De lo bello y lo sublime a Pelo malo

Reafirmarse como una persona de rasgos fenotípicamente africanos, definidos estos por el color de la piel (negra), la forma de los labios (gruesos), las características del pelo (ensortijado), no son condiciones para considerarse persona de “otra raza”, o proveniente de un mundo distinto al de donde provienen personas de rasgos fenotípicos europeos caracterizados por una piel blanca, labios delgados y el pelo lacio.

Cabría por comenzar a desestimar la existencia de razas en un mundo donde sólo es concebida la raza humana como única especie, con diferencias fenotípicas y culturales que sólo varían de una persona a otra o de un grupo social a otro.

Históricamente, nos acostumbraron a la existencia de una “raza blanca” y “una raza negra” –entre otras- en pro de afianzar categorías “raciales”, tal cual las establecidas por Hitler para –en su estado demente- hablar de una raza superior, quedando el resto sujeto a la categoría de inferiores.

Los efectos de esta visión Hitleriana, obviamente excluyente y discriminatoria, han continuado su expansión por medio de la imposición de modelos estéticos dominantes a partir de los cuales el mundo es analizado de acuerdo con los parámetros de una cultura eurocéntrica, donde algunos o todos los aspectos de la cultura propia son superiores a los de otras culturas.

En esta concepción del mundo, lo blanco es el valor predominante, es “lo bueno”, por consiguiente lo que define y se le asigna el privilegio de la belleza. Lo demás es “lo malo”, es lo contrario, es lo feo. Colocados en la balanza del Yin Yang, donde el blanco y el negro actúan como dos fuerzas fundamentales opuestas y complementarias que se encuentran en todas las cosas, una especulación atrevida, da a suponer que para el eurocentrismo “lo demás” es el negro, condición que omite –según los principios del Yin Yang- un funcionamiento en equilibrio, integrador y armónico.

El concepto de “bueno” es considerado como referente de lo positivo, por lo tanto, es lo que sirve, lo útil, lo que es apto, lo que está bien, lo que no está malo. Mientras que “lo malo”, es referente de lo negativo: es lo feo, lo inservible, lo defectuoso, lo perjudicial, lo que lastima y hace daño, lo que no está bueno.

Desde el punto de vista ético, el papel de la religión se ha encargado de moldear estos conceptos a través de una manipulación entre lo que es bueno y lo que es malo como sinónimos del “bien” y el “mal”. Quien hace el bien, será bendecido y merecerá ir al cielo, quien haga el mal, será pecador y deberá ir al infierno.

Lo bueno y lo malo en la reafirmación de estereotipos

Desde una dimensión social, “lo bueno” y “lo malo”, son empleados como adjetivos de aprobación o desaprobación, mientras que desde una dimensión psicológica su empleo da paso a lo subjetivo como una forma de percepción que induce a la elaboración de juicios donde lo que es bueno para unos puede ser diferente para otros.

La aplicación de estos conceptos ha derivado en ideas y juicios de valor dirigidos a la reafirmación de estereotipos negativos, traducidos en imágenes sustentadas en falsas creencias y prejuicios hacia otros grupos o personas. Es así entonces como la concepción de lo estético surgirá de los valores atribuidos a los distintos fenotipos de las personas, según lo cual, dicho por Montañez (1993) la población que posee características físicas de origen claramente negro se encuentra proporcionalmente, siempre, en condiciones de mayor desventaja (sic) y vive dentro de un marco lleno de múltiples y sutiles expresiones de rechazo en sus relaciones interpersonales con la población más blanca.

En resumidas cuentas, han sido las personas negras las que han absorbido las reacciones de exclusión, expresadas de infinitas maneras. No sólo son llamadas “personas de color”, -tal como si el resto fueran personas sin color- ello bajo la creencia que se le ofende si se le llama “negras” o como suponiendo el alejamiento de antiguos agravios e injusticias. Más recientemente, el término “afrodescendiente” ha pasado a ser utilizado en el entendido que tal eufemismo funcionará como sustituto del “negro” peyorativo utilizado históricamente. Los prejuicios son enfocados hacia como llamar a las personas en lugar de como las ven.

El “pelo malo” como expresión, es un estereotipo, es una actitud desfavorable, es una forma más de perpetuar la discriminación y la intolerancia a la diversidad. Al blanco se le discrimina por el origen (homofobia) pero no por el pelo. Esto equivale a expresar lo que históricamente ha configurado la identidad de toda persona con piel negra; arrastrar un estigma asignado por la sociedad que le ha impuesto el calificativo de “pelo malo”, el cual encierra implicaciones insultantes que han invadido la palabra “negro”, inferiorizando a otras personas a partir de una valoración negativa que se le añade al rasgo fenotípico de la negritud.

El tipo de cabello es determinado por nuestra genética, podríamos decir que es dependiente de la parte del mundo en el cual nuestros ancestros se originaron. Todo ello sujeto al grupo étnico al que se pertenezca.

Existe por tanto un tipo de cabello, generalmente llamado caucásico (o europeo), conocido como pelo lacio el cual identifica a las personas blancas. Por otro lado existe el de tipo africano, conocido también como pelo afro, de textura diferente a la del caucásico a partir del cual se identifica a las personas negras. Faltaría conocer en que categoría entra el pelo quebradizo, o el aquel que se cae fácilmente, o el que muestra una apariencia débil o un pelo escaso o un tipo de pelo “baboso” que dificulta su manipulación o realización de un peinado cualquiera.

Aprender a identificar estos rasgos nos ayuda a observar cómo se han armado muchos estereotipos, pero sólo en la práctica, al entrar en contacto directo con cabello de distintos grupos étnicos se ve lo que realmente sirve para entender que los estereotipos suelen ser erróneos.

En la importancia concedida a la estética en la lógica social, el pelo representa para hombres y mujeres una conceptualización física de la identidad que permea el yo, razón por la que se impone la necesidad de responder a expectativas relativas a los cánones de belleza dominantes. Desde una perspectiva donde surgen ideas sobre lo aceptable y lo inaceptable, cobra importancia el significado del autorreconocimiento como escogencia para llevar el peinado concebido desde y para la textura del cabello afro -ya calificado como “pelo malo”- para responder a una estética acorde con el fenotipo africano. En contraposición, la escogencia del desriz, es una opción, valorado como referente estético de belleza que funciona como un elemento de auto-invisibilización estimulando la necesidad de mimetizarse con el fenotipo occidental, como medio para desaparecer las diferencias dadas por la textura del pelo afro y asimilarse a una imagen falsa.

Los estereotipos y los mitos que han subsistido relativos al pelo afro no solamente son frustrantes, sino que también ocultan auténticas propiedades que tanto en la realidad como en la práctica lo hacen más moldeable con relación a otros tipos de cabello.

Este elemento se pone en evidencia a través de las distintas prácticas observadas en personas -principalmente mujeres- de piel blanca quienes en su creencia de marchar con la moda e incluso de imponerla, recurren al uso de peinados de origen africano, portando un cabello carente de la textura y naturalidad propia del pelo afro. En este afán, han llegado a apropiarse de una estética totalmente desvinculada de su fenotipo, subestimando así la de origen africano.

Como caso ilustrativo, está el de la actriz norteamericana Bo Derek quien en la década de los setenta dio a conocer un tipo de peinado conocido como el estilo denominado con su nombre (estilo Bo Derek), basado en un peinado realizado a base de luangos finalizados en trenzas a las que les eran colocadas cuentas de colores en sus puntas. A los efectos de la industria del espectáculo este fue un estilo de gran posicionamiento en el público cobrando gran popularidad entre las actrices y distintos personajes de ese entonces.

Tal circunstancia marcó un salto cualitativo desde lo tradicional a lo popular, donde fue ignorado el valor de lo genuino, para transformarlo en moda. Valga resaltar que en tiempos de la esclavitud, las mujeres africanas utilizaban los peinados como auténticas rutas de huida de sus esclavizadores. Las crinejas o loanguitos más que una simple moda, guardaron testimonios de labores cotidianas, códigos secretos de planeación de fugas, compra de libertades, supervivencia alimentaria y ubicación de cumbes. Ninguna de estas opciones como forma de vida, habrían sido posibles sostener bajo la premisa de un pelo lacio.

Hoy en día, desde la visión prejuiciada y discriminatoria al cabello de los negros le siguen llamando “pelo malo”, como contraparte, el peinado afro en el pasado funcionó como un mecanismo de resistencia contra la esclavitud y, en el presente contra la estética hegemónica. Bien cabe recordar un comentario registrado a través de una entrevista en la ya citada década de los setenta, del artista plástico Nicolás Piquer donde expresara –entre otros comentarios- que “los negros de USA como una forma de rebeldía ante la situación de minusvalía impuesta por la sociedad, adoptaron el afro como un reto, como diciendo: "soy negro y qué? ".

En el presente, se invita a reconocer que el “pelo malo” no es malo, es diferente. El pelo malo no lo tienen solo los negros y el pelo bueno no solo lo tienen los blancos. Sobre la base de los principios del Yin y el Yang, ¿quién puede escapar a la fuerza de polos opuestos y complementarios actuantes con base en la interdependencia, donde el uno sin el otro no pueden existir, donde cada fuerza puede transformarse en sus opuestos, pero además siempre existirá un resto de cada uno en el otro y, lo inevitable es que el absoluto puede transformarse en su contrario?

Los pelos en todas sus formas son buenos, no así la intolerancia, los prejuicios, y el irrespeto a la diversidad aún cuando nos hayan enseñado que todo está bien y, lo que está mal es el pelo a pesar de no haber cometido pecado alguno.

nellyramos40@gmail.com
Psicóloga. Música.
Miembro fundador del original grupo "Madera"


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