Binóculo Nº 52

La conciencia… política

El estado de la conciencia es una constante de todos quienes dentro de la sociedad tenemos un rol importante en determinada área de la sociedad. Más allá del debate en torno a la conciencia misma, que sería en todo caso un debate filosófico. A la conciencia política me refiero. Y allí surge la disyuntiva, si mi conciencia significa que mi sacrificio por el colectivo pasa porque yo no tenga aspiraciones. Si mi conciencia es poner la fuerza y el empeño en crearle conciencia a los demás; o si mi conciencia radica en hacer que la conciencia se transforme en algo que realmente sea un instrumento para la construcción, que en esencia genera conciencia.

Porque un debate que comienza a dar sus primeros pasos dentro del chavismo es qué está generando la abstención del pueblo chavista y a quién responde esa culpa. Para algunos de nosotros –y me incluyo- es responsabilidad del partido, cuya tarea como “vanguardia” es precisamente generar un proceso concientizador dentro de las masas que les permita entender las razones por las cuales una cosas no se puede hacer a la ligera como se pretende, aunque no obstante, se estén realizando otras. Ergo, si es así, es el PSUV el principal responsable de la abstención del chavismo para los próximos comicios, como lo ha sido para los anteriores.

La conciencia tiene dos componentes: uno, un ejercicio práctico permanente cuya acción produce una reflexión en el individuo que lo lleva a racionalizar y analizar las causas y consecuencias por las cuales ocurren hechos determinados; y dos, una persona que lee en forma permanente, investiga, se informa, obviamente siempre tendrá más claridad que una que no lo hace. Es decir, la conciencia no es más que la síntesis de la combinación constante entre la formación teórica y la acción. Y entender esto es fundamental para poder visualizar los pasos que deben darse en determinado momento y comprender las razones por las cuáles se deben dar esos pasos. Y además, el tema de la conciencia es clave en una coyuntura como ésta, porque si bien es cierto que queda clara la incompetencia del PSUV para liderar este proceso, entra en el tapete la disyuntiva de Lenin: “¿Qué hacer?” Porque no hay duda de que entramos nuevamente en la difícil misión de construir una organización revolucionaria. Pero ésta no debe parecerse a esa organización que pretendemos desechar. Y entonces cuál construimos. Quienes creemos que no es el PSUV, coincidimos en que esa construcción debe salir del seno del poder popular. Pero también sabemos que las puras buenas intenciones no bastan. Es decir, si ese poder popular no tiene acceso a las estructuras burocrática del Estado, no puede hacer los cambios que se necesitan. No es cierto que se pueda construir un partido revolucionario haciendo una abstracción de la realidad. Y tampoco es cierto que en un Estado burgués como el nuestro, se pretenda –sobre la base del purismo- crear una organización auténticamente revolucionaria aislada de los vicios y las perversiones. Eso sería posible si se creara una comuna similar a la de Paris (que existió por otras razones) que duró de marzo a mayo de 1871, pero que fracasó y generó el asesinato de al menos 50 mil personas en una de las represiones más brutales que conozca la historia en donde fueron ejecutaron hombres, mujeres y niños por igual.

Esto indica la importancia de la conciencia en una dura batalla como la que estamos dando antes del siete de octubre, y la que daremos después de esa fecha en función no solo de la consolidación del proceso, sino de su radicalización que obviamente no será posible si no es de la mano del poder popular.

Pero el poder popular no es una abstracción. En tanto se hable del poder popular como una cosa que existe en una ley marco (la de los Consejos Comunales), pero al que la estructura del Estado no le da importancia más allá de las arengas de Chávez, que solamente se han quedado en arengas, la fuerza del pueblo será una mentira. No hace falta ser muy analítico para observar que los pocos consejos comunales y las pocas patrullas que existen, están controladas por la estructura burocrática del Estado, en consecuencia, no pueden hacer la revolución. Se quedan con las migajas que les dan, pero no actúan sobre la base de su propia fuerza, exigiendo discutir asuntos de vital importancia para el proceso como el presupuesto o la conformación de nuevas estructurales de poder que sean horizontales y de consulta permanente a las bases. No está presente la conciencia. Los grupitos que manejan la estructura siguen controlando el poder, y a los adulantes de turno.

¿Qué hacer entonces? Aspirar a los cargos de la estructura burocrática, pero con los auténticos líderes del poder popular. Y uno de los primeros puntos que debe tener claro ese hombre o mujer del poder popular que llegue a los cargos de la estructura burocrática, es que su misión es destruirlos para construir estructurales horizontales que sean las que decidan el destino de los dineros públicos que a final de cuentas es la razón por la que todo el mundo quiere llegar allí, para robárselo. Es decir, ese hombre y esa mujer que serán concejales, diputados, alcaldes o gobernadores, tienen como primera misión debatir en el seno de las masas cuáles estructuras deberán crearse que los sustituyan a ellos mismos. Y eso requiere de mucha conciencia. Porque en la perversión del hombre está el envilecimiento por el poder, ser poderoso para controlar a otros.

Por ello debo volver al principio. La conciencia es fundamental. Y la conciencia es la vinculación permanente entre el estudio y la tarea diaria. Ese es un debate que siempre debe estar presente en todo aquel que aspire a ser, o se haga llamar revolucionario.

Caminito de hormigas…

En Proyecto Venezuela están convencidos de que al final Enzo Scarano es más bulla que la cabuya, por lo que terminará haciendo lo que diga el viejo Salas. Entre tanto me dicen que Salas está negociando en Caracas. ¿Adivinen con quién y quién será el sacrificado?... Erika Mota , joven dirigente de la oposición, se cansó de llevar palo de Ismael García quien pretendía negociarla con otros factores en Carabobo. Pero Mota no aceptó imposiciones y secretamente está llamando a votar por Primero Justicia. La gente de Cuentas Claras le ha lanzado varios anzuelos, pero aún no muerde. Ya conoce los sabores de la traición… Dos rayados dirigentes de la oposición, José Vera y Haydée Franco han intentado varias veces montar actos con Henry Falcón en Carabobo. Pero mis fuentes me aseguran que su liderazgo está mermado… Está columna publicó hace más de tres meses que Francisco Ameliach sería el candidato por Carabobo. Pues bien, mis fuentes me aseguran que es muy probable que no lo sea. Hay chance hasta el 12 de octubre… Será cierto que las empaquetadoras que vienen en los créditos que asignan Fondas, se facturan hasta cinco veces y de paso no sirven. Por ahí viene el escándalo… Si la Contraloría se atreve a investigar en la Zona Educativa ¡mi madre! lo que va a encontrar.

rafaelolmos101@gmail.com



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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