Pequeñas diferencias

Hasta ahora no he oído o leído ningún comentario periodístico sobre
lo que habría sucedido si el loco o provocador que intentaba abalanzarse
sobre el Comandante Hugo Chávez mientras éste pronunciaba un discurso en Los
Próceres hubiera hecho lo mismo en un acto donde figurara el Presidente
George W. Bush.

Aunque no estoy 100% seguro, podría asegurar que los procedimientos
operativos del Servicio Secreto, órgano a cargo de la seguridad presidencial
gringa, establecen que quien se acerque con actitudes hostiles al mandatario
estadounidense será acribillado a balazos sin titubeos de ninguna especie.

Es decir, allá, en los Estados Unidos, país donde rige la democracia
y el estado de derecho, liquidar a un presunto asesino presidencial se
considera como algo perfectamente legítimo y adecuado. En cambio aquí, en
este régimen arbitrario, totalitario y sin ley, resulta un abuso monumental
que a un presunto agresor del Presidente se le detenga y lo recluyan en una
celda de seguridad mientras realizan las averiguaciones pertinentes.

En la cuna de la democracia ­ me refiero a la patria de Abraham
Lincoln ­ un conocido predicador evangélico con millones de seguidores
fanáticos puede darse el gusto de proponer por televisión que se ejecute el
asesinato de Chávez. El reverendo Pat Robertson, amigo personal y financista
de peso en las campañas electorales de Bush y sus allegados, así lo hizo
hace algunos meses sin que nadie se escandalizara. Lo mismo ocurre cada vez
que Orlando Urdaneta o cualquier otro de los heroicos exiliados en Miami
propone o estimula atentados contra la vida de nuestro gobernante, sin que
ninguna autoridad estadounidense formule el menor reproche.

Faltaría ver qué sucedería si en algún programa criollo, radial o
televisivo, algún loco propusiera el magnicidio del mandatario gringo. Tal
vez no desembarquen los marines en una invasión preventiva, pero pueden
estar seguros que la cosa no se quedaría de ese tamaño, sin repercusiones
diplomáticas, económicas o militares.

Cierto es que Bush no ha insultado a Chávez, llamándolo burro o
cobarde. Éste, por su parte, jamás ha bombardeado poblaciones civiles
indefensas.

augusther@cantv.net


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Augusto Hernández


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