Contra el poder

PSUV es un paso cualitativo en la política venezolana

Como periodista le pregunté una vez a Adán Chávez, ¿porqué si la nueva constitución decía que los partidos deben hacer elecciones internas para definir sus autoridades, el MVR no acataba la normativa que paradójicamente propuso?. Me respondió que yo tenía razón al plantear esa contradicción, pero añadió que estaban trabajando en ese proceso. Eran los tiempos en que una reunión del MVR terminaba frecuentemente a botellazos, y aunque no se hicieron nunca las elecciones en dicho partido, el proceso político que sucedió a continuación permitió depurar dicha organización política. Hoy el Partido Socialista Unido de Venezuela nace en un proceso sin precedentes en la historia venezolana, para muchos políticos de vieja data se trata de un error. Acertada o no, la decisión implica definir algunos aspectos importantes para hacer política. Primero que todo, se le da un valor agregado entendiendo la indisciplina como una debilidad perturbadora en las organizaciones políticas anteriores. En segundo lugar, la participación de todos los sectores con mecanismos que limitan las estrategias sectarias y en tercer lugar la unidad ideológica, pues el que ingrese debe estar consciente de que se trata de una propuesta socialista que implica cambios en el modelo económico, político y social de Venezuela.

Podemos, PPT, PCV, entre otras organizaciones, se fracturaron en su interior, dejando con sus siglas a dirigentes políticos que tendrán la difícil tarea de aclarar a sus seguidores la contradicción de no aceptar la propuesta política de quien dicen seguir con lealtad.

Y allí precisamente radicó una gran debilidad del proyecto del presidente Chávez, al no existir un intermediario con credibilidad entre su gobierno y los ciudadanos. Cada partido político tenía un mensaje distinto, un enemigo distinto, un criterio distinto e incluso las organizaciones políticas destruían la imagen de los ministerios argumentando que intentaban ayudar al presidente de un desastre mayor. Era imposible para el ciudadano saber quien tenía razón, si el presidente, el ministro o el político según fuese el caso. Era obvio para el ciudadano que no podía confiar en nadie, y sin embargo, muchos confiaron en el presidente, pero una confianza a ciegas, pues el resto seguían generando incertidumbre. Hasta hace pocos días una dirigente de la UNT cayó en la simpleza de cuestionar el Ministerio del Trabajo sin más argumentos que su palabra, su opinión, su visión de las cosas, que se deslegitiman por sí solos cuando no se presentan hechos, denuncias concretas ni pruebas. Lo que es peor, cuando se debate un tema tan delicado en la televisión sin pasar por otros espacios. Un ciudadano puede hacerlo, pero no alguien que se proclame dirigente nacional de trabajadores y militante de un proceso. El PSUV obligará por su sola existencia, que el dirigente se exija más a la hora de hablar mal de otro miembro del proceso. Cuando usted identifica un problema se le pide al mismo tiempo proponer una solución, si esa solución es ‘quita a ese para poner a este’, entonces estás muerto políticamente.

Lo que se avecina es una pelea política fuerte, un debate intenso en los escenarios del PSUV, pero con algunos males superados y unas reglas de juego que implican más acción y menos demagogia.

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David Javier Medina


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