La nave decadente se hunde lentamente en el fango
Llena de huesos, culpa, muerte, exterminio y complicidad
Cruz en mano, cómplice necesario, nublando conciencias
Sigue convocando incautos, con noticias esplendorosas.
Que un torvo aborrecible sea titulado bisagra, alcahuete entre oro y alfombras rojas
No resuelve nada, no aporta un gramo de valor, de orgullo, ni de gloria
Con sus larga falda roja, sus gorrito estúpido y sus garras de reptil decimonónico
Es el signo de lo que es injusto entre lo injusto, entronizado por dedo argento.
El infierno es lugar reservado a los marginados, a los olvidados,
a los que doblan la espalda para tener una taza de arroz y un catre donde pernoctar
Usted, cardenal con minúsculas, solo sabe de odio, lujo, odio, confort, odio y conjura
Aparataje inútil pagado a cuotas de lágrimas, destrucción, muerte y fe ciega.
No hay nada que celebrar, nada cambiará, nada, nada
Los demonios siguen en palacios dictando condenas, quien vive, quien muere
Mi pueblo ingenuo venerando viejas aves de carroña,
Púrpuras como la sangre derramada y la sangre por derramar.
obarrios08@hotmail.com