Escuchando distintas voces que buscan explicar la abstención y el voto chavista en contra de la Reforma Constitucional, sobresale la queja del pueblo venezolano frente a la indefensión en que se encuentran frente a la pésima gestión de sus autoridades locales, regionales o gubernamentales. Por mas que el presidente intentara en el último momento vincular su descomunal popularidad a la reforma y advertir que un voto en contra sería para el imperialista Bush, el pueblo aprovechó la oportunidad que ofrecía el referéndum del pasado 2 de diciembre para manifestar su total inconformidad con la forma en que Ministros, Directores, Diputados, Alcaldes y Gobernadores han venido desempeñando sus cargos en los últimos años.
No obstante, las razones que llevaron a muchos chavistas abstenerse o votar en contra de la Reforma Constitucional por la pésima gestión de algunos ministerios y entes gubernamentales, así como de las distintas autoridades municipales y estadales, representan en si mismas una gran contradicción.
Precisamente, la Reforma Constitucional ofrecía instrumentos novedosos para enfrentar el burocratismo y corrupción y mejorar ostensiblemente la gestión publica mediante la descentralización del poder político y económico. Esta virtud de la Reforma no fue explicada debidamente por quienes tenían la responsabilidad de hacerlo, sea por desconocimiento, irresponsabilidad o bien porque la misma descentralización del poder significaba una amenaza para las parcelas de poder creadas en los últimos años.
En este sentido transita la segunda contradicción que condujo a la derrota electoral del pasado 2 de diciembre, la cual tiene que ver con el instinto de preservación del poder establecido y su transformación desde arriba.
El Presidente Chávez, siempre moviéndose mas allá de individualismos y pensando primero en la grandeza de la patria como bien lo demostró en su ultima alocución, propuso una reforma formidable centrada en la liberación del poder popular, mas tarde deformada por la Asamblea Nacional y que no fue bien comprendida por algunos, jamás defendida por otros, y rechazada por quienes desde el propio entorno chavista, la vieron como una amenaza real a la preservación del poder.
Generalmente, el poder es defendido por quien lo ejerce. Sobre el poder usualmente se tejen redes de protección infranqueables. Quien ejerce el poder busca preservarlo a toda costa, por lo que difícilmente se prestará a compartirlo con su dueño legítimo y originario, el pueblo.
La Reforma Constitucional representaba la oportunidad de revertir esta tendencia.
Los consejos comunales con poder político y económico revelarían de inmediato las deficiencias de las autoridades locales y su eventual derrumbe político, mientras que una Vicepresidencia regional, pondría de inmediato en evidencia la corrupción administrativa de muchas gobernaciones.
Sin embargo, darle poder al pueblo, desde el poder, es una empresa que no puede caer en los hombros de una sola persona, así se llame Hugo Chávez Frías. Para descentralizar el poder es indispensable el concurso, la participación y protagonismo del pueblo. Se requiere de debate y dialéctica, y no de productos prefabricados que estén sujetos a la interpretación y modificación de quienes precisamente ejercen el poder y no están dispuestos a compartirlo.
El Presidente Chávez asumió una tarea que por naturaleza política no le corresponde.
El poder no se transforma desde arriba, sino desde abajo.
El reto que ahora se le presenta a la Revolución Bolivariana después de la derrota electoral, es entregar la propuesta de Reforma Constitucional al pueblo venezolano.
El pueblo debe apropiarse de la Reforma, hacerla suya, desmontarla del pedestal en el que se encuentra, traducirla al lenguaje cotidiano, y discutirla por sus propios medios y mecanismos de comunicación e información.
Solo así será posible avanzar en la Nueva Geometría del Poder que le de vida a la patria socialista.
carrascoeugenio@yahoo.com
