Sobre la tolerancia

Una de las ciencias adonde menos hemos avanzado es aquella que tiene por fin reflexionar en torno al entendimiento del otro. Por eso escasea el razonamiento sobre el respeto por los diferentes. Nadie explica racionalmente la necesidad de cultivar la pluralidad ni reconocer las ventajas que tiene la diversidad cultural como medio de entendimiento. Sin estos conocimientos no habrá una sociedad creíble, humana y apta para desarrollar una cultura democrática.

La ciencia del diálogo, es el espacio único, para que se produzca mi  auto-reconocimiento. Pre-condición necesaria para avanzar hacia la comprensión del otro, y no significa estar de acuerdo con él, sino sencillamente entenderlo para poderle hablar. Producir la palabra, para que surja la razón, y desde allí, se produzca la tolerancia, que se acuna con la racionalidad y con ella se amplíe nuestra capacidad para comprender.

Siempre encuentro ayuda en  Sigmund Freud Ej. reconoce la intolerancia como "expresión de un narcisismo que aspira a autoafirmarse" y, como imagen de la agresividad instintiva del hombre. Mira la intolerancia como el resultado de la neurosis de la sociedad moderna, estima que su cura llega con el cultivo de la racionalidad y el empuje de los sentimientos de afecto.

En dirección contraria, a la racionalidad, se mueven aquellos cuyas conductas no se producen, desde la razón, sino desde la medula espinal. Área mas primitiva del cerebro y desde allí actúan, no con racionalidad, sino por el azar y la violencia de sus excitaciones.

Es malestar que produce muchos y preocupantes efectos y descubre no pocos defectos. Asombra que el Presidente del país, que se jacta de tener escrito en sus símbolo patrios los mítico conceptos de: Libertad, Igualdad y Fraternidad, termine declarando la necesidad de expulsar de su país  a los gitanos. Medida intolerante, totalmente xenófoba y racista, que ha hecho correr muchos ríos – felizmente solo- de tinta, de tinta negra y oscura.

En nuestro país los intolerantes han recurrido, al tiro, la tala y al fuego con la intensión de “persuadir” y aterrorizar a quienes se muestren indiferentes a su reaccionaria cruzada. Parece que no saben que el fuego nunca ha sido una buen aliado para inducir al cambio de conductas. Menos aún, que se  un aceptable medio para lograr un truculento cambio de gobierno por vía de la renuncia  exigida al Presidente Maduro.

La intolerancia se asocia a los instintos. Y este espacio de le cerebro humano está constituido por símbolos y raíces primitivas. Desde allí expresa  contenidos bárbaros  que llegaran a ser materias de la razón. Desde allí supura en fantasías y revelan en imágenes simbólicas y estrambóticas: “no salimos de la calle hasta que se vaya el gobierno” dicen los terroristas desde la guarimba. O, nutre algo impensable como lo que grita el premio nobel de literatura: “murió el tirano Chávez” y “mañana cae Maduro”. Puras  fantasías cuyo sentido y armonía consigue expresar Vargas Llosa mediante la necedad de su consciencia que acompaña con los contenidos inconscientes de una mente bañada por el odio y la intolerancia.

El que niega a su patria, y la abandona: Vargas Llosa, logra un discurso que enmudece y deja sin aliento racional transitorio a los bobos de su auditorio. Logra una unidad mental de intolerantes que ha grito histérico le hacen coro a sus arrestos intolerantes. Obvio, son una muchedumbre  histérica  que debe cumplir rituales primigenios. Sobre todo, después de haber pagado sumas estrafalarias por su silla en el auditorio.

Esta masa de allí o la que va a misa en la Plaza Altamira se caracteriza por ser: impulsiva, movible e irritable y sobre todo movida por impulsos que no les permite sino aferrarse a sus odios.

Los muchachos guarimberos y terroristas, pagados algunos, otros llevados a empujones por sus madres, al momento de verse – como los he visto actuar en Chacao - pueden ser a un tiempo, verdugos,  al dirigirse a incendiar un maternal. O de la  misma e inesperada  forma,  transformarse en mártires o “dolorosas plañideras” que se acercan en forma suicida a un guardia para llorarle  y luego escupirlos para tratar de que estos respondan.

Ellos son a la vez intolerantes, autoritarios y conservadores al extremo de no entender Pej. que su símbolo manos blancas es signo reaccionario y primitivo aplicado por movimientos de extrema derecha. Pero al final sus esquemas son casi siempre: exagerados y matizados de simplismo, y sacramentados por sentimientos y juicios muy infantiles.

A pesar de todas estas limitaciones, y presencia de contradictorios elementos, debo insistir en que no conozco ningún otro camino hacia la paz  y la tolerancia que el diálogo.



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Tulio Monsalve


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