Hace falta una prueba de vocación

La prueba de admisión

Hace unos años para motivar a mi hija mayor en la obtención de un cupo universitario presente la prueba interna en la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en la Universidad Central de Venezuela, examen del que salí con la convicción de haber fracasado en mi empeño, no por el índice de dificultad de la prueba, la cual me pareció (y perdonen de todo corazón la modestia) en extremo elemental. Un par de textos sobre el que me hicieron una cantidad de preguntas, una serie de planteamientos para ser resueltos con un poco de lógica y un grupo de preguntas relativas a conocimientos generales, que cualquier persona que de cuando en vez hojee un periódico hubiese resuelto satisfactoriamente. Salí convencido de mi fracaso en primer lugar por la cantidad inmensa de personas que presentaron, mas de cinco mil para solo doscientos cupos, y en segundo lugar por que la mayoría eran personas muy jóvenes, con sus conocimientos frescos, otro gran numero estaba compuesto por profesionales, es decir, personas que ya tienen un carrera universitaria y una consecuente ventaja sobre todos los demás en esta empresa. La gran sorpresa para mi fue quedar entre los favorecidos y ver con tristeza que mi amada hija no quedo. Jamás un éxito me había causado tanta tristeza.

Esta experiencia que les refiero me dejo varias enseñanzas. Una de ellas, que el sistema educativo venezolano necesita de una minuciosa revisión y de un dramático giro. El caso de mi hija es un caso digno de estudio, se trata de una estudiante que durante toda su vida estudiantil mantuvo su fotografía en los cuadros de honor de los colegios y liceos donde estudio, lo que me hacia sentir el mas orgulloso de los padres.

La primera dificultad fue la prueba del CNU que no supo afrontar y que causo en ella desilusión y dio al traste con la confianza obtenida en años de excelentes calificaciones. Así en los últimos cinco años ha emprendido tres carreras universitarias que a la larga ha abandonado por haber descubierto en el camino que no era lo que en realidad le gustaba.

¿Por qué un estudiante de buenas calificaciones fracasa en una prueba tan elemental como la citada al comienzo? ¿Cual es la razón por la cual nuestros estudiantes se la pasan en un constante ensayo y error en cuanto a sus estudios universitarios? ¿Por que priva mas el ser solidario con el pana escogiendo la misma carrera que este?

Son muchas las respuestas, pero vienen a mi mente un par de anécdotas que para mi encierran parte de la explicación. Estando en segundo grado mi pequeña hija me entrego una prueba de ciencias naturales en la que tenía dieciocho puntos, me impresiono el hecho de que la gran cantidad de errores ortográficos propios de la edad y propios si se quiere del grado, no estaban corregidos. Al siguiente día me presente al plantel educativo y pedí hablar con la maestra, la cual gentilmente me atendió, le hable de la prueba en cuestión y me dijo que si pensaba que la niña tenia veinte puntos en el examen ella se los pondría, le dije que no era por la nota mi visita, sino por la gran cantidad de errores ortográficos no corregidos, la maestra en tono muy suave me explico lo que yo no entendía, que lo que pasaba era que la prueba era de ciencias y no de castellano. Como impulsado por un resorte y a la carrera irrumpí en la Dirección del plantel y espantado le explique a la Directora lo conversado con la maestra de segundo grado, la señora Directora me respondió que no me preocupara, que lo que se evaluaba era que más o menos supieran leer y escribir…Le dije que no me parecía que ese criterio de mas o menos fuera beneficioso para ningún alumno, y que ese mas o menos era lo que nos mantenía jodidos, le argumente que en esta etapa de la educación no podía dejar las suerte de un alumno al mas o menos, a lo que la Señora Directora me dijo que los maestros eran ellos, y no yo.

La segunda anécdota trata de una reunión de Padres y Representantes en la que la madre de una alumna pidió a las maestras casi llorando que no les mandaran tanta tarea a sus hijos pues los mismos no tenían después tiempo para ver televisión…

Claro que ante la primera anécdota me declaro culpable, pues he debido como buen padre cubrir las fallas que no pudieron cubrir las personas que fueron formadas para enseñar y que aparte de eso perciben un salario por esta insigne tarea. Lo único que puedo esgrimir como atenuante a mi culpa es que la dinámica de la vida moderna nos lleva a los padres a utilizar todo el tiempo posible en la procura del bienestar de la familia y olvidamos casi siempre por cansancio estos pormenores, quedando confiados de la formación que reciben nuestros hijos en los colegios y escuelas.

Seria injusto generalizar estas actitudes tanto de educadores como de padres, pero no es descabellado admitir que casos como este se dan en la vida real y que influyen directamente en el éxito o en el fracaso de un estudiante al afrontar años después la aventura universitaria. No en balde una maestra tiene la responsabilidad al menos sobre unas tres docenas de alumnos. Es decir, que para graficar mi ejemplo, solo multiplico esta falla por el número de niños que estudiaban con mi hija.

Por otra parte y volviendo al comienzo les puedo decir que un buen numero de los que aprobaron la prueba interna de la Facultad de Ciencias Jurídicas y Políticas en la Universidad Central de Venezuela desertaron, unos por problemas de tiempo, otros por que pensaron que Derecho era otra cosa, otros por una sencilla razón, no les gustaba leer, y si algo se hace en la Escuela de Derecho de la Universidad mas prestigiosa del país, es leer, leer hasta el cansancio. ¿Cómo se pretende ser abogado si ante un par de páginas de un libro los bostezos nos vencen?

Allí esta otra de las fallas que veo en el sistema educativo. Los muchachos salen del liceo con un Post-grado en Copiar y Pegar informaciones de Internet que los alejo del gusto por la lectura, y cuando se enfrentan al cambio que representa la vida universitaria cunde en ellos el pánico que los lleva a desertar.

Creo que sin tener un mecanismo de admisión diseñado, probado y aprobado, resulta un error la eliminación de las pruebas internas para que todos y todas puedan acceder a una educación universitaria tan necesaria en estos tiempos. Es más, al eliminarlas de la forma en que se pretende le haríamos un flaco favor al país.

La solución, y es mi humilde opinión, es que tienen que haber pruebas internas vocacionales, pero pruebas eficientes, pruebas que les digan a los alumnos si verdaderamente son aptos o no para tal o cual carrera. No se trata de abarrotar los salones de las universidades de alumnos que no van a poder estudiar en condiciones adecuadas por el hacinamiento, que no podrán recibir la atención adecuada de profesores que en algunos casos tienen en la actualidad secciones con mas de cien alumnos. Si el resultado que esperamos es poder decir que todos somos universitarios, estará bien, pero de seguro que no es la solución a un problema puntual, sobre todo si echamos una mirada hacia fuera con esa visión multipolar que pregona nuestro máximo líder y hacemos una comparación de nuestra educación universitaria con la de los países hermanos. Al señor Presidente le he escuchado decir varias veces…"A cada quien según sus posibilidades…" Esto camaradas, tiene que ser así, sobre todo en un país donde muchos de los que quieren ser ingenieros aborrecen las matemáticas, otros quieren ser médicos pero al ver sangre se desmayan, hay quienes quieren ser abogados pero cuando tienen que leer una sentencia de doscientas paginas tres veces piensan que el mundo se acabo.

Masificar la educación universitaria depende de otros factores que van mas allá de la eliminación de una prueba interna, pasa por revisar como en efecto creo que se ha hecho, las bases de todo el sistema educacional desde el mismo preescolar. Se tiene que tratar de recuperar el rol del maestro en la sociedad, imaginen tamaña responsabilidad que tienen los maestros, nada más que formar con los valores que puedan tener a lo más preciado que tenemos los seres humanos, a nuestros hijos.

Se que muchos camaradas dirán que quien les escribe estas líneas se comporta como dice la canción de Alí Primera…"Que el que llena la barriga se olvida del que no come…" Pero no es así, solo hago un ejercicio práctico con mis vivencias. Quiero estudios universitarios para mis hijos, los quiero para los hijos de mis amigos, y hasta los quiero para los hijos de mis enemigos, los quiero para todos los que quieran estudiar y coronar sus metas. Lo que no quiero ver es a mis hijos frustrados comenzando cada dos años una nueva carrera por que descubrieron que la que estudian actualmente no cubre sus expectativas o no es lo que desean estudiar…Con esto se difumina la intención generada de la obligación constitucional de nuestro gobierno de solventar este problema, pues no solo se gastan inútilmente los recursos económicos en los casos de deserción, en la formación de profesionales con una preparación insipiente, se gasta además un recurso que no tiene valor económico y que es irrecuperable camaradas, y ese recurso se llama juventud. No podemos permitir que nuestros jóvenes vaguen por años buscando que es lo que de verdad quieren ser…Concordaran conmigo entonces en que lo que hace falta de verdad para la solución del problema del cupo universitario es la Prueba Vocacional de Admisión…Claro además de hacer de verdad y con conciencia de la importancia de lo que esta en juego la revolución en la educación…

Jesús Enrique Lima Rivas

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Jesus Enrique Lima Rivas


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