La historia que no debemos olvidar (IX)

Es la época en que se asesinan dirigentes campesinos, obreros y estudiantes. El Congreso Nacional se convierte en nicho de corrupción y negocios fraudulentos. Es cuando se alza la valiente voz de Fabricio Ojeda, quien ejercía, por disposición soberana de la voluntad popular, una curul de diputado, y formaliza su irreverente renuncia, y lee aquella memorable carta, donde comienza diciendo:

"En el primer aniversario de la suspensión de las garantías Constitucionales, un grupo de estudiantes de la Universidad Central y yo, hicimos una promesa de extraordinaria significación. Estábamos en el Cementerio General del Sur, frente a la tumba de Alberto Rudas Mezzone –uno de los tantos jóvenes caídos en la lucha por la libertad–, allí levantamos las manos y las voces y juramos: que el sacrificio de nuestros mártires no sería en vano. Juramos continuar sus pasos y cumplir su obra, para que la sangre derramada retoñase en nueva vida para el pueblo. Y desde entonces comenzamos a prepararnos para el cumplimiento irrenunciable. Con este objetivo, redimir al pueblo haciendo honor al sacrificio de sus mártires, hemos trabajado sin descanso, hemos luchado sin cesar.

Ahora a mí, solo me queda, como decía un insigne pensador latinoamericano, "cambiar la comodidad por la miasma fétida del campamento, y los goces suavísimos de la familia por los azares de la guerra, y el calor del hogar por el frío del bosque y el cieno del pantano, y la vida muelle y segura por la vida nómada y perseguida y hambrienta y llagada y enferma y desnuda".

He allí la esencia del revolucionario, el que no traiciona ni se traiciona, que muere convencido de que, por la patria es necesario dar la vida, para lograr ganar la patria en que merecen vivir nuestros hijos. Para Fabricio así era, como lo era para el pueblo y prosigue con su carta,

"…el 23 de enero, en Venezuela nada había ocurrido, a no ser el simple cambio de unos hombres por otros al frente de los destinos públicos. Nada hicieron para liberarnos de las coyundas imperialistas. Por el contrario, sirvieron como instrumento a aquellos intereses que gravitan en forma negativa sobre el cuerpo desfalleciente de la Patria".

Aquí queda demostrado su compromiso con el pueblo y su convencimiento revolucionario. Ya las cartas estaban echadas, era la opresión o la libertad: la eterna lucha de clases: los pobres contra ricos y el camino no era otro: la revolución, atinando en sus últimas frases de la lectura de su renuncia:

"Es por ello, colegas Diputados, que vengo ante ustedes a expresar la decisión de dejar el Parlamento - este recinto que pisé por voluntad del glorioso pueblo caraqueño, hoy oprimido y humillado -, para subir a las montañas e incorporarme a los compañeros que ya han iniciado el combate y con ellos continuar la lucha revolucionaria para la liberación de Venezuela, para el bienestar futuro del pueblo, para la redención de los humildes.

Estoy consciente de lo que esta decisión implica, de los riesgos, peligros y sacrificios que ella conlleva; pero no otro puede ser el camino de un revolucionario verdadero

Convoque, pues, señor Presidente, al suplente respectivo porque yo he salido a cumplir el juramento que hice ante ustedes de defender la Constitución y leyes del país. Si muero, no importa, otros vendrán detrás que recogerán nuestro fusil y nuestra bandera para continuar con dignidad, lo que es ideal y deber de todo nuestro pueblo.

¡Abajo las cadenas! ¡Muera la opresión! ¡Por la Patria y por el Pueblo! ¡Viva la Revolución!" (30 de junio de 1962).

Veamos ahora, la nota de prensa donde se reseña la detención de Fabricio Ojeda:

Preso Fabricio Ojeda durante ofensiva antiguerrillera en las montañas de Portuguesa

El 14 de octubre de 1962, fue detenido Fabricio Ojeda durante una ofensiva antiquerrillera llevada a cabo por unidades del Ejército en las montañas de Portuguesa. Junto al jefe guerrillero fue detenido un grupo de campesinos acusado de servir de base logística a los rebeldes alzados en las montañas de Portuguesa y Lara bajo las órdenes de Argimiro Gabaldón y Juan Vicente Cabezas.

Fabricio Ojeda renuncio a su condición de diputado del partido Unión Republicana Democrática (URD) para incorporarse a la lucha armada en contra del gobierno de Rómulo Betancourt. En la carta de renuncia, Ojeda denunció las violaciones del gobierno de AD a la constitución y a los derechos humanos, lo que hacía imposible las luchas en el terreno pacífico y electoral. Según un comunicado del Cuartel General de las Fuerzas Armadas de Liberación Nacional (FALN), Fabricio Ojeda fue detenido cuando llevaba a cabo una reunión con las bases sociales rurales y no hubo resistencia a fin de evitar bajas entre los campesinos. La detención ocurrió en caserío llamado Potrerito. (Diario Vea. Tal día como hoy 14/10/14).

De esta manera se da inicio a uno de los periodos históricos más violentos y desastrosos de la historia de los delitos de "lesa humanidad", mediante atrocidades en contra de la integridad humana de humildes venezolano que por el hecho de no pensar con el molde ideológico de la doctrina macabra del capital o por únicamente ser pobre y sobrevivir en las entrañas del sistema capitalista salvaje, se le privaba la libertad, era perseguido y asesinado a mansalva en manos de los esbirros de la policía política, mejor conocida como la DIGEPOL, que cumplía fielmente los mandatos del jefe Betancourt, sin importarle la inocencia o la culpabilidad de sus víctimas, y todo con el apoyo de encopetados sectores de la sociedad venezolana como Fedecámaras, los Partidos Políticos de derecha, el Clero y los medios de comunicación, produciéndose el cierre de periódicos, profundizándose la persecución ideológica y de libertad de expresión y pensamiento.

HASTA LA PROXIMA ENTREGA.

 

reinaldoc06@gmail.com



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