Chávez, luego existo

Ganó Chávez, el mundo no se acabó en 2012. No fue el final del país, ni para los chavistas ni para los antichavistas. La semana transcurrió entre una especie de letargo de año nuevo y la certeza de que continuamos en el mismo lugar, con las mismas necesidades y la misma dinámica que exige nuestros oficios. A mitad de semana el panorama se aclaró, hay que trabajar, seguir, hacer política.

El 7 de octubre parecía un 31 de diciembre, la gente activa y a la expectativa. En las casas se preparaba la fiesta y todos esperábamos la media noche para celebrar. Otros se acostarían a dormir, sin mayor euforia. Pero el parecido con el fin de año también consistió en que ese día hubo reflexión, nos pusimos a pensar en el camino recorrido y en cómo habíamos llegado hasta aquí. Todo lo que pasó, lo que tuvo que pasar, todo lo que hicimos y dejamos de hacer. Recorrimos las metas cumplidas, nuestros errores y resolvimos hacer un balance. Nos vimos nuevamente cara a cara con el tiempo. Algo terminaba y un nuevo período estaba por empezar. Tal cual.

La primera semana de enero de todos los años tenemos la sensación de que algo ha concluido, algo pasó y quedó atrás, pero al mismo tiempo sabemos que todavía estamos aquí, en este sitio, el mismo de ayer, pero que sin embargo está siendo distinto. Es el punto de partida para todo un año, lleno de vacío y potencialidad. Consciente o no, nuestra mente se encuadra hacia adelante, pero desde el reconocimiento de la propia situación.

Pero ¿qué explica que este haya sido el escenario inmediato posterior al 7 de octubre? ¿Cómo es ese "todavía estamos aquí"? ¿Qué o quién estaba en peligro de no estar, de desaparecer? Parecería lógico decir que cualesquiera hubiesen sido los resultados todos aún seguiríamos en el país, siendo venezolanos, trabajando como todos los días pero quizás con otro escenario político. Todos existimos, los chavistas y los antichavistas, los pobres y los ricos, los negros y los blancos, los nosotros y los ellos.

No.

Sólo gracias a que el 7 de octubre fue Chávez quien ganó la elección presidencial es que toda Venezuela sigue de pie, con las divergencias y las contradicciones, con los mismos problemas a la vista. Pero todos seguimos existiendo.

Sin ser Chávez presidente nosotros, los pobres, la gente "ordinaria", los que trabajamos para comer, vivíamos sin estar presentes. Éramos una masa que "salía a trabajar" y volvía a esconderse en la noche triste del barrio. Lo bueno, lo bonito, lo que valía la pena, lo que debía ser, lo que se debía aspirar estaba en otro lado. Nosotros lo veíamos, cuando mucho lo rozábamos, pero siempre en la distancia. Nosotros vivíamos deseando ser aquello, pero en la periferia, sin participar, expectantes. Teníamos un existir subterráneo.

Al estar Chávez en la Presidencia lo que ocurrió fue que logramos entrar al centro del escenario. Tuvimos un mensajero, alguien que empezó a hablar  y todos lo escuchaban porque tenían que hacerlo. Y nosotros nos reconocimos, nos oímos a nosotros mismos hablar a través de él. Fue entonces que empezamos a ser, a hablar en voz alta nosotros también. Salimos a la calle pero esta vez a participar. Nos sentimos no sólo con voz, y primera vez con voto, sino con derecho. Hablamos de política, pero no como siempre, sino con la certeza de que lo que decíamos ahora sí era una posibilidad real. Nos sentimos grandes, nos sentimos importantes. Nos sentimos en la capacidad de recomendar públicamente políticas y acciones a los gobernantes. Nos sentimos en capacidad de hablar "directamente" con el gobierno. Empezamos a escribir cartas, con nuestra propia caligrafía, dirigidas nada más y nada menos que al Presidente de la República, y estuvimos convencidos de que esa carta era algo importante, no sólo para nosotros sino también para él.

También escribimos proyectos, propuestas, pensamientos, recomendaciones que encontraban un espacio a la luz del día para ser conocidos, discutidos, aceptados o rechazados, pero vistos.

Éramos nosotros haciendo cosas para nosotros mismos. Produciendo para nuestro consumo. Produciéndonos nosotros mismos como ciudadanos. La ciudadanía, como el poder, no se tiene ni se da; la ciudadanía se ejerce. Es cuestión de ponerla en práctica, de hacerse ciudadanos. El detalle está en para quién están abiertas las posibilidades. Y eso fue Chávez para nosotros: el que nos abrió la puerta de las posibilidades, el que nos hizo entrar.

Por eso no es raro ni exótico que Chávez pueda ganar y reganar elecciones. Votar por Chávez nos es votar por un político para que haga política. Votar por Chávez es votar por estar cerca, por estar aquí, en el medio del asunto, bajo la luz. Es tener la certeza de que hay una posibilidad real de resolver mis problemas, hay una posibilidad real de que mi problema sea visto, tomado en cuenta. Y esa posibilidad no es otra cosa sino Chávez.

Chávez encarna lo posible para nosotros. Habrá organizaciones, habrá madurez política y formación, habrá espacios creados para la participación, habrá una Constitución como espacio liso para construir. Habrá el impulso dado para que este espacio de posibilidad no se cierre. Pero todo eso tiene una premisa, y es precisamente eso lo que nosotros tenemos más claro: esa premisa es Chávez. La tarea es avanzar en la concreción de todas estas posibilidades, que las experiencias se desarrollen de forma autónoma e independiente. Pero también está claro que hoy dicha concreción aún es vacilante. Y no estamos dispuestos a correr ese riesgo mientras podamos evitar volver a la sombra.

Es por eso que la opción estaba clara el 7 de octubre, siempre ha estado clara. Se trataba de elegir entre seguir existiendo o desaparecer. Se trataba de nada más y nada menos que volver al subsuelo social, volver a creernos fuera de lugar en una sociedad que mira para otro lado. Peor no sólo eso, esta vez no estaríamos dispuestos a regresar por nuestros propios medios. Hubieran tenido que sacarnos a la fuerza si hubieran podido. Entonces se trataba ciertamente de la paz. Chávez lo dijo y no era boconería ni amenazas contra nadie. ¿Cómo creen que nos íbamos a dejar quitar la posibilidad de existir?

Chávez es nuestra voluntad de sabernos. Es la realización de nuestra aspiración de poder. La prueba de que es posible producir y ejercer eso que llaman "poder popular". Porque somos los pobres en el gobierno. Porque Chávez es uno de los nuestros.

Los chamos del movimiento "Miranda es otro beta" y "Chávez es otro beta" fueron quienes ilustraron de la mejor manera esta realidad. Chávez el mío, Chávez está activo, Chávez porta la lírica, Chávez el que pao, nadie le quita lo bailao, Chávez porta el estilo, Chávez abre cancha, Chávez con sentimiento, Chávez el líder.

El trabajo que esta gente hizo fue hacer que los demás vieran rostro. Las imágenes reproducían la cara de Chávez, que es la cara de cualquiera de nosotros, haciendo lo que nosotros hacemos. Entonces éramos nosotros mismos en nuestros desplazamientos, con Chávez como nuestro rostro. Chávez dando la cara por y con nosotros.

La elección el 7 de octubre fue, y sigue siendo hoy, bastante simple. Elegimos mantenernos en el ruedo, mantener abierta esa puerta por la que entramos a la vida y a la historia con nuestros propios pies. Decidimos mantenernos aquí, con nuestro rostro hablando y representando. Mantener la cara de los pobres ahí donde se mueve el alto juego del poder. Y para eso no había otra opción: mantuvimos a Chávez, nuestro infiltrado en Miraflores.

@angelitogg



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