A propósito de la crisis financiera estadounidense

Verdades y contradicciones del centro imperial

En momentos como este, en el que se hace ostensible la severa crisis en que se encuentra sumergida la economía estadounidense, se torna necesario puntualizar un conjunto de características que también están presentes en la realidad de la primera potencia imperialista mundial. Es decir, el hecho de que emerja en un primer plano la debacle financiera de Wall Treet, no por ello se ha de desconocer un conjunto de elementos que perviven notoriamente, por lo demás, en la actual coyuntura; elementos característicos de la condición de primera potencia que mantiene la hegemonía mundial y cuya desestimación podría hacernos incurrir en lamentables y erróneas apreciaciones de la realidad planteada. El análisis objetivo se impone por encima de cualquier valoración subjetiva.

En primer término hay que destacar la supremacía militar que mantiene los Estados Unidos en la actual correlación de fuerzas estratégicas a nivel mundial; así mismo el desarrollo científico – tecnológico estadounidense se coloca muy por encima de la escala alcanzada todavía por cualquier otro país; el despliegue y potencial del aparato comunicacional/informativo de las agencias transnacionales de la comunicación de origen estadounidense no tiene parangón; el consumo energético usa-americano supera con creces al resto de las naciones y, a pesar de las dificultades económicas – financieras que confronta, la economía estadounidense, en mucho, continua siendo la más grande del globo terráqueo.

Junto con estas y otras verdades calificativas también resaltan un conjunto de condicionantes que son los que hacen a la actual coyuntura norteamericana proclive a un cambio sustantivo de escenario, a abrirle paso a una convulsión social capaz de generar nuevas relaciones sociales cuyos fines no sea únicamente el afán de lucro, este es el caso de que, a pesar de su poderío, los Estados Unidos es el país que mantiene el mayor endeudamiento externo, acusando una creciente vulnerabilidad en las relaciones económicas internacionales; con todo y su fuerza económica y la acumulación inconmensurable de riqueza por parte de un sector privilegiado minoritario, la pobreza ha venido aumentando en una proporción cada vez más significativa; se ha venido acentuando la descomposición social, el consumo masivo de drogas y la crisis de valores de una sociedad cada vez más cosmopolita pero con menos capacidad identitaria, de dotar al colectivo social de un proyecto o sentimiento nacional; el excesivo consumo energético ha conllevado a una cada vez más dependencia externa sin que se avizore, en términos relativamente inmediatos, la generación de fuentes energéticas alternas; la emergencia de sectores poblacionales críticos (intelectuales, laborales, ambientalistas, estudiantiles, minorías étnicas, pacifistas, etc.) cada vez más dispuestos a una acción más activa y coordinada en función de la movilización y la protesta social.

Sumado a todo estos factores, ahora se incorpora una crisis financiera, al parecer, la más aguda de todas las que ha vivido y subsistido el sistema económico estadounidense, incluso se presume más severa que la que generó la gran depresión de finales de loa años veinte y principios de los treinta del siglo pasado. Lo concreto es que Wall Street, emblema financiero del sistema, se esta desmoronando, los bancos más importantes y compañías aseguradoras están quebrando y han tenido que ser absorbidas por el Estado (tamaño sacrilegio para la prédica neoliberal ya indica la magnitud de la crisis), las grandes corporaciones inmobiliarias han tenido que cerrar sus puertas… y mientras tanto la Cámara de Representantes del Congreso de los Estados Unidos se niega a facilitarle al gobierno de Bush el crédito de 700 mil millones de Dólares que ha solicitado para aliviar la crisis. Tienen claro los parlamentarios norteños la ola de protestas que se desataría en la sociedad estadounidense si aprueban esta solicitud destinada a conjurar el fraude inmobiliario – financiero, premiando a los banqueros ladrones en detrimento, por supuesto, de los contribuyentes y del llano pueblo en general.

A todo lo señalado, y por si fuera poco, habría que agregar la incidencia que en la economía y sociedad estadounidense ejerce el excesivo gasto militar que requiere las guerras en Irak y Afganistán y, evidentemente, el mantenimiento de la fuerza armada más numerosa y sofisticada del mundo.

La congujación de todos estos factores hace de la actual coyuntura estadounidense y mundial una oportunidad y escenarios extraordinarios para que el mundo y los pueblos excluidos y explotados se planteen una perspectiva de lucha a corto y mediano plazo, combinando las acciones con las que ha de librar el emergente pueblo estadounidense. Las amplias alamedas del mundo se están abriendo para que transiten los pueblos libres del yugo explotador.

La hegemonía yanqui comienza a desmoronarse, el dólar esta siendo desplazado como divisa fundamental en las transacciones económicas internacionales y en consecuencia esta perdiendo su carácter de moneda de reserva. El mundo multipolar que postula Venezuela y todos los países emergentes comienza a despuntar en el nuevo escenario mundial.

Pero la decadencia estadounidense será larga y agónica, agresiva y peligrosa. Esta crisis que atraviesa con su epicentro en el sector financiero puede extenderse hacia los otros sectores de la economía generando estragos, a mayor o menor escala, en el resto de los países. El declive de ese coloso tendrá sus consecuencias pero su derrumbamiento y extinción hay que decirlo, no es inexorable, depende en gran medida de la contraparte, de los pueblos explotados y subyugados del mundo. De allí la importancia del porque hacerle un seguimiento constante a las verdades y contradicciones del sistema imperialista mundial y, en especial, de su centro imperial.

miguelugas@yahoo.com


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Miguel Ugas

Miembro de la coordinación nacional del MoMAC

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