Jerusalén y Nathan el Sabio (II/II)

"Hago un llamamiento desesperado para que todos se comprometan a respetar el statu quo de la ciudad, en conformidad con las resoluciones pertinentes de las Naciones Unidas"

Papa Francisco

"La decisión del presidente es un paso importante para la paz porque no hay paz que no incluya Jerusalén como capital del Estado de Israel"

Benjamín Netanyahu

"Esto no es más que el reconocimiento de la realidad"

Donald Trump

"Si perdemos Jerusalén, no podremos proteger La Meca"

Recep Tayyip Erdogan

I. Lessing, Trump y todo lo demás …..

Frente a la azarosa e inclusive absurda y prepotente posición adoptada por el gobierno de los Estados Unidos y sus comparsas, de querer organizar al mundo de acuerdo a sus intereses(por ejemplo, reconocer a Jerusalén como la ciudad capital de Israel y trasladar la embajada norteamericana desde Tel Aviv a Jerusalén), pasando por encima de la ONU y de la globalizada protesta mundial(popular). Ante tan desolador panorama creo que es de mucha pertinente releer el libro de Gotthold Ephraim Lessing (1729-1781): Nathan el sabio.

Ephraim Lessing es considerado como el máximo exponente de la ilustración alemana. Publicada en 1779, Nathan el sabio "ha sido reconocida como una de las grandes obras maestras de la literatura alemana, además de ser ejemplar por las ideas expresadas sobre la tolerancia religiosa".

Si bien la genialidad de Lessing, unida a su agudo sentido crítico le llevaron a abordar con igual maestría diversos temas de crítica literaria, crítica estética, religión, pedagogía o filosofía. Aquí básicamente me ocuparé de algunos aspectos de su poema dramático Nathan el sabio en el cual Lessing alcanza su máxima expresión como humanista.

En dicha obra, canto al amor, a la comprensión y a la tolerancia, Lessing expone sus convicciones acerca de las libertades de credo, de pensamiento y de conocimientos que todo ser humano que se considere como tal debe observar. La acción tiene lugar en Jerusalén durante la III Cruzada, en poder de Saladino. (La III Cruzada tuvo lugar entre 1189 y 1192, durante su desarrollo, Jerusalén fue tomada por Saladino, en ese entonces sultán de Egipto y de Siria. Los cruzados estuvieron encabezados por Federico I, Barbarroja, emperador de occidente, Felipe Augusto de Francia y Ricardo Corazón de León de Inglaterra, a este último correspondió concretar la paz con Saladino)

Se trató de un momento crítico en el cual se encontraban a punto de estallar las fricciones y los conflictos ocasionados por las diferencias de credo entre judíos, musulmanes y cristianos; todos ellos representados en la obra por un judío, un mahometano y algunos cristianos, de quienes, con vivos colores se mostraban sus cualidades y defectos.

En sí, Lessing busca oponer a la ceguera dogmática el uso de la razón. De hecho la idea principal es que la tolerancia y el respeto a las otras formas de vivir y de pensar pueden propiciar y hacer posible la convivencia pacífica. El personaje que reúne los requisitos y es capaz de lograr dicha convivencia es el judío Nathan, representante de la verdadera sabiduría: iluminador, guía y prototipo de una humanidad esclarecida quien, por encima de las diferencias circunstanciales de credo, tiende a unir a los hombres en una creencia universal. Su meta es la moralidad superior que conducirá al amor, al Ser Supremo, mediante la tolerancia y la comprensión entre los hombres. No sabemos cuánto duró la convivencia pacífica lograda por Nathan con el consentimiento de Saladino, y si bien la idea tiene mucho de utópica, en la actualidad, aunque ahora sean otros y más materiales los asuntos en discordia, lo dicho nos hace pensar y desear que surgiera un Nathan el sabio, en este caso colectivo, como lo es el Consejo de Seguridad de la ONU, que evite que estalle una guerra que puede ser el preludio del fin de la humanidad. Nathan el sabio es un canto a la tolerancia, al respeto y a la convivencia entre los seres humanos, independientemente de su credo religioso. Es un grito contra todos los radicalismos, fanatismos y fundamentalismos, vengan de donde vengan. Y todo ello, aderezado con una trama muy bien construida, al más puro estilo de las historias de enredo, alternando escenas de acción y de intriga con otras de ternura, de reflexión y de humor, manteniéndose vivo el interés del público hasta la sorpresa final. La obra nos lleva a la Jerusalén de la tercera cruzada, cuando chocan contra sí mismas las religiones cristiana, judía y musulmana. Las tres "fes" están enfrentadas y dos de ellas en guerra declarada.

II. Nathan, el Sabio (Tercer Acto, escena séptima de Nathan el Sabio)

Como ya se dijo, el argumento de este drama se sitúa en Jerusalén. En él, además del judío Nathán, son protagonistas el sultán Saladino de religión musulmana, y un caballero cristiano de la orden del Temple. El contexto plantea centralmente el problema de relación entre las tres religiones de Jerusalén dominada por el sultán musulmán, asediada por el ejército cristiano, y en la que residen pacíficamente pero no sin desconfianza, ciudadanos judíos. Se establece entre los tres protagonistas un juego de relaciones personales muy estrecho. Por un lado, son deudas de gratitud: a su vuelta de un largo viaje, Nathan se entera de que un cristiano templario ha salvado a su hija adoptiva, Reha, de las llamas de un incendio. A su vez, este cruzado, tomado prisionero en el asedio a la ciudad, había sido indultad por el sultán Saladino en el último momento de la condena a muerte.

Por otro lado, la red de agravios que plantea la trama de la obra, no es menor: el templario está en tierras palestinas precisamente por causa de su religión, para luchar contra el dominio musulmán de los lugares sagrados, Nathan, por su parte, adoptó a Reha después de la muerte de su esposa y sus siete hijos a manos de guerreros cristianos. La ha educado al margen de toda religión, lo cual significa, para el obispo cristiano de Jerusalén, su condena a muerte. La polarización de los valores morales de estas conductas entre la bondad y la maldad, nos sugieren la capacidad de las religiones, de las tres, de motivar, al mismo tiempo, acciones terribles o de la mayor generosidad. Ese es el terreno en el que plantea el autor su hipótesis y el que le proporcionará la línea de investigación a seguir.

Se trata, de mantener un equilibrio, y lograr un juicio justo para cada una de las acciones que se van planteando, reflexionando sobre las intenciones de cada uno de los protagonistas y evitando hacer juicios generales que obscurezcan la situación. La generosidad de unos con otros se manifiesta al margen de los preceptos religiosos, y es común a todos ellos .Y la maldad esta generada por las conductas fanáticas ,que siguen ciegamente una obediencia de los preceptos ,sin tener en cuenta el factor de humanidad ,que es el que genera la generosidad .Tanto el ataque de los templarios ,como la decapitación sistemática de los prisioneros por parte de Saladino ,como la condena del patriarca, son el fruto de mandatos que se establecen como impersonales. En cuanto se plantea una relación y una reflexión más personalizada, las conductas se tornan radicalmente bondadosas.

«♦»El mensaje central que la obra quiere transmitir esta sintetizado en un relato que el judío Nathan, llamado el Sabio por el pueblo de Jerusalén, hace al sultán Saladino cuando éste intenta ponerle en un aprieto al preguntarle cuál de las tres religiones: la judaica, la islámica o la cristiana es la verdadera , y las razones de ello.

Texto 1: (Tercer Acto, escena séptima de Nathan el Sabio)

"Hace muchísimos año vivía en Oriente un hombre que poseía un anillo de valor incalculable, de mano amada recibido. Era la piedra un opal que refleja cien bellos colores y tenía la fuerza secreta de hacer acepto a los ojos de Dios y de los hombres a quien la levara con esa confianza. ¿Quién se extrañará de que ese varón de Oriente no quisiera dejar de llevarla nunca en su dedo y de que tomara la disposición de conservarla eternamente en su casa? A saber, del siguiente modo. Dejó el anillo al predilecto de sus hijos, establecido que éste, su vez, los legara al que fuese su hijo predilecto y que el predilecto, sin tomar en cuenta el nacimiento, se convirtiera siempre sólo en virtud del anillo, en cabeza y príncipe de la casa. Y así, llego finalmente el anillo a un padre que tenía tres hijos, los cuales le eran igualmente obedientes y, en consecuencia, no podía por menos de quererles igual a los tres. Lo que sucedía es que unas veces le parecía más digno del anillo el uno, otras el otro o bien el tercero según se encontraban a solas con él cada uno y no participaban los otros dos de los desahogos de su corazón; conque tuvo la piadosa debilidad de prometer el anillo a cada uno de ellos. Y así fueron yendo las cosas. Pero claro, llegó la hora de la muerte y el bueno del padre cae e al perplejidad. Le duele ofender a dos de sus hijos, confiados en su palabra. ¿Qué hacer? Manda en secreto que encarguen a un artista fabricar otros dos anillos, tomando como nuestra el suyo, ordenado que no se repare en gastos ni en precio un en esfuerzos, para conseguirlos iguales, completamente iguales. Lo consigue el artista. Cuando le lleva los anillos, ni el padre mismo puede distinguir el original. Satisfecho y contento llama a sus hijos, aparte a cada uno; da su particular bendición a cada uno, y se muere. Apenas muerto el padre, viene cada uno con su anillo y quiere ser el príncipe de la casa. Se investiga, se disputa, se demanda. Inútil, imposible demostrar cuál es el verdadero anillo, casi, tan indemostrable como nos resulta la fe verdadera"

«♦»Esta parábola nos indica la creencia de Lessing de las diferencias culturales que afectan a las tres religiones. Aunque las tres son vías legítimas, creadas por diferentes grupos sociales, que han ido configurando su religión y su iglesia conforme a sus propias necesidades e historia. Son fruto, de las diferentes evoluciones históricas y el mismo Dios, personalizando en el padre, busca la imposible distinción de la verdad entre una y otra. Pero los hijos se empeñan incansablemente en la discusión acerca de la legitimidad y la prevalencia de una sobre otra. Los problemas que tal discusión platea los explica Lessing en una segunda parte de su relato, en la intervención del juez.

Texto 2: (Tercer Acto, escena séptima de Nathan el Sabio)

Los hijos se querellaron y cada cual juró haber recibido el anillo directamente de manos del padre. Cosa que era verdad. Y ello, luego de haber recibido del mismo con anterioridad la promesa de gozar un día del privilegio del anillo. Cosa 1ue no era menos verdad. El padre, protestaba cada uno, no pudo haber sido falso con él; y antes de recelar tal cosa del mismo, de padre tan querido, antes eso, dice que no le queda más remedio que tachar de juego sucio a sus hermanos, por más inclinado que esté a no creer de sus hermanos sino lo mejor, y dice que quiere descubrir a los traidores y vengarse.

El juez dijo: como ni me traigáis aquí sin más dilación a vuestro padre, os expulso de mi tribunal. ¿Os habéis creído que estoy aquí para resolver acertijos? O ¿es que estáis aguardando a que el anillo diga esta boca es mía? Pero, un momento. Me dicen que el anillo auténtico posee la fuerza maravillosa de hacer bienquisto; acepto a Dios y a los hombre. Sea esto lo que decida. Porque los anillos falsos no tendrán este poder, en efecto. Veamos, ¿Quién de no vosotros es el más amado de los otros dos? Venga, declaradlo. ¿Calláis? ¿Qué los anillos sólo actúan hacia atrás y no actúan hacia afuera? ¿Qué cada uno de vosotros a quien más ama es a sí mismo? ¡Oh! Luego los tres sois estafadores estafados. Ninguno de los tres anillos es auténtico. Seguramente se perdió el auténtico y el padre mandó hacer tres en vez de uno para ocultar la pérdida, para repararla.

Así pues, persiguió el juez, si prefería mi sentencia a mi consejo, marchaos. Mi consejo empero, es éste: Tomad la cosa como os la encontráis. Cada cual recibió de su padre su anillo, pues crea cada cual con seguridad que su anillo es el auténtico. Otra posibilidad cabe: que no haya querido tolerar ya en adelante el padre en su propia casa, la tiranía del anillo único. Y una cosa es segura: que os amaba a los tres y os amaba por igual, por cuanto no quiso postergar a los dos para favorecer a uno. ¡Pues bien! Imite cada cual el ejemplo de su amor incorruptible libre de prejuicios. ¡Esfuércese a porfía cada uno de vosotros por manifestar la fuerza de la piedra de si anillo! Venga en nuestra ayuda esa fuera con dulzura, con cordial tolerancia, con buen obrar, con la más íntima sumisión a Dios. Y cuando luego, en los hijos de vuestros hijos, se manifieste hacia fuera la fuerza de las piedras, para aquel entonces, dentro de miles de años, os cito de nuevo ante este tribunal. Entonces se sentará en esta silla un hombre más sabio que yo y hablará.

«♦»La fuerza de las obras, el juicio justo y bondadoso de cada cual es la prueba de la autenticidad del anillo. Y si el anillo no ayuda a que eso sea así, es que es falso. Hay una relación de doble dirección entre el anillo y la bondad de su poseedor; y si la conducta de quien lo posee no es la adecuada, el anillo se desvirtúa. Los tres serían falsos. Por eso el amor de los demás hacia el poseedor del anillo no es prueba para nada.

En definitiva, es imposible saber hoy por hoy cuál de los tres anillos –de las tres religiones–, es la auténtica. Solamente debemos procurar comportarnos como el padre, con su amor incorruptible y por igual a todos sus hijos. Quizás de esa manera, algún día nos podemos guiar por los frutos de esa conducta para deducir su verdad. El amor del padre a los tres, universal podríamos decir, queda fuera de discusión. Y ese amor es el que ha posibilitado la pluralidad de los anillos, de las religiones, como única manera de escapar a la tiranía de la única religión, nueva probabilidad que Nathan audazmente apunta.

Lecturas complementarias

Christian W. Troll, Dialogue and Difference: Clarity in Christian–Muslim Relations.Maryknoll NY: Orbis Books, 2009



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Luis Antonio Azócar Bates

Matemático y filósofo

 medida713@gmail.com

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