El evangelio según Robertson

*EL PREDICADOR evangelista Pat Robertson no es un loco. Es, sí, un fanático. De los tantos que existen en Norteamérica, engendrados por la concepción del “destino manifiesto” de los Estados Unidos y de que esta nación fue escogida por Dios para realizar la misión de salvar a la humanidad de los infieles, ateos, comunistas, musulmanes, homosexuales, negros, suramericanos, asiáticos, lesbianas y todo cuanto presuntamente atente contra el orden divino, inmodificable, perpetuo.

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*PAT ROBERTSON es un personaje influyente. Es un comunicador con audiencia en la televisión y peso político. Su credo religioso se basa en la idea fundamentalista de que hay causas que justifican la guerra y la muerte. Él —y muchos otros— se considera intérprete literal de la Biblia, fuente de todo su pensamiento. Robertson no es una excepción, ni expresión de una patología religiosa. Es, al contrario, un personaje con una ideología coherente, dotado de una lógica implacable, según la cual en el mundo hay individuos, grupos, pueblos, naciones comprometidos con el mandato iluminado de enfrentar lo que ellos deciden unilateralmente, el mal, con todos los recursos que poseen, en función de lo que dice la Biblia –de acuerdo a su particular interpretación— para la salvación del ser humano. A lo largo de la historia esta concepción selló una alianza letal entre religión y política, que hoy se reproduce en el seno de la sociedad norteamericana.

*LAS VINCULACIONES de Pat Robertson con la política son estrechas. Pero no con cualquier política. Es con la política del poder imperial. También, como es lógico, Robertson es un hábil comerciante. Ejemplo: en la República africana de Liberia hizo jugosos negocios en la explotación de minas de oro. Dinero, religión y política se juntan en este predicador. Su acción evangélica y de consejero espiritual lo conectó a la poderosa familia Bush, representante del establecimiento petrolero y de inteligencia de la sociedad conservadora. Asesoró al primer Bush para ganar la presidencia, y fue factor importante en la conversión religiosa del actual huésped de la Casa Blanca, quien a los 40 años abandonó el alcohol y puso su fe en el dogma religioso.

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*DESDE ENTONCES los grupos de estudios bíblicos son visitantes rutinarios en la sede presidencial. El pensamiento evangélico, cargado de visiones apocalípticas, dirige prácticamente la política norteamericana. Cada día Bush tiene menos rasgos del típico conservador republicano y más de los de un predicador fundamentalista. Sus discursos, y campañas tienen ese signo discriminador que emana del profundo Sur. La mezcla de la Biblia con la guerra misionera coloca al mundo en una encrucijada. Robertson forma parte del equipo dirigente. Al sostener que “es más barato matar a Chávez que hacer una guerra”, él es consecuente con esa línea de interpretación del Evangelio. Por eso que no debe sorprender lo que ha dicho; tampoco el silencio del señor de la Casa Blanca.-



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