BINÓCULO Nº 502

Los Bomberos de Guacara

Cuando uno entra al Cuartel de Bomberos de Guacara, encuentra dos comportamientos que deberían ser fundamentales en cualquier institución, sobretodo si es militarizada: disciplina y respeto.

Y el lector dirá que eso existe en cualquier cuerpo militar o policial. Pero no es así. Debería existir, y de hecho existió, pero es de las cosas que se ha perdido para dar paso a eso que yo llamo la prostitución del país, la descomposición social. "No sea marico mi teniente, usted no me va a robar a mí", le escuche decirle un guardia nacional a su superior, públicamente, en una estación de servicio, seguramente en un asunto de tumbe, tan común y corriente y en el mundo castrense de hoy día. "Dile al comisario que, si se pone cómico, él va a ser el que vaya pa´fuera", grito a voz en cuello un cabo de la PNB en una alcabala de atracadores puesta a la entrada de Flor Amarillo. Un cabo con mucho poder, que, en un grupo de 15 policías, todos los oficiales lo miraban a él como buscando su aprobación. Es decir, nada nos extraña. Circula por las redes un video de cómo se organiza la matraca de la PNB en el aeropuerto de Maiquetía, donde están involucrados todos los oficiales de ese cuerpo, incluyendo al comandante, que resultó una dama matraquera. Que por cierto caen en la vileza de obligar a los agentes al cohecho, así él no quiera, so pena de trasladarlo a peores sectores de trabajo.

Por eso me llamó tanto la atención del comportamiento en ese cuartel de los bomberos de Guacara. Hacia tiempo que no escuchaba un "ordene mi teniente". Por años no vi a alguien en una institución, cualquiera que fuera, que lo abordara a uno con un "buenas tardes señor, ya lo atendieron, necesita algo". Ya es extraño ver ese comportamiento en las instituciones. Pero lo es más aún cuando sea la recepcionista o la cocinera, o la señora que limpia, el bombero razo, o el bombero experto, o el oficial, o el ayudante.

Y por supuesto que la observación de una conducta tan fuera de lo común, te obliga a hacerte la pregunta. "Bueno, y qué pasó aquí. Esto es como un comportamiento viral. Todos ríen, todos respetan, todos saludan, todos parecieran estar cubiertos de una mácula de buena onda, de buen ambiente, de buena camaradería. No ganan salarios muy distintos a los demás trabajadores de la administración pública. Qué da origen a ese comportamiento. ¿Me pregunté?" La clave la encontré en el Primer Teniente Joel Castellanos, quien de no tener ninguna intención de ser bombero, porque "eso era para maricos", pasó a tener 25 años de servicio, amar la profesión y esperar su ascenso este año a capitán. Castellanos me dio una respuesta que me sonó a cuando Chávez preguntaba por la gente: "Es que mi comandante se preocupa por nosotros. Este cuartel, de estar en el suelo, pasó a ser una institución de respeto y jerarquía, pero con mucha humanidad, con mucha consideración al personal". Confiesa que, a pesar de vivir en Güigüe, nunca ha pedido traslado a los bomberos de esa localidad. "No hay nada mejor que trabajar en un ambiente donde no solo te tratan bien, sino que los jefes se preocupan por ti".

José Alexander López es teniente-coronel de los bomberos y comandante de los bomberos de Guacara. Un llanero de pura cepa que tuvo la osadía de gritarle a Chávez que era de Elorza en el previo a un acto público. Un gigante bondadoso y respetuoso, de formación, cuya expresión más solidaria de su comportamiento es preguntar si le dieron café a uno, no a mí, a cualquiera, o, "ya comiste". Así pone a correr a Dora, su cabo asistente, quien siente una especie de veneración por su jefe. Dice que es como su papá, a pesar de tener la misma edad. La astrología asegura que siempre un acuario (ella) y un piscis (él) se la llevarán bien. Dora asegura que "mi comandante" recuperó la comida, una buena y balanceada comida y está pendiente de que todo aquel que visite esa oficina, no se vaya sin tomar café.

El comandante López entró al mundo de las dificultades cuando, se formó como bombero, para después ser convocado a hacer un curso de especialización por allá en 1998, en Pdvsa-Yagua. Y al igual que el primer teniente Castellanos, tampoco quería ser bombero. Ahora es difícil saber cuál de los dos ama más a su profesión.

Pero como la dialéctica nos enseña a escarbar y a entender que la casualidad no existe y que los hechos están estrechamente interconectados, faltaba una pieza para entender la concatenación de hechos: nada hubiera sido posible si el alcalde Johan Castañeda, uno de los pocos cuadros políticos que tiene Carabobo proveniente del Frente Francisco de Miranda, entiende la necesidad de reconstruir una institución que estaba en el piso; y que necesitaba a un líder para darle forma, cuerpo y espíritu a un organismo tan imperativo en un municipio en pleno desarrollo y con un futuro promisorio. Solo un ojo visor, políticamente concreto, entiende la necesidad de escoger a los mejores en lo que son mejores. Y con ello se infiere que se está construyendo sin mezquindades, con una necesidad de darle espíritu de cuerpo a una región que asuma la condición de bastión de este proceso político.

Es la razón por la que López está allí, quien entiende la necesidad de no defraudar a su mentor, y construir con sus hombres un cuerpo de bomberos eficiente y competente.

"Es una tarea de todos los días y la asumimos convencidos de que estamos dándole la mano a esa persona, a ese niño, a esa señora, a esa anciana, porque esa es nuestra responsabilidad, salvar vidas, ayudar a la gente, evitar que se angustie porque ya bastante problemas tienen. Mi comandante ha hecho un gran trabajo, sin mezquindad, comprende que somos su equipo y que es con nosotros con quien cuenta. Y él ha sabido valorar eso", refirió el mayor Ildemar Rivas, agradable y conversador tercer oficial al mando, TSU en ingeniería industrial, quien no ha parado de estudiar, quien refiere que desde sargento está rodilla en tierra con su comandante López. "Él es un líder nato, quien siempre nos ha inculcado disciplina y abnegación". Rivas destaca que si algo lo ata a ser bombero es la satisfacción de ayudar a otro. "He atendido 16 partos. El último fue una niña, y como mi nombre es unisex, le pusieron Ildemar. Eso es muy bonito y yo, por lo menos, me siento muy orgulloso", refiere el mayor Rivas.

Hablar con el comandante López, es tremendamente difícil. Basta que uno pregunte por él, y está en un recorrido con el alcalde por las zonas afectadas por las lluvias, o está en una reunión con otros cuerpos de bomberos, o está en una reunión de consulta de algún tema de seguridad. "Nosotros queríamos recuperar la majestad de la institución. Recuperamos el pabellón nacional. Todos los días se iza la bandera a las 6 de la mañana y se baja a las 6 de la tarde. La disciplina y el respeto están por encima de cualquier dificultad y es lo que te hace entender la realidad, hacer los diagnósticos y tomar las respuestas correctas. Cuando yo comencé como bombero, trabajábamos en turnos de 24 horas de trabajo por 24 horas de descanso. Ahora son 24 horas de trabajo por 72 horas de descanso. Mira todo lo que hemos avanzado. Pero es una tarea de todos los días, porque trabajas con un personal que por encima de cualquier cosa son seres humanos. Y eso jamás lo puedes perder de vista", narró el gentil llanero en el corto tiempo que conversamos, antes de irse a otra reunión.

Hay elementos importantes que resaltan en este día a día en ese cuartel de bomberos: todos tiene una especie de admiración y respeto por su comandante, la mayoría vive fuera de Guacara, pero prefiere trabajar allí; nadie quiere cambiarse o mudarse a otros cuarteles de bomberos; nadie abandona la risa y la camaradería. Y, por cierto, con ese mismo virus están inoculando a niños y jóvenes conocidos como bomberitos, quienes andan por el cuartel en las más positivas de las actitudes; que es el mismo entusiasmo que se ve cuando disciplinadamente tocan sus marimbas, trompetas y tamboras en las prácticas de la banda en el estacionamiento del cuartel.

Valdría la pena que otros alcaldes le preguntaran a Johan Castañeda, cómo ha hecho para ir consolidando un municipio y sobretodo para construir desde una visión revolucionaria. Una actuación nada fácil en momentos en que el gobierno se está jugando a Rosalinda, en una crisis que no pareciera tener fin.

Rafael Rodríguez Olmos

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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

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