PDVSA POR DENTRO: destapando la caja negra

Con este nombre, la “Gente de Ciencias” (agrupación de la Facultad de Ciencias de la UCV vinculada al grupo que publica la página web Soberanía.info, realizó foros por toda la geografía nacional, con la finalidad de alertar a la población sobre las vinculaciones internacionales del negocio petrolero y los intentos golpistas de la oposición.

Según sus interesantes artículos y foros, el Estado Corporativo estadounidense está interesado en controlar las principales fuentes de energía a nivel mundial antes de que su propia necesidad de energía los haga dependientes y vulnerables, lo cual cuestionaría su hegemonía mundial.

Es por ello que, sugieren varios analistas nacionales e internacionales, los EEUU permitieron el ataque a las torres gemelas para tener la excusa de la guerra mundial contra el terrorismo.

En este marco se inscribirían las invasiones a Afganistán e Irak. Y en este marco se inscribirían los intentos de la oposición venezolana por tomar el poder.

El creciente intervencionismo de Chávez en los asuntos del “Estado-empresa” PDVSA provocó, según estas afirmaciones, la declaración de guerra de sus jefes contra Chávez, guerra que está lejos de culminar.

Hoy día, Chávez ha salido victorioso de la última batalla: el paro-sabotaje de diciembre de 2002. Como resultado, ha tomado el control de PDVSA, despidiendo a 18000 personas, descabezando el tren ejecutivo de la industria. Siguiendo la metáfora de “Estado-empresa”, Venezuela, conducida por Chávez, ha invadido y tomado el control de PDVSA.

Pero, ¿realmente tiene el control absoluto? La reestructuración de PDVSA se inició con una reorganización de transición en la cual pensó involucrarse a los trabajadores en la cogestión de la industria. Para ello se nombraron a Nelson Núñez (presidente de SINUTRAPETROL) y a Rafael Rosales (presidente de FEDEPETROL) como directivos de PDVSA. Esto intentaba crear una imagen de que los trabajadores estaban controlando los destinos de la industria petrolera, pero, más allá de los problemas que involucran al hecho de ser representantes de los patronos y de los trabajadores al mismo tiempo (cosa que no discutiremos en este artículo), dicho nombramiento no causó más ningún efecto.

La realidad es que por debajo de la Junta Directiva de PDVSA, los trabajadores seguimos siendo mirones de palo. Se han realizado asambleas, pero más con la finalidad de informar, recibir algunas denuncias, pero jamás poner a decidir a los trabajadores.

Este distanciamiento de las decisiones gerenciales de los deseos de los trabajadores, o de sus opiniones, es sintomático de lo que pasa en la industria, en la Nueva PDVSA. Tristemente, contrasta con el nivel de participación de los trabajadores y de las comunidades en el rescate de la industria petrolera en medio del paro-sabotaje.

Hoy día, existen varias actividades de la industria petrolera de la cual los trabajadores y el pueblo somos ajenos a las políticas implementadas. Estas son, grosso modo, la explotación de la Plataforma Deltana, los negocios en el extranjero, el monitoreo de los convenios, el problema Intesa, los nuevos yacimientos y la reestructuración de PDVSA.

Sobre la explotación de la Plataforma Deltana hay denuncias de adjudicaciones a dedo con términos contractuales lesivos para la Nación. De los negocios en el extranjero se habla que no se han sincerado (caso refinerías, Citgo, ventas con descuento) y el nuevo contrato de venta con Free Market Petroleum. El monitoreo de los convenios, por las denuncias de bombeo de lodos para pasarlos como petróleo en el pasado. El problema Intesa, porque no se publica el contrato con PDVSA(donde el Gobierno parece estar amarrado al mismo) y porque su personal está ingresando a la industria sin control. De los nuevos yacimientos, por no saberse quién invertirá en ellos y quién y cómo decidirá al respecto. Y sobre la reestructuración de PDVSA, porque la prometida cogestión no llegó; porque los golpistas de Palmaven siguen intactos; porque reincorporan a golpistas y – lo peor – en puestos claves donde hacen daño; porque las necesidades de los trabajadores se atienden a criterio de los jefes o de acuerdo a las presiones de los sectores claves, pero jamás producto de debates y decisiones de conjunto con los interesados; porque las denuncias y opiniones de los trabajadores sólo son escuchadas si concuerdan con la opinión personal de los jefes y no como producto del debate democrático; porque siguen los negocios con las consultoras; porque siguen las contrataciones de personal a través de terceros y vulnerando los derechos a salario igual por trabajo igual; porque – lejos de crear las condiciones para que PDVSA no vuelva a ser vulnerada – se están creando cotos de poder que apuntan hacia la destrucción de la industria y la reacción apática de los trabajadores.

Como la reestructuración es la clave para abordar el resto de los temas, me voy a centrar en ella.

En las semanas en las cuales se retomó el control de la industria por parte de los trabajadores rasos, mandos medios y las comunidades, parecía claro y lógico que se abriera un debate en torno a quién debía tomar las decisiones en PDVSA. Las comunidades organizadas demandaban la realización de una Asamblea Originaria del Soberano (Accionista de PDVSA). Los trabajadores organizados demandaban cogestión dentro de la industria. Estas demandas eran posibles porque la conquista de PDVSA derrumbó mitos y descubrió verdades: se demostró que la casta superpreparada de Gente del Petróleo no manejaba misterios descubiertos por fuerza divina, sino una industria con tecnología al alcance de cualquier mortal. También se demostró que los trabajadores ligados a la producción son las piezas claves en todo el proceso. Y demostró que la población de escasos recursos había aprendido del golpe de abril del 2002 que la industria petrolera era clave para la supervivencia de la revolución.

Pero el Gobierno y la alta dirigencia de PDVSA que se quedó trabajando o entró en la contingencia tenía y mantiene la concepción de que democratizar la industria es volverla ingobernable. Algunos sencillamente piensan que es contrario a sus intereses.

Pero el debate estaba planteado. Máxime, cuando el control de las refinerías El Palito y Puerto La Cruz, así como otras zonas, se hizo y se mantenía entre los sectores bajos y medios de las comunidades, trabajadores petroleros y ejército. Entonces había que hacer algo, y se hizo.

Los trabajadores petroleros y las comunidades estaban muy ocupados preservando las instalaciones petroleras que tenían a su alcance como para organizarse a nivel nacional para tomar el control de la industria como un todo coordinado. Además, su principal líder jamás se los pidió. El Gobierno tomó la idea de la Asamblea Originaria para realizar un acto político sin consecuencias en la industria. Por otra parte, condecoró a los trabajadores y soldados que recuperaron la industria; algo sin precedentes pero que quedó como un reconocimiento a actos individuales y, por último, designó a los representantes del sindicato oficialista (SINUTRAPETROL) y el mayoritario (FEDEPETROL) como directivos de PDVSA, dejando el resto de la estructura petrolera ajena al control de la industria. La falta de preparación y exceso de confianza de los trabajadores en sus líderes lo permitieron.

Una cosa es el control de la producción cotidiana y otra es la planificación de los negocios, de la exploración y puesta a punto de la producción. Se necesita del concurso de trabajadores calificados para las tareas específicas. Pero estos trabajadores calificados están formados en la Vieja PDVSA y su calificación ha sido causa o consecuencia de puestos de dirección, ha los cuales han llegado en muchos casos gracias a la ayuda de alguno de los que actualmente se encuentra fuera de la industria por su participación en el paro-sabotaje, y mantienen su formación y su visión de PDVSA como un negocio en sí mismo y para sí mismo, donde debe alejarse la política de PDVSA (la de los demás, porque su posición es política).

Estos trabajadores calificados y de dirección están copando posiciones claves en la industria. Algunos honestamente trabajan por servir al país; otros honestamente trabajan por servir a PDVSA (como les enseñaron); pero algunos, disfrazados de leales al proceso, acumulan información, coordinan esfuerzos y esperan por dar el zarpazo, o se acomodan para recibir los beneficios de su posición, en espera de oportunidades para sí mismos.

Es difícil identificar a todos. No puede culparse al Gobierno por no conocer las verdaderas intenciones de todos los trabajadores de PDVSA; tampoco le podemos culpar por no saltar ante cada denuncia: son demasiadas, muchas contradictorias, inconsistentes o tergiversadas. Una acción equivocada puede provocar el alzamiento de un sector y la ingobernabilidad de la industria. La calificación de proveedor confiable se derrumbaría y con ella los negocios y relaciones internacionales (al menos temporalmente).

Pero la impunidad crea el mismo problema a mediano o largo plazo. Por otra parte, los negocios de PDVSA con petroleras extranjeras para la explotación de hidrocarburos en la nación y para la venta de petróleo o combustible en el exterior son de competencia del Alto Gobierno, por lo cual sus aciertos y errores son responsabilidad del mismo.

No me corresponde dilucidar las verdades y mentiras que se dan con respecto a las denuncias hechas en torno a los negocios antes citados. Pero como trabajador de PDVSA y como ciudadano venezolano tengo derecho a la información y a participar en el debate que se ha generado en torno al tema. Los trabajadores podemos participar en aclarar las denuncias en torno a quiénes están en la industria y cuál es su trayectoria profesional y política. En este sentido se han hecho denuncias acerca de la reincorporación o la falta de desincorporación y sobre la reubicación de trabajadores que participaron en el paro y en las actividades de Gente del Petróleo en el período Marzo-Diciembre de 2002.

El Gobierno, aparte del discurso sobre la participación de los trabajadores, pareciera que delega verticalmente el procesamiento de las denuncias. De hecho, Chávez habló recientemente en Puerto Ordaz conminando a los gerentes de PDVSA a tener mano dura contra los trabajadores que conspiraron. Pero, ¿qué pasa cuando los conspiradores son gerentes y arremeten contra los trabajadores que recuperaron la industria?, ¿qué pasa cuando toda una cadena de mando se apoya mutuamente para contrarrestar las denuncias en su contra hechas por trabajadores comprometidos en el proceso?, ¿cómo saber la verdad de quién es quién?.

Ese parece ser el dilema en algunas zonas. Ese parece ser el dilema con el caso San Tomé.

Veamos el caso San Tomé. Este distrito concentraba una gran proporción de trabajadores golpistas. La gran mayoría del tren gerencial y supervisorio se sumó al paro. En este distrito se sabotearon cientos de pozos, el Patio de Tanques Oficina, las Estaciones de Flujo o Descarga, la plataforma informática.

A finales de diciembre y principios de enero se logra retomar el control de PTO y del Campo Norte. Se nombra al Ing. Gilberto Zerpa como gerente del nuevo Distrito Sur (San Tomé), el cual toma el mando del distrito enfrentando a la gerencia destituida, en una lucha física en la que participaron los trabajadores de producción y algunos del campo norte. A partir de allí se empiezan a recuperar cada una de las dependencias, unas con mayor eficiencia que otras.

Zerpa se dio una política de priorizar en la relación de PDVSA con su entorno y se pone en contacto con sectores de las comunidades aledañas, incluyendo sectores de las comunidades indígenas. A la vez, constituye un equipo de dirección leal pero en muchos casos ineficiente y en otros pasando por encima de la cadena tradicional de ascenso dentro de la industria. Por otra parte, él y su entorno empiezan a contratar a familiares y amigos, a ubicarles privilegios y dejando descontentos a los aspirantes a los mismos puestos y a quienes objetan dichas prácticas. Estas actitudes crearon ruido y descontento, se activaron los contactos y todo resultó en la destitución de Zerpa y sustitución por la mano derecha del presidente de PDVSA Oriente, la Ing. Bahilda Gallardo.

La Ing. Bahilda Gallardo retrasó su llegada por la movilización que los allegados a Zerpa promocionan para desconocer su nombramiento. Al final, llega con la actitud de quien viene a sofocar una insubordinación. Sustituye al ejército (afín a Zerpa, aparentemente) por la Guardia Nacional y sustituye a casi todo el personal cercano a Zerpa. Restituye en sus cargos a algunos destituidos; algunos cargos los suple con gente traída de Puerto La Cruz o Maturín y en otros promueve a quienes correspondería según la tradición meritocrática.

La destitución de Zerpa es explicada de manera oficial como una medida temporal “mientras arregla asuntos jurídicos con PDVSA”, aludiendo a una demanda por autoría intelectual de la Orimulsión que tiene Zerpa desde 1996. Pero en los pasillos de PDVSA se dice que le están cobrando su insubordinación (parece que Zerpa no consultaba sus decisiones a Luis Marín y le informaba de las mismas cuando ya se estaban ejecutando) y su ineficiencia al levantar la producción. Los defensores de Zerpa alegan en su defensa que PDVSA sabía de su demanda cuando lo nombraron gerente (o sea que es cuento viejo), que le dieron nombramiento sin poder ni presupuesto y que aún así superaron la meta de producción que se establecieron en enero; que Marín le cobra a Zerpa su negativa a constituir los comités de perdón en San Tomé.

Según los puestos que ocupaban, ambos – Zerpa y Marín – deberían ser personajes comprometidos con el proceso. Esto es lo que hace que mucha gente se desilusionen y otros se alegren: “se están tirando entre ellos mismos”. ¿La pelea es entre revolucionarios? Si es así, ¿por qué el trato hostil, a nivel de enemigo de la Ing. Bahilda Gallardo al sacar con la GN a quienes estuvieron con Zerpa recuperando la Industria en San Tomé? Si es así, ¿por qué el trato de “golpistas” dado por los Zerpistas a Luis Marín y sus allegados? Si no es así, ¿cómo saber quién tiene la razón?

Hay denuncias de parte y parte, para lo cual no voy a extenderme más. Quien quiera ahondar en ellas puede visitar las páginas web: www.aporrea.org y www.soberania.info, o buscar en los periódicos. Pero, ¿cómo saber la verdad?

Considero que la solución más efectiva y permanente a largo plazo es dándole poder de decisión a los trabajadores. Somos nosotros quienes colectivamente, organizadamente en forma democrática podemos hallar la verdad y finiquitar los enfrentamientos sin fundamento en el interés de la nación.

Zerpa, Marín y Gallardo hicieron asambleas, todas informativas, todas permitieron el derecho de palabra de los trabajadores, ninguna tuvo poder decisorio, ninguna abarcó la totalidad de los trabajadores del distrito.

Los trabajadores petroleros, sin distinción de nómina pero garantizando la participación de los que están en el campo, en la producción, tenemos el derecho y el deber de aclarar y ordenar el debate. Debemos exigir asambleas y espacios para la denuncia, el debate, la opinión, la decisión, la vigilancia y el control de las actividades y el personal de PDVSA.

Los trabajadores de base conocen su entorno, conocen la trayectoria de sus jefes y compañeros de trabajo. Los trabajadores de base son los que realmente recuperaron a la industria petrolera. La mejor manera de pagarles es mantener su participación en la toma de decisiones de la gestión de PDVSA. Debemos exigir el control de la industria por parte de sus trabajadores y que no se cierre de nuevo el control en torno a unos pocos privilegiados, so pena de correr el riesgo de volver a perderla.

En concreto, propongo:

1) Que por decisión de Junta Directiva de PDVSA, no se permita que a ningún trabajador se le despida o se le desmejore en su cargo sin justa o comprobada causa, y que mientras se tome esta decisión cada gerencia o superintendencia asuma públicamente este compromiso. Esto para evitar que el debate cobre víctimas por abuso de autoridad.

2) Se constituya un Comité Nacional, Comités Regionales y locales promotores de un Congreso Nacional de Reestructuración de PDVSA, con la participación voluntaria de los trabajadores.

3) Se realicen Comités Nacionales, Comités Regionales y locales que admitan y procesen las denuncias que quieran formular responsablemente los trabajadores en relación a la existencia de conspiradores en la industria.

4) Se realicen asambleas departamentales y locales, con agenda abierta para debatir y decidir sobre temas como:

a) Reivindicaciones laborales
b) Producción
c) Reestructuración
d) Política Petrolera
e) Política Nacional

5) Se publique la lista de trabajadores botados y la lista de los trabajadores activos. Dichas listas deben contener la siguiente información:

a) Nombre completo
b) Cédula
c) Cargo
d) Departamento
e) Zona o región donde trabaja o trabajaba
6) Se fije como plazo máximo para realizar el Congreso un año.
7) Se le proponga a la comunidad constituir comités similares para la
realización de una verdadera Asamblea Originaria del Pueblo Soberano
Accionista de PDVSA. Este Congreso debería debatir el papel de PDVSA
en el desarrollo de la Nación.


Esta nota ha sido leída aproximadamente 3959 veces.



Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter




Notas relacionadas