Luego de que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, anunciara el 27 de octubre de 2025 la suspensión "inmediata" de los acuerdos energéticos, incluidos los proyectos de gas, con Trinidad y Tobago, decisión que fue tomada como respuesta a la realización de ejercicios militares conjuntos entre Trinidad y Tobago y Estados Unidos en el Caribe, lo cual fue percibido por el gobierno venezolano como una "amenaza" o "postura hostil", desató una crisis por la falta de gas en Trinidad y Tobago.
La suspensión de estos acuerdos se produjo en un momento en que Trinidad y Tobago ya enfrentaba una escasez de gas natural. La economía del país depende en gran medida de este recurso, y la perspectiva de un suministro proveniente de Venezuela a través del proyecto conjunto (campo Dragón) era vista como crucial para aliviar el déficit existente.
La vicepresidenta venezolana, Delcy Rodríguez, y la estatal PDVSA recomendaron la medida, argumentando que Trinidad y Tobago se estaba convirtiendo en una "plataforma del imperio estadounidense".
Expertos y medios han señalado que la economía de Trinidad podría verse gravemente afectada si no recibe gas de Venezuela, lo que subraya la importancia estratégica de estos acuerdos.
A raíz de esta situación, la empresa Nutrien, uno de los mayores productores mundiales de fertilizantes, anunció el cierre controlado de sus operaciones de nitrógeno en Trinidad y Tobago. La compañía citó explícitamente la falta de un suministro de gas natural "fiable y económico" como una de las razones principales, junto con disputas portuarias.
La tranca de envíos (o la suspensión de los acuerdos antes de que se concretaran envíos significativos) ha generado gran incertidumbre. Analistas y medios advierten sobre las posibles consecuencias económicas y sociales:
La falta de gas afecta directamente al sector petroquímico, un pilar de la economía trinitense y se estima que la suspensión de los acuerdos y la crisis energética podría afectar a cientos de familias y empleos directos e indirectos en Trinidad y Tobago.
En resumen, la suspensión de los acuerdos gasíferos por parte de Venezuela ha intensificado la crisis energética preexistente en Trinidad y Tobago, lo que habría provocado el cierre de operaciones importantes como las de Nutrien, generando un escenario de incertidumbre económica y política.