Chávez y Radonski, dos proyectos contrapuestos

En Venezuela se vive una coyuntura particular como parte de un proceso global en el que las élites de poder que dirigen el gobierno planetario, convirtieron la ONU en un Estado supranacional y demás instituciones transnacionales: FMI, UNESCO, OTAN, BID, BM;  y las transnacionales de la información, como instrumentos políticos a su servicio,  para someter a la población mundial e imponer la concepción liberal de vida y su modelo político de Democracia Representativa. En efecto, Para ampliar y consolidar su poder y a los fines  de superar la crisis estructural y civilizatoria que vive el sistema capitalista mundial creado por ellos, buscan apropiarse de los territorios del mundo con grandes reservas de petróleo,  de agua y las zonas verdes productoras de oxígeno. Para ello, ejecutan una guerra no convencional denominada Guerra de IV Generación con la que vienen recolonizando a países del medio Oriente y amenazan con extenderse a América latina.

Conjugado con lo anterior, la Revolución Bolivariana se ha convertido en una referencia política alternativa de los pueblos de la región; pero también de otros pueblos del mundo ante el fracasado neoliberalismo en América y Europa. Eso ha hecho más agresivas a las élites de poder que dirigen el mundo y han desarrollado un plan de múltiples facetas y de aplicación permanente y simultánea, dirigido a acabar con la Revolución Bolivariana. Dicho plan contempla, entre otras cosas, el desprestigio y aislamiento de Venezuela en el plano internacional, el desgaste y la desestabilización del gobierno;  la utilización del parlamentarismo; el uso masivo y abusivo de los medios para manipular la conciencia y Psique de la población convirtiendo verdades en mentiras y construyendo realidades virtuales para su beneficio; acciones militares de corto alcance algunas encubiertas con móviles delincuenciales, y el magnicidio del Presidente Hugo Chávez Frías. Como es notable, la conjugación de todos estos elementos configura en Venezuela una dinámica política muy compleja en la que  se combinan velozmente y en un mismo tiempo, múltiples acciones que afectan negativamente al país.

El cuadro descrito, se ha intensificado en la coyuntura electoral más cuando el candidato de la ultraderecha internacional se encuentra en desventaja sustancial con respecto al candidato de la patria, lo que hace prever que antes, durante y después de las elecciones del 7 de octubre, las élites de poder nacionales e internacionales, emprendan acciones que configuren escenarios peligrosos y de alta complejidad a los cuales haya que darle respuestas rápidas, oportunas y de contundencia para garantizar el triunfo del pueblo. En algunos estados fronterizos, esto pudiera tomar connotaciones peculiares por la presencia en ellos del narcotráfico y el paramilitarismo. 

Por lo antes dicho, las del 7 de octubre, son unas elecciones muy especiales porque confronta dos proyectos políticos  contrapuestos por los intereses que representa cada uno: el representado por Hugo Chávez, que implica la continuidad de la Revolución Bolivariana, garantiza consolidar los logros alcanzados por nuestro pueblo a lo largo de estos 12 años como las misiones, la soberanía nacional, la soberanía petrolera y el poder popular; los logros en salud, vivienda, educación, cultura, deporte, recreación e infraestructura. Proyecto que significa alcanzar la irreversibilidad del camino al socialismo y el punto del “no retorno”, como lo plantea el Programa de Gobierno 2013-2019 de nuestro candidato. Y el proyecto político del candidato de la burguesía internacional, Enríquez Capriles Radonski, que representa el programa neoliberal recién aplicado en España, Francia y Grecia con toda la secuela de hambre y miseria a que fueron sometidos los pueblos de esos países considerados del primer mundo; es el mismo “paquete” impuesto por Carlos A. Pérez a los venezolanos en  1989 y que condujeron a los hechos del 27 y 28 de febrero de ese mismo año. El programa de Radonski, aunque lo disimule, desmembraría el proyecto nacional de Estado-nación con su fulana descentralización garantizando que los alcaldes y gobernadores negocien las riquezas de los estados con las transnacionales para su beneficio personal y/o grupal y los territorios locales sirvan de asiento de proyectos invasores de los países imperialistas. Venezuela se transformaría en una sumatoria de parcelas propiedad de las élites políticas y económicas. Se perdería el sentido de arraigo, pertenencia e identidad. Volveríamos al caudillismo local del siglo XIX: ¿será ese su progresismo?. Reduciría la inversión social porque para los neoliberales ésta representa un gasto social que no tiene retorno en términos de reproducción de capital: eliminaría las misiones sociales, las inversiones en salud, deporte, cultura, recreación  y educación. Se perdería la gratuidad de esos servicios porque todos  serían privatizados al mejor estilo de Chile y Colombia; aplicaría despidos masivos en la administración pública para hacer realidad la tesis liberal del Estado Mínimo (Robert Nocik) y gobernaría con técnicos meritócratas para quienes quedaría reservado el conocimiento, las universidades y los centros de investigación. El pueblo quedaría solo para formarse en oficios de mano de obra barata como en los tiempos del INCE del período 1959-1998; eliminaría la seguridad social, alargaría el tiempo para las jubilaciones; entregaría nuestro petróleo a las transnacionales como en los años 80 y 90 del siglo pasado: ¿ese es su progresismo?; privatizaría PDVSA y volvería Gente del Petróleo a dirigir la industria con el estafador Giusti a la cabeza; nuestro ejército volvería a ser la institución especializada y mata gente de la IV República, dejaría de participar en el desarrollo del país y se subordinaría a los planes recolonizadores de Estados Unidos y la OTAN; los medios de comunicación con sus mensajes alienantes profundizarían la cultura consumista y hedonista de nuestro pueblo para atrofiarle el cerebro a nuestros hijos; como país  nos subordinaría nuevamente a los Estados Unidos y a los grandes centros de poder de Occidente; y las élites meritocráticas gobernarían a nombre de todos mientras que el pueblo volvería a ser el invitado de palo de la IV República. El programa de Radonski forma parte del proyecto recolonizador que adelanta el Club Bilderberg para dominar el mundo, seguir utilizando la naturaleza como recurso que ha llevado a la destrucción acelerada del planeta tierra poniendo en peligro la existencia de la vida humana. Radonski es el Rajoy de Nuestramérica.

El cuadro descrito plantea a los revolucionarios y revolucionarias de este país elevar el  compromiso  con la Revolución; obrar para garantizar el triunfo electoral del 7 de octubre del presidente Hugo Chávez Frías como garantía de darle continuidad al proyecto socialista; no son tiempos para abstenerse. La abstención en estas elecciones beneficia a la ultraderecha internacional y nacional. Se trata de sumar conciencias, voluntades y votos. Los revolucionarios debemos mantenernos activados las 24 horas del día, si es necesario, contribuyendo al debate con el pueblo sobre los contenidos de los dos proyectos en juego; contribuir en su organización, traslado a los centros de votación y en la  logística para que ejerzan su derecho al voto. Asimismo, hay que preparar la defensa del voto en las mesas de votación y la defensa del triunfo de Chávez en las calles con el pueblo movilizado. Igualmente, hay que entender que la contienda electoral es un momento particular de un proceso general. Por ello debemos hacer los preparativos para profundizar la Revolución Bolivariana y avanzar hacia los objetivos estratégicos que contempla el Plan de Desarrollo 2013-2019 que apuntan a  la construcción del socialismo. Los próximos 6 años del gobierno de Chávez serán muy duros por la ofensiva que arreciará la burguesía internacional y nacional, que impone a los revolucionarios y revolucionarias mayor compromiso con su pueblo, estudiar en profundidad para comprender este proceso complejo y accionar con creatividad, diligencia e ingenio. No debemos olvidar que el protagonista es el pueblo y a ello nos debemos. Seguro que el triunfo será nuestro; pero habremos ganado cuando la voluntad del pueblo se exprese en las urnas y el poder de sus fuerzas se imponga en las calles.

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Ángel Custodio Velásquez


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