Replica al artículo de Giulio Santosuosso

¡Nos quedamos... en lucha por la II Independencia Nuestramericana!

“Los conquistadores practicaban también, con habilidad política, la técnica de la traición y la intriga. Supieron explotar, por ejemplo, el rencor de los pueblos sometidos al dominio imperial de los aztecas y las divisiones que desgarraban el poder de los incas. Los tlaxcaltecas fueron aliados de Cortés, y Pizarro usó en su provecho la guerra entre los herederos del imperio incaico, Huáscar y Atahualpa, los hermanos enemigos. Los conquistadores ganaron cómplices entre las castas dominantes intermedias, sacerdotes, funcionarios, militares, una vez abatidas, por el crimen, las jefaturas indígenas más altas. Pero además usaron otras armas o, si se prefiere, otros factores trabajaron objetivamente por la victoria de los invasores. Los caballos y las bacterias, por ejemplo.”[1]

En fecha lunes 23/02/2015 se publicó en Aporrea un artículo firmado por Giulio Santosuosso[2], donde expresa algunas opiniones muy personales, las cuales dan pie a que cualquier lector sensato piense que son “demasiado extremistas, o xenófobas”, como indica el autor. Consideramos que del artículo es rescatable el llamado a generar “una discusión seria sobre el tema”; pero tal discusión, para que sea realmente seria, debería alejarse de opiniones personales y centrarse en el asunto de si “el venezolano y el colombiano son dos personas completamente diferentes” como se afirma. Lo anterior, para validar o refutar postulados bolivarianos que, como refiere el señor Santosuosso datan de la época del Libertador y (aunque olvidó mencionarlo) el Generalísimo Francisco de Miranda. Es difícil entender ese postulado si no se reconoce que fue toda Nuestra América la que se levantó contra el invasor Europeo.

La afirmación antes expuesta daría para pensar que culturalmente nuestros pueblos son distintos, que tenemos diferentes costumbres y, por lo tanto, intereses distintos. Lo anterior nos genera mucha intriga, pues contradice una de las banderas que enarbolamos millones de Bolivarianos nacidos en Venezuela, Colombia, Ecuador, Perú y toda Nuestra América. Banderas que han permitido el avance de importantes y necesarios procesos integracionistas a nivel  regional, como por ejemplo  ALBA y CELAC. 

Decimos que el llamado al debate es lo rescatable del artículo, pero vemos necesario pronunciarnos frente a algunas aseveraciones que consideramos muy subjetivas, como cuando el articulista afirma cosas como: “Y también, en mis investigaciones, preguntando a muchos venezolanos, parece que la misma delincuencia llegó en los años 70 con los colombianos”. Tal afirmación nos hace pensar que existe una “investigación” seria sobre el tema, y sería bueno para el debate que se diera a conocer.

Las acusaciones consignadas en el artículo son tantas, tan descabelladas y tan carentes de referencias que las apoyen, que sería muy extenso referirnos a cada una, por lo cual solamente lo haremos frente a unas pocas y nos centraremos en las cuestiones que consideramos más de fondo.

Para empezar, debemos decir que es una triste realidad el hecho de que buena parte del pueblo colombiano votante está derechizado. La oligarquía colombiana ha implementado una política antipopular, que se basa en una exitosa combinación de todas las formas de lucha por parte del estado, la cual contempla entre otras tantas: campañas mediáticas de desinformación, procesos de ideologización desde la escuela y la iglesia, procesos de transculturización desde los medios masivos de comunicación y por supuesto, el execrable  paramilitarismo.

En Colombia, al igual que en Venezuela, los grandes medios de comunicación obedecen a intereses políticos y económicos de la clase dominante. Las encuestas y sus resultados, obviamente, también obedecen también a una política comunicacional. Sería muy interesante conocer la fuente donde, según el señor Santosuosso el 80% de los colombianos apoyaban al narcotraficante N° 82 y la ficha técnica de tal encuesta. A propósito de AUV, es justo aclarar que no fue él “quién creó los grupos paramilitares”, aunque sea su más reconocido auspiciador en las últimas décadas. El paramilitarismo en Colombia es una política de estado tan antigua como el tiempo en que “…muchas cosas carecían de nombre, y para mencionarlas había que enseñarlas con el dedo”[3]

Es, por lo menos, muy osado afirmar que: “… en ese país no existe el concepto de “honestidad”, y de repente la ausencia de ese concepto es la razón por la cual…”. ¡Imaginemos por un momento que alguien venga, y nos diga que los venezolanos son todos unos flojos! No es muy serio andar criminalizando todo un pueblo. Según parece, la prueba de falta de honestidad del pueblo colombiano se basa en la llegada a la presidencia de un bandido como Uribe, en un país que superó los 42.000.000 de habitantes y con una abstención del 53.53% en 2002 y 54.95% en 2006 del universo electoral[4]. La votación más alta alcanzada por Uribe fue en 2006 con 7.397.835 de votos. Es decir, en Colombia es una minoría la que cree en la democracia burguesa y vota en las elecciones, sin mencionar la presión de los grupos paramilitares que garantizó muchos votos pistola en mano.

El señor Santosuosso se pregunta: “¿En cuáles países mataron a un líder de izquierda?” y la respuesta que se da a sí mismo, es, por decirlo de alguna manera, una verdad a medias. Para empezar Gaitán no era exactamente un líder de izquierda. Era un liberal de lo más decente que ha tenido ese partido, pero no era de izquierda. Fue asesinado por una de las oligarquías más criminales de nuestra América, pero no fue el único mártir ni la oligarquía colombiana es la única asesina. Esa verdad a medias no menciona los miles de crímenes perpetrados por las dictaduras militares en medio del desarrollo del plan cóndor, por mencionar algo. Pero sí se le olvida mencionar que en Venezuela fueron asesinados Fabricio Ojeda y Jorge Rodríguez, por mencionar solo dos de los miles de izquierdistas que murieron antes de la llegada al poder del Comandante Chávez.

Los procesos de resistencia y lucha de nuestros pueblos son muy similares, pues las condiciones de explotación y represión a las que han sido sometidos han sido casi las mismas. Los distintos desarrollos de nuestra historia como países, han redundado en distintos matices en los procesos de resistencia y lucha popular, pero, en términos generales vemos elementos comunes. En toda Nuestra América fueron perseguidos, criminalizados y asesinados muchos de los más destacados líderes de los partidos de izquierda, y en la mayoría de los casos, exterminados los grupos insurgentes. Lo que sí es una verdad irrefutable es que en Colombia, durante por lo menos medio siglo de la más criminal campaña de exterminio, los revolucionarios continúan enfrentando la arremetida del imperio. Tanto es así, que hoy, una de las guerrillas colombianas tiene sentado al gobierno para buscar un acuerdo político que ponga fin al conflicto social y armado. Por eso no nos explicamos cómo un académico, profesor universitario y precursor de la Revolución Bolivariana -según afirma en su perfil de Tuiter- puede afirmar que “…la guerrilla nació por luchar contra un estado opresor y burgués, pero realmente se convirtió en un medio de subsistencia.”

Nosotros, los latinoamericanos, los hijos de Bolívar, Martí, Zapata y San Martín; los herederos del sueño Mirandino de una gran Colombeia somos hombres y mujeres de trabajo, acostumbrados a ganarnos el pan diario con el sudor de nuestras frentes. También somos víctimas de la misma explotación burguesa, la cual no discrimina nacionalidades, pero en cambio incentiva el nacionalismo. Es válido en este punto dejar que hable la pluma de Volodia Ulianov: “Cualquier nacionalismo liberal-burgués lleva la mayor corrupción a los medios obreros y ocasiona un enorme prejuicio a la causa de la libertad. Y esto es tanto más peligroso por cuanto la tendencia burguesa (y feudal burguesa) se encubre con la consigna de cultura nacional. Los ultrarreaccionarios y clericales, y tras ellos los burgueses de todas las naciones, hacen sus retrógrados y sucios negocios en nombre de la cultura nacional...”[5]

El llamado que hace el Presidente para “para establecer nuevos parámetros para una relación con el gobierno de Santos, donde prevalezca el respeto mutuo, el diálogo franco y se garantice la paz y estabilidad de ambas naciones.” es absolutamente pertinente, pero es igualmente preocupante la campaña xenófoba que se está adelantando dentro de las filas del chavismo, aun cuando el mismo Nicolás Maduro ha reiterado su profundo amor por el pueblo colombiano. Entonces vemos necesario, para enriquecer el debate, llamar la atención sobre los siguientes conceptos: País, estado, nación, gobierno, pueblo y patria.

Entender que el estado es el aparato de dominación de la clase dominante, da muchas luces frente al tema que nos ocupa. No es lo mismo hablar del pueblo colombiano y del estado colombiano. Tampoco es lo mismo hablar de los intereses que nos mueven a los Bolivarianos, que hablar de los que mueven a los gobiernos de los estados de nuestras repúblicas. Tanto el gobierno del narcotraficante N° 82, como el del presidente Santos representan los intereses del imperialismo y las oligarquías criollas. 

No vamos a hacer una defensa chovinista de “la colombianidad”, pues para nosotros la patria es el hombre –como diría el querido Alí Primera- pero tampoco podemos dejar de decir que es absolutamente irresponsable acusar a los migrantes de todos los males que aquejan a este miembro de la Patria Grande llamado Venezuela.

Sería muy interesante, en aras de la discusión formal y objetiva que propone el señor Santosuosso, conocer las fuentes en las que se apoya para afirmar que “…la gran mayoría de los hechos criminales en Venezuela tienen que ver (…)  con el narcotráfico, (…) es bien sabido, por ejemplo, que la gran mayoría de los homicidios son ajustes de cuentas entre bandas rivales”. En Venezuela adolecemos de muchas manifestaciones de la criminalidad, entre ellas la corrupción, la cual no necesariamente tiene que estar ligada al narcotráfico, pero sí al capitalismo, que es gestor de las anteriores. Es absurdo culpar a los colombianos por la fuga de millones de dólares, insinuando que esa plata salió por obra y gracia de la maldad de los vecinos. O decir que el desabastecimiento es por culpa de los bachaqueros. Hay problemas de fondo que explican esos fenómenos, y no podemos intentar lanzar potes de humo para cubrir responsabilidades frente a esos temas.

Problemas como la criminalidad, el narcotráfico y el bachaqueo son consecuencias directas del sistema capitalista, que corrompe a quienes se dejan llevar por la promesa de del dinero fácil, sin importar el número de la cédula, o el color de la franela: igual puede ser blanca, amarilla, roja rojita o verde olivo.

La historia de nuestros pueblos, los cuales comparten no solamente el mismo idioma, está llena de maravillosos pasajes heroicos, donde americanos patriotas ofrendaron sus vidas por la libertad, sin importar si nacieron en un virreinato o una capitanía. También es común para nosotros la larga tradición de explotación y opresión, generada por aquellos que prefirieron, después de echar a los invasores, dividirnos siendo una sola nación para crear dos repúblicas. Somos dos países con la misma historia de saqueo y explotación, con similares procesos de resistencia que tomaron distintos matices, pero que tienen en común la valentía, el coraje y la determinación de un pueblo que no se doblega, y que reconoce como su hermano y su igual a aquel que padece sus mismos sufrimientos.

Queremos terminar “por ahora” nuestras consideraciones, saludando nuevamente el llamado a realizar un debate serio, pero no solamente desde esta tribuna, si no llevarlo al seno de nuestras comunidades. Discutir estos temas, por ejemplo con los compañeros del Gran Polo Patriótico, en las UBCH, los comités de los concejos comunales, las organizaciones de base, nuestros vecinos. Seguramente allí, hablando con el pueblito de a pie, el amigo Santosuosso podrá ampliar un poco su visión sobre el papel que jugamos y seguiremos jugando muchos colombianos en el proceso revolucionario venezolano. Porque nosotros no creemos en parcelas ni fincas grandes como lo hicieron aquellos, que hace casi doscientos años traicionaron la primera gesta libertadora.

Seguiremos luchando juntos, hombro a hombro con el pueblo venezolano y nuestroamericano para lograr la Segunda y Definitiva Independencia. Lo haremos con nuestro trabajo en los campos y ciudades, aportando nuestro modesto esfuerzo en las expresiones organizativas de base, y si mañana nos toca, pues lo haremos desde los escenarios que se nos presenten, para defender la Patria Grande que soñaron Bolívar y Chávez.

Movimiento Social y Político Marcha Patriótica

Capitulo Venezuela

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[1] Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina.

[3] Gabriel García Márquez, Cien años de soledad.

[4] Datos de la Registraduría Nacional del Estado Civil de Colombia.

[5] V. Lenin, Notas críticas sobre la cuestión nacional. 1913.

 

 



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