.org/contraloria/a38049.html

petrizzo@gmail.com



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