¿Qué habrá querido decir Juanes diciendo nada?

¿Paz sin fronteras… o las fronteras de la paz?

“Chengo una camicha negra, hoy mi amor eschá de lucho… hoy chengo en el alma una pena y es por culpa de chu embrujo”. Al mejor estilo de los productos músicomercantiles de Miami, Juanes llegó a Cuba a sustituir la “T” por la “Ch”. Yo no sé si el sonido en la Plaza de la Revolución fue tan bueno como para traducir simultáneamente las ches de Juanes, pero verdaderamente yo que he escuchado sus canciones, no pude entender gran parte de ellas. Como todos los promotores de la Paz mediática y capitalista, el colombiano utilizó todos los eufemismos y evasivas que en su limitada cabeza caben para ocultar sus verdaderas intenciones… pero al final se le vieron las costuras. La presión que ejerció la mafia de Miami hizo su efecto… o tal vez el “Gandhi colombiano” tenía todo premeditado, para que la gusanera lanzara los fuegos artificiales justo cuando él espetara aquel “Viva Cuba libre”. Nada más y nada menos, que la tradicional y distintiva consigna de la ultraderecha cubano-mayamera. Ahora tengo que preguntarme si las supuestas amenazas de muerte fueron verdad o eran parte del Show que logró conglomerar a más de un millón de personas en La Habana. Ya debe tener extendida la alfombra roja en La Florida… y por añadidura en Bogotá.

El primer eufemismo esgrimido por Juanes, previo el evento, fue que la Paz no puede tener tinte político, pero Olga Tañón parecía estar haciendo una “caridad electoral” al comunicar que en el aeropuerto de Miami una beneficiaria del “Programa Peter Pan”, le enviaba saludos a su padre al que no ve desde hace 20 años. “Este canto es para ti Niurca… y para todo los cubanos que viven en Miami… vamos a darles un aplauso”. Poco le falto para pedirle al Gobierno Cubano que levantará el bloqueo contra los Estados Unidos. El colombiano por su lado pidió por “la libertad de los secuestrados en Colombia”. Dijo haber llegado a Cuba venciendo el miedo y pidió a los cubanos que también lo vencieran. Otra duda que agrega Juanes a su repertorio de confusiones. ¿A qué creerá este “pacificador de hámsters” que le tienen miedo los cubanos? Habiendo invitado él mismo al ecuatoriano Juan Fernando Velazco y conociendo el conflicto actual entre sus países, nunca hizo referencia al pueblo de Manuela Sáenz. Menos mal que el quiteño si tuvo el gesto de saludar la hermandad de los dos pueblos bolivarianos. ¿Qué hubiese pasado si a Silvio o a Amaury se les hubiera ocurrido pedir la libertad de los cinco héroes cubanos, presos en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo imperial? De seguro hubiesen dicho que éstos estaban politizando el evento.

“Amar o Morir, el amor es el alma de todo. Amar o morir, ¡Ay de aquel que en la vida esta solo sin que nadie respire con él!... Amar o morir, no existe otro modo”. Con este “Patria o muerte” llegó a la escena el Puertoriqueño Danny Rivera, para dejar claro que “los pueblos deben luchar por la justicia si quieren tener paz”. Así fijó posición sobre el tema que allí los convocó. Lo mismo hizo Víctor Manuel, quien sin retórica cantó: “Aunque soy un pobre diablo, sé quienes son mis amigos y donde están... nunca piden nada y siempre dan”... “Solo quiero saber dónde están los que sobran”. Orgullo para nosotros que el republicano español tomó la bandera de la República Bolivariana de Venezuela para cerrar cantando: “Yo sé que les molesta que se haga justicia por sobre todas las cosas”. ¡Vaya manera de entender la paz, tan distinta a la de Juanes!

Como siempre Miguel Bosé cuidándose de no herir susceptibilidades, se refirió al santo pero no a la limosna: “La guerra es una mierda… los conflictos son una mierda”. ¡Claro! Él estaba allí para pedir la paz, no para contribuir a que se haga, ni señalar a los que la pisotean… mucho menos para decir a qué tipo de paz se refiere. “Quiero una isla en medio del mar para llamarla libertad”. Estoy aseguro que los cubanos la prefieren en el Caribe para llamarla Dignidad. Otro que llegó con un pasticho en la cabeza fue Jovanotti, quien se refirió a Cuba como el ombligo del mundo y a los norteamericanos como yanquis de mierda, al tiempo que portaba una gorra de Súperman… la mayor caricatura apológica del imperio norteamericano.

Sin que nadie lo presentara -como a sus predecesores en tarima- llegó al escenario el gigante Silvio Rodríguez, quien sólo vino “para preguntar, flor y reflujo… soy de la rosa y de la mar, como el escaramujo”. Cuántos estarían allí y en todo el mundo preguntándose, ¿qué será lo que busca Juanes? ¿Ganarle la carrera por el Nobel de la Paz a Bono y Bob Geldof?... ¿Romper el récord de Grammys ganados? ¿O que le entreguen las llaves de la ciudad de Miami? Ustedes me perdonarán pero “yo vivo de preguntar… saber no puede ser lujo”. Y además, como cantó Carlos Varela: “No sé qué va a pasar si la mentira se disfraza de la verdad”.

Sólo frases contrahechas salieron de la “creatividad” de Juanes: “Por encima de cualquier diferencia, al final somos hermanos”. Afortunadamente no fue su familia la que murió en aquel acto terrorista del 6 de octubre de 1976, contra el avión de Cubana de Aviación. De lo contrario no estaría pensando que los responsables son sus hermanos, o que “no importa como pensemos… al final somos iguales”. Mientras unos vivan de rodillas y otros de pie no puede haber una sola familia cubana… ni una sola colombiana… ni una sola venezolana. Eso solo sucederá cuando todos vivamos de pie y podamos abrazarnos sin que unos tengan que estirar los brazos hacia arriba y otros hacia abajo.

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Darvin Romero Montiel


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