(Acerca de costos inflados, fingidos e indebidos)

Conozcamos las burlas del Impuesto S/R

Adelantamos que a los accionistas de las compañías burguesas

poco les ha faltado para imputar como

costes de producción

el de sus hogares.

Dejaremos a un lado los costos camuflados, inflados y fingidos, y nos ceñiremos al   costo indebido, que en la literatura económica marxista se recoge como costo de los medios de trabajo, o sea, herramientas, maquinaria, obras de infraestructura, energéticos, alquileres, además de los pagos por concepto de vigilancia y administración del patrimonio empresarial. No sobra decir que no se trata de vivezas contables; se trata de un costo propio de la Contabilidad Burguesa, aprobada, autorizada y refrendada por el Estado de las repúblicas democráticas capitalistas. No en balde Carlos Marx y Federico Engels (Manifiesto Comunista) identificaron el gobierno estatal como una Junta Administradora del patrimonio de la burguesía.

Este es el caso: Cuando, por ejemplo, una empresa carga al costo de fabricación sus pagos por concepto de vigilancia y administración o contabilidad patrimonial, pretende y así lo viene consiguiendo que su clientela los cubra con sus salarios, como si ella fuera la dueña o condueña de semejante patrimonio.  Esta contabilidad y aberración burguesa lleva siglos sin que ninguna contraloría ni gobierno alguno haya podido negarla ni regularla, a pesar de que en ello le iría una máxima recaudación de impuestos. Es más, no fue directamente cuestionada por Carlos Marx, el único crítico objetivo y profesional que ha tenido la Economía Política hasta ahora.

De igual manera, cuando al costo de producción se le carga el precio o las correspondientes depreciaciones de los medios de trabajo, alquileres, energéticos y afines, el capitalista recarga el precio de sus mercancías para que esa clientela también se los reintegre en dinero, como si los trabajadores tuvieran la obligación de costearle al patrono la propiedad privada que este ejerce sobre semejantes medios.

 

Por asombroso que resulte, eso es lo que hace esa contabilidad burguesa: los trabajadores le compran indirectamente a su patrono los medios de trabajo con los que este los explota, y no estamos hablando de la plusvalía que representa la explotación básica del sistema capitalista.

En paralelo, estos empresarios han logrado burlar sostenidamente el pago del Impuesto Sobre la Renta ya que el costo de esos medios de trabajo, esas depreciaciones, esos gastos por alquiler, vigilancia, administración, combustibles, etc., terminan reduciendo la ganancia declarada ante hacienda o el Seniat.

Desde luego, tan pronto un gobierno más responsable y con un mayor orgullo administrativo desprecie esos costes como indebidos, para unos precios de venta constantes, si bien los consumidores seguirían costeando dichos medios, el I S/R se dispararía a favor del Estado.  Lo más aconsejable sería que se anule esos cargos de costes indebidos y se abarate el precio de venta correspondientemente, porque hasta ahora esa Contabilidad les permite a los empresarios mantener una propiedad sobre unos medios de producción que constantemente se los está “regalando” su clientela, y como dicho regalo figuran como costo fabril, también burlan el I S/R.

Por supuesto, mientras el Estado no se sume a quienes sostenemos que la ganancia es igual a la plusvalía, y que esa ganancia no es la diferencia entre precio de venta y costos de fabricación, sino sencillamente al valor del trabajo excedente dentro de la fábrica, antes de ir al mercado, el capitalista siempre estará realizando estos cargos indebidos y burlando el pago de impuestos.

Para calcular la plusvalía bastaría con descontar del precio de venta a puerta de fábrica el monto de los salarios, y el de la materia prima, una ecuación que ni siquiera la literatura marxista la ha recogido ya que el propio Marx consideró que el Producto Territorial Bruto (PTB) era igual a los capitales constante y variable más plusvalía, y en consecuencia ésta sería = (PTB - Salarios y - Capital Constante), que es precisamente la fórmula ortodoxa usada por la contabilidad burguesa.

Sólo así quedaría claro que los medios de producción, excluida la materia prima, son condiciones necesarias del capitalista para poder explotar a sus asalariados, pero de ninguna manera pueden formar parte integral del PTB, ni del producto de cada empresario, porque de esta manera el empresario estafa al consumidor y burla el Estado en materia de I. S/R.

marmac@cantv.net


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Manuel C. Martínez M.


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