Humor

Yongo publicará “Manual para incendiar las calles”

Cual mecha encendida, la "ultraderecha recalcitrante, ultramontana y repugnante" pondrá en circulación el libro “Manual para incendiar las calles”, cuyo autor es el estudiante oposicionista Yon Goicoechea, conocido en el ámbito guarimbero como Yongo.

La obra, que representa una herramienta muy interesante para los noveles guarimberos, está publicada en una edición limitada de 500 ejemplares numerados y firmados por el autor. El manual viene en un estuche de lujo elaborado con cuero inflamable de lobo estepario, recubierto habilidosamente con piel de oveja y plumas de la Paloma de la Paz.

El libro contará con el financiamiento y el auspicio del National Endowment por Democracy (NED), International Agency for Development (USAID), Freedom House, Open Society Institute de George Soros, el movimiento serbio Otpor, Albert Einstein Institution y el Instituto Cato de Washington, corporación estadounidense que le otorgó el 23 de abril del año en curso el premio Milton Friedman a Yongo.

El “Manual para incendiar las calles” sera editado en papel satinado con abundantes fotografías originales a todo color. La totalidad de las gráficas tienen un intenso olor a gasolina y recogen una serie de tomas inéditas de las guarimbas realizadas por el sector opositor durante el año 2003 e incluye nuevas prácticas desestabilizadoras made in USA que serán aplicadas a sangre y fuego por el oposicionismo en todo el país.

El prólogo de la publicación humeante de Yongo, fue escrito en Miami por Robert Alonso, calificado por los globoperiodistas como “El Rey de la Guarimba en Venezuela”. Para entrar en materia de quemazón, el manual comienza con un epígrafe que parafrasea un conocido refrán de contenido altamente carburante: “Cuando veas las calles de tu vecino arder, pon las tuyas en remojo”.

Los lectores que adquieran la mencionada obra, recibirán un combo conformado por tres valiosos y útiles obsequios. El primer presente es un yesquero de lujo de la marca francesa S.T. Dupont. El segundo regalo es una pimpina o contenedor plástico con 5 galones de gasolina de avión, ya que la finalidad de quemar las calles es hacer volar a Venezuela en un estado de violencia.

Para completar el tripletazo de gratificaciones, los clientes reciben un CD con el aguinaldo Fuego al Cañón, cantado por el trío integrado por Leopoldo López, Enrique Mendoza y Henry Ramos Allup. En el coro le acompañan los diputados de Podemos Ismael “Se le Fue el Gallo” García y Juan José “Parlasur” Molina.

La citada canción navideña, que forma parte del repertorio preferido de Yongo, fue grabada con algunas variantes en su letra original. Pongamos oído a los cambios hechos por estos cantores oposicionistas: “¡Fuego al cañón!, / ¡fuego al cañón!, / para que respeten / nuestra quemazón. / Esta calle es grande, / tiene cuatro esquinas, / y en el centro tiene / una gran guarimba”.

En el fragmento introductorio de su libro de alta combustión, Yongo -quien ha sido catalogado por los amos de los medios privados como “la versión paradigmática del Nerón del Siglo XXI”- narra que se fue apasionando flemáticamente en juguetear con fuego. En primer lugar, se dio a la tarea de quemar cosas propias, hasta llegar a profesionalizarse como un auténtico come candela antichavista que cobra de 500 mil dólares en adelante por sólo quemar una cuadra.

En tal sentido, cuenta que durante sus estudios de pregrado de Derecho realizados en la UCAB se quemó las pestañas para poder aprobar las materias que cursó. Además confiesa que, como buen político, “le gusta echarle leña de chaguaramos o palmeras al fuego”. Sin embargo, escribe que “jamás metería las manos en el fuego por políticos como Antonio Ledezma, Henry Ramos Allup, Leopoldo López, Cabeza ’e Motor, Enrique Mendoza, Manuel Rosales, William Ojeda, Ismael García, Teodoro Petkoff, Raúl Isaías Baduel y Boboman”.

También revela que, desde que se convirtió en un dirigente estudiantil mediático, algunos dueños de los canales de televisión privados le sugirieron quemar la grasa de los kilos que tiene demás.

Yongo proclama a los cuatro vientos que se ha puesto belicoso, pendenciero, bravucón y ha adoptado un lenguaje explosivo desde que comenzó a comer pescado para rebajar. “Creo que mi cambio de conducta se debe al alto contenido de fósforo que tiene el pescado” –resalta Yongo en la página 24 de la mencionada publicación.

El estudiante de la UCAB también revela que desde el exterior le han pedido “que trate de incendiar el cielo, para ver si logra achicharrar el precio del petróleo que anda por las subes”.

En la mayor parte del libro se observa que Yongo hace un uso continuado y perverso de términos como guarimba, incendio, bombas, fuego, hoguera, carbonización, llama, fósforo, petardos, candelada, yesquero, vela, centelleo, fogata, alta combustión, detonación, quema, ignición, gasolina, auto combustión, queroseno, pira, proyectiles, cohetes, chispazo, calor de combustión, carbón, volar por los aires, quemador, refractario, curva tiempo-temperatura, conductividad térmica, llamarada, cortina de humo, leña, tumba ranchos, es decir acepciones muy específicas y propias de quien se dedica a guarimbear, a calentar las calles como medio de vida para derrocar al Gobierno nacional electo de manera libre y democrática.

Yongo recomienda que el libro, aceptado por la CIA como una violenta exquisitez por estar dedicado a Luis Posada Carriles, sólo deba leerse en las lujosas quintas del Country Club, en los centros comerciales Sambil Mall, San Ignacio Shopping Center y Tolón Fashion Mall. A su vez, las páginas leídas deben ser marcadas con billetes verdes de 100 dólares.

Sin más preámbulos, presentamos una de las recetas más explosiva y candente elaborada por Yongo, quien -por órdenes de los Halcones de la Casa Blanca- se convirtió en un chef o experto en el arte de cocinar conspiraciones y, sobre todo, en “incendiar en llamas las calles” de Venezuela. Prepare su extintor de fuego, extinguidor o matafuego, para poder leer las peligrosas y quemantes fórmulas golpistas de Yongo.

“Preparación: Ponga en una cacerola gigante tres litros de agua Perrier y añádele las fotografías lavadas y trozadas de Leopoldo López y Enrique Mendoza, entre otros tantos oposicionistas inhabilitados por haber cometido delitos de corrupción administrativa. Para darle un sabor internacional patrañero y tunante, como base para el aderezo utilice trocitos de la foto desteñida de la parlamentaria de Mercosur, Adriana Peña.

Deje calentar el mazacote oposicionista durante cinco minutos. Luego revuelva, mientras le agrega lentamente jugo de limón, pimienta negra, sal, pólvora y azufre marca Casa Blanca. Cuando el revoltijo alcance el hervor, súbale la temperatura hasta que la preparación obtenga la calentura de la efervescencia callejera. A continuación, para garantizar el logro de la agitación deseada y ponerle calor a la guarimba, adiciónale tres botellas de cañita de la recomendada por Ricardo Koesling.

Para que los ingredientes no se empeloten y descompongan, como sucedió con la selección de los candidatos a gobernador y alcalde, ponga a hervir en una olla más pequeña el Pacto de Unidad del oposicionismo firmado el pasado 23 de enero y dos fotocopias salpimentadas del decreto de Pedro Carmona Estanga, leído por Daniel Romero en el Salón Ayacucho del Palacio de Miraflores el 12 de abril de 2002.

De seguidas, escurra las hojas del Pacto de Unidad y el decreto de Carmona y píquelas con rabia en trocitos muy pequeños. Mezcle al instante la fallida disposición unitaria y el precepto carmonista con las fotos de George Bush, Barack Obama, Álvaro Uribe, el título de politólogo de Nixon Moreno y el explosivo arroz con mango verde que se ha formado en la oposición por la selección de candidatos a los comicios regionales del 23N.

Póngale a la preparación gasolina de avión al gusto. Con la finalidad de no perder los millones de dólares derrochados por el sector opositor, agréguele todas las facturas canceladas para publicar los comunicados del Movimiento 2 de Diciembre, dirigido por el apático y soñoliento Boboman. Si quiere darle un inigualable sabor a ignorancia filosófica, adiciónele las frases siguientes: “No hay que pedirle peras la horno”, “si me matan y me muero” y “no creo en cantos de ballenas”. Evite agregarle la frase: “Margarita es una isla rodeada de agua por todas partes”, porque puede anegar la preparación.

Una vez cocido este insípido mazacote apelmazado de contradicciones internas, entrégueselo con premura al primer guarimbero disociado que encuentre en la calle con pretensiones de suicida político. Luego retírese a su casa a ver por los canales de televisión como el grupastre de tontos útiles de siempre trata de incendiar las calles. Si no quiere perder el glamour caminando al lado de Antonio Ledezma y Cabeza ’e Motor, viaje al exterior como lo hicieron Carlos “De Que” Fernández y Boboman, después de llamar a quemar las calles”. ¡Buen provecho golpista!

Cabe resaltar, que las pocas personas que han leído el borrador del folleto siniestro de Yongo califican a esta publicación “como una vulgar cortina de humo que intenta ocultar la incapacidad del oposicionismo, en cuanto a conseguir los votos ardientes de sus seguidores para poder ganar algunas gobernaciones y alcaldías de Venezuela”.

Varios articulistas han escrito en sus columnas periodísticas que el mencionado folletín resultará “un auténtico barril de pólvora mojada, situación que refleja que Yongo jamás participó durante su niñez en juegos populares como La Candelita, Veinticinco y un quemao o El Toro Candela. Igualmente, demuestra que todavía, a pesar de su edad, Yongo no ha llegado prendido a su casa”.

Sostienen los comentaristas en que todas estas privaciones de vivencias, además de no haber sabido disfrutar a plenitud el sagrado fuego del amor íntimo y el fuego de amor que irradia la democracia bolivariana, unido al hecho de creer a manos juntadas en la existencia de la Quinta Paila del Infierno operada por el Diablo George Bush, han llevado a Yongo -entre otros malos aspectos- a la apagada calamidad de interpretar de manera equivocada el chispazo del mensaje libertario de los llamados Papeles de Mandinga.

Los analistas consideran que si “Yongo todavía conserva encendida la llamita ética y el casco no le quedó echando humo, debe tener mucho cuidado al jugar con fuego en su pretensión de incendiar las calles de Venezuela, porque le puede suceder como dice la letra de una conocida canción que popularizó Celia Cruz: Que le den candela, / ay, que le den castigo, / que lo cuelguen de una cometa / y que luego corten el hilo”.

vchavezlopez@hotmail.com


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Vidal Chávez López


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