Nicolás acaba de hacer un llamado al pueblo venezolano en el sentido de que no debemos caer en el triunfalismo. Tiene razón. Aunque 18 puntos es suficiente ventaja en cualquier proceso electoral, no lo serán cuando el Concejo Nacional Electoral (CNE) dé triunfante al Presidente Maduro por un cómodo margen. Convencidos de que perderán las elecciones, los secuaces de Henrique vienen trabajando en dos líneas: la primera, atacando a Nicolás mediante un discurso para separarlo del legado de Hugo Chávez, pero al mismo tiempo, haciendo ver que el candidato no le llega ni por los pies a Hugo y que además, no podría conducir al país. La segunda, es mimetizándose con el candidato. Es decir, como no tiene nada qué decir, y como además, ya no pueden meterle gato por liebre al pueblo, entonces sabe que debe decir lo mismo, en un discurso que es una copia de lo que fueran los discursos de Chávez, Nicolás o cualquier otro dirigente del chavismo en el país.
No obstante, ese mimetismo puesto en un discurso groseramente populista, al mismo tiempo lo disuelve en una especie de fondo de agua –para usar el lenguaje de las computadoras- con una propuesta de perfeccionamiento de lo ya existente, pero claro, con algunos ingredientes que indiquen la máxima eficiencia. Porque para Capriles, la máxima eficiencia no es otra cosa que privatización, que al mismo tiempo no es otra cosa que la entrega de las políticas sociales del Estado (las misiones) a los monopolios y los grupos económicos. Eso viene acompañado de la crítica según la cual los burócratas del Estado, no solo son corruptos, sino ineficientes; como si la empresa privada no fuera el principal instigador de esta práctica.
Ya hemos visto a Capriles decir que el pueblo se muere de hambre porque no consigue los alimentos. Por supuesto, no dice que desde hace ocho años el gobierno lleva una política de combate a la especulación y el acaparamiento, porque todos sabemos que el 80% de la producción, el almacenamiento y el comercio de los productos de los alimentos, están en manos privadas. Para Capriles el mercado debe estar en manos privadas, pero el Estado debe asistir a los pobrecitos que los necesitan. Un endiosamiento que pervierte la realidad porque el problema del mercado es que todo debe controlarlo.
En realidad se está escondiendo un ataque al Estado y a las políticas sociales, disfrazadas con propuestas de perfeccionamiento de los planes existentes.
Cuando Henrique dice que las empresas del Estado están quebradas, no dice que ellos, los empresarios, son los principales responsables del supuesto quiebre de las empresas. Son los propiciadores del negocio, de la mordida y de la violación de las leyes. Y no es que de este lado todos son santos. Para nada. Algunos son tan crápulas como los de enfrente y merecen todo el castigo del mundo. Pero los problemas de este lado, es decir, del chavismo, son debilidades de los seres humanos, miserias, bajezas, trabajadores, dirigentes y militantes que creen que con una comisión de cien mil, resolverán su problema, sin valorar los problemas del país y los que deja regados por esa actitud. Es parte de los problemas de este proceso y Chávez lo tenía tan claro que en su discurso del ocho de diciembre dijo una frase que nadie más ha repetido “comuna o nada”. Sabía que solo el poder popular puede ser el verdadero monitor de las acciones de militantes, trabajadores y dirigentes.
Es decir, el problema de Henrique, sino el monstruo que se esconde detrás porque es complejo y además conceptual. Hay una visión de país en el discurso de Henrique que no es de él, sino de quienes les diseñan las estrategias, de los poderosos grupos económicos nacionales, de las poderosas trasnacionales y por supuesto del enemigo principal, el Big Brother. Ninguno de ellos cree en políticas sociales porque sostienen que es un mecanismo para crear una sociedad de mendigos. De hecho, hablan de gasto social y no de inversión social. En varias ocasiones, sus más conspicuos representantes han declarado que en lugar de gastar ese enorme presupuesto, se debería estimular a la industria, y obviamente a la empresa privada.
Dos elementos requieren de una atención especial porque son extremadamente apetecidos: los medios de comunicación y Pdvsa. Uno garantiza que la sociedad se mantenga alienada y distraída con sus venenosos programas, sus noticieros falseadores de la verdad y su estímulo a trabajar duro para que progrese, no como sociedad, sino como individuo, que a la larga es un espejismo porque no existe un solo empleado en el mundo que haya llegado a los niveles de su patrón, o que por lo menos haya logrado acumular algún fortuna de mediana importancia. La canalla mediática sirve para muchas cosas, fundamentalmente para destacar los errores del Gobierno, pero jamás resaltar las miles de cosas buenas que se han hecho, no solo desde el punto de vista material, sino en términos espirituales y sicológicos. ¿O es que la noción de saber que el país nos pertenece, no es un estimulo a la conciencia y al alma?
Por otra parte, Pdvsa es ese poderoso pulmón sin el que hubiera sido imposible avanzar en el desarrollo del país. La reordenación y administración de esos recursos, fue vital en el plan de expansión y crecimiento que aplicó el Presidente Chávez, donde se delineó un concepto global de lo que sería el país, cómo se construiría la nueva sociedad y qué papel jugaría Venezuela en la región y en el mundo en un futuro no muy lejano. Pdvsa juega un papel crucial en la geopolítica mundial porque controla la mayor cantidad de reserva de petróleo y gas del mundo, elementos sin los que no se concibe la sociedad moderna, pero recursos que paradójicamente los “modernos” no tienen.
De tal manera que Henrique es solo un instrumento de los poderosos. El imperio tiene claro que esta es su oportunidad de oro y no la van a desperdiciar. Ya el gobierno denunció intenciones de asesinarlo, lo que en su momento también denunciara el propio Chávez. El problema no es Capriles sino lo que se esconde detrás y es donde debemos estar preparados para responder.
Caminito de hormigas…
Hace 25 días se fue el comandante. Aún no ceso de llorar. Este sábado 30 perdí otro comandante. El tocayo, el colega, el pana, el profesor, el camarada. Rafael Rivero significó mucho para muchos de nosotros y lo tendremos siempre presente para recordar sus extraordinarios programas de salsa y de gaita. Aún espera por la donación del Consejo Legislativo y la de Pdvsa Yagua, las que nunca llegaron. Solidaridad revolucionaria le dicen ¿no? Luego vengan a buscar los votos… Sería bueno que alguien informara cuántas casas de Petrocasa se han destruido por mala construcción. “Hermano es que le han dado contratos a constructores chimbos que no saben de eso. Hacen poco tumbaron tres en Flor Amarillo porque estaban inclinadas”, me informó un camarada. Eso es obviamente dinero que pierde el Estado venezolano… Un alto jefe del caprilismo fue puesto a negociar con los empresarios para que aporten los recursos para la campaña. Están pidiendo un millón de bolívares por día. La respuesta será este lunes. Pero además, están esperando una fuerte suma del norte que se utilizaría exclusivamente en gastos del candidato.
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