BINÓCULO Nº 528

Tres aciagos días

Ya los servicios de inteligencia habían alertado a Hugo de que la jefatura de la oposición que hoy están todos en Mayami, y que en auqel momento partiría de Chuao, avanzaría a Miraflores para derrocarlo. Pero no lo creyó. Al principio supuso que no tenían capacidad para derrotar toda una revolución. Ingenuamente,, yo diría que arrogantemente, propio de la formación castrense, estaba convencido de que el pueblo estaba lo suficientemente organizado para defenderlo. Incluso, algunos dirigentes estaban convencidos para que abandonara Miraflores y estuviera preparado para abandonar el país en caso de ser necesario. Él se negó incluso a considerar esa posibilidad. Acorralado en Miraflores, dispuesto a defender el gobierno, junto a algunos leales como José Vicente Rangel y Aristóbulo Istúriz entre otros. Pero fue una llamada de Fidel la que lo detuvo, quien lo convenció de que la vida era más importante, para continuar después la batalla.

Lo cierto es que cuando comenzó la concentración en Chuao, a la altura del Cubo Negro, la oposición había recibido miles de millones de bolívares para pagar todas las movilizaciones que se hicieron, más el dinero que se robaron los dirigentes que manejaban la plata. Después aparecieron los chismes sobre Daniel Romero, el personaje que tenía el control del micrófono cuando anunciaba la desintegración de los poderes públicos. Fue el que orinó en los pantalones cuando lo detuvieron en el sótano de Miraflores. Un personaje que me dicen nunca vivió en Venezuela, sino que vino exclusivamente a esa payasada. Los que no lograron escaparse, fueron detenidos y mantenidos allí, para después soltarlos.

Lo cierto es que mucho de los dirigentes y brigadas de choque en esa marcha que partió de Chuao, estaban armados y ya tenían instrucciones de lo que iban a hacer. Ya estaba coordinado con la Policía Metropolitana, apostar a los francotiradores que dispararían contra la multitud chavista y opositora que se enfrentarían en el Puente Llaguno. Sabemos todo lo demás y no hace falta que lo volvamos a narrar. Además, están muy bien explicados y magistralmente narrados en dos películas: "La Revolución no será televisada" y "Puente Llaguno: claves de una masacre"; y muy bien investigada en el libro de Ernesto Villegas "Abril, golpe adentro". Hay relatos en cantidad y hechos que jamás deberían olvidar, como el asesinato del colega y amigo José Tortosa, con quien compartimos todos los vaivenes de esos años en idas y venidas a gases lacrimógenos en las batallas diarias por los alrededores del Palacio Legislativo. 19 personas que fueron asesinadas así, como los sionistas asesinan a los niños y las mujeres en Gaza, así, por nada, simplemente por la locura de matar y cumplir un guion.

Estábamos en plena candela de la batalla política. A cada propuesta de Chávez, recibía una negativa. La oposición recibía dinero a manos llenas para acabar lo antes posible con el gobierno de Chávez. Por eso cuando fue encarcelado, no se sabe dónde, en las reuniones que se dieron en Fuerte Tiuna, antes de Miraflores, uno oficiales y otros civiles, habían propuesto la ejecución de Chávez. "No lo podemos mandar exiliado a Cuba, porque va a regresar. Chávez no es un hombre que se rinda", dijo uno de ellos.

Y mientras se preparaban todo para la juramentación de Carmona, y se hacía la limpieza de última hora en el palacio, la muchedumbre, la multitud, el soberano, se movía por debajo de la tierra, por entre los escombros, Radio Bemba recorría barrio por barrio, caserío por caserío, rancho por rancho, para que al amanecer del 12 de abril, la capital sentía un baño de pueblo como nunca antes, de todos los rincones llegaron, sedientos, hambrientos, cansados, sudorosos, se apostarían en el portón de palacio, exigiendo el regreso de Nieto de Maisanta. Era miles, que miles, cientos de miles. En sus caras había una mezcla de arrechera y de angustia por no saber si Chávez había sido asesinado.

Y en paralelo, como si se tratara de una película del gran cineasta David Wark Griffith, un lisonjero gritaba en Miraflores "te queremos Pedro", en la seguridad del palacio, cuando el empresario, decidió hacer su proclama y auto juramentarse como nuevo presidente de Venezuela.

Eran dos escenas de la misma película: Toma 1: la multitud estaba a punto de tumbar los portones de Miraflores pidiendo el regreso de Chávez. Toma 2: la representación de la burguesía venezolana, los partidos políticos, la dirigencia sindical arrastrada, comenzaba a disfrutar del festín, güisqui, vino, champaña, finos pasapalos y un bife que se quedó en la cocina, luego de que Pedro El Breve se juramentara. Todos se acercaban a hacerle carantoñas y la adulación de turno a quien gobernaría el país por los próximos cinco años. "Con qué uña gavilán" dirían en mi pueblo.

Pero aunado a la presión popular, los cuarteles se estaban alzando y ya era imposible detenerlos. Digamos que estaba dividido en tres partes: una oficialidad timorata que no estaba segura de para dónde coger; una oficialidad comprometida que no se iba a echar atrás; y una soldadesca dispuesta a jugársela por Chávez. El enemigo entendió que debía abandonar y correr rápido hacia su seguridad, porque efectivamente no tenía el poder. Es impresionante y los videos están para la historia. Corrieron como ratas cuando abandona el barco que se están hundiendo. Muchos ya tenían un avión listo para salir al exterior como efectivamente ocurrió. Se vieron salir decenas de aviones por La Carlota, Maiquetía y Valles del Tuy, esa misma tarde-noche.

Miraflores era un mar de confusión, aunque los opositores se habían escapado y los que no pudieron, estaban detenidos en un sótano. Creo que fue Isaías Rodríguez quien habló con ellos y les dijo que sus vidas iban a ser respetadas y que no tenían nada que temer.

Todos estaban buscando al Presidente Chávez, pero nadie sabía dónde estaba, porque en realidad lo iban a sacar por La Orchila hacia Estados Unidos para entregárselo a los gringos.

Aún no se han contado los entreverados de lo ocurrido esos tres aciagos días. Faltan las entrevistas a los verdaderos héroes, como los soldados que aupaban al pueblo a que exigiera el regreso de Hugo al Balcón del Pueblo. Tampoco se ha dicho quiénes salieron corriendo, quiénes se escondieron y quienes incluso negaron estar con el proceso. Es un debate que en algún momento debe darse. Ojalá y sea pronto.

Caminito de hormigas…

Hermano, no me vas a creer, pero hace dos meses me mandaron a inspeccionar unos depósitos de un ministerio, donde había plataformas, equipos y una cantidad de cosas. Presentó mi informe. Un mes después me volvieron a enviar, jajaja, estaba vacío. ´No me pregunte, yo no sé nada´, me dijo de inmediato el responsable de la vigilancia. En un mes se lo robaron todo", me contó este camarada que por cierto le pidió a un médico amigo que le diera más pastillas para la tensión, porque ahora no se le baja.



Esta nota ha sido leída aproximadamente 823 veces.



Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

Visite el perfil de Rafael Rodríguez Olmos para ver el listado de todos sus artículos en Aporrea.


Noticias Recientes:

Comparte en las redes sociales


Síguenos en Facebook y Twitter



Rafael Rodríguez Olmos

Rafael Rodríguez Olmos

Más artículos de este autor