El problema de los carritos por puesto en Maracaibo

Mientras el Mundo avanza, Maracaibo se atrasa. Aunque la capital del estado Zulia es conocida por su extenso acervo cultural, su aguerrida idiosincrasia y sus entrañables íconos regionales, que glorifican el bochinche musical orquestado por la gaita, el colorido paisaje del legendario Saladillo y el imponente grito del todopoderoso Catatumbo. La verdad, es que la tierra del Sol amada se quema las pestañas por la contaminación del Lago de Maracaibo, por la acumulación de basura doméstica, por la tala indiscriminada de árboles, por las malditas Corridas de Toros, por el déficit de agua potable, por la irracional delincuencia organizada, por el abuso del consumo eléctrico, por la obscena violencia familiar, y por la presencia de los desastrosos carritos por puesto.

Precisamente, los desastrosos carritos por puesto son una infernal plaga ambulante que vienen recorriendo las calles zulianas desde el siglo XX, y que se han convertido en un grave problema socio-ambiental aparentemente sin solución. El éxito norteamericano alcanzado décadas atrás por la sutil elegancia del Caprice Classic, del Malibú, del Conquistador, del Impala, del Fairlane 500 y demás joyas de la ingeniería automotora, se transformaron en la gran pesadilla maracucha que castiga el rumbo equivocado del siglo XXI.

Vemos que los más de 10.000 carritos por puesto que atormentan a la población zuliana con tanto aceite derramado, son máquinas destartaladas, oxidadas y chatarreras, que NO pueden morir en santa paz debido a la lucrativa terquedad de sus envejecidos verdugos. Los hay de todos los colores, de todas las tonalidades y para todos los gustos. El ritual de invocación es muy sencillo. Basta con estar bien sudado en la calle, alzar el brazo y mover la manito por unos cuantos segundos. Así, aparecerán infinidad de carritos a su alrededor, los cuales desean llamar la atención del pasajero, para que juntos disfruten de la inolvidable velada.

Si miras a la izquierda, hay un carrito por puesto marrón que se avecina por Bella Vista. Si miras a la derecha, hay un carrito por puesto plateado que se estaciona por La Limpia. Si miras frente a tus narices, hay un carrito por puesto beige a punto de chocar en Las Delicias. Si miras a tus espaldas, hay un carrito por puesto verde comiéndose la flecha en plena Ziruma. Si miras al cielo, hay un carrito por puesto anaranjado que refleja la paranoia de tanto calor en San Jacinto. Si miras al infierno, hay un carrito por puesto rojo que te llevará derechito a LUZ.

No importa si es domingo por la tarde o lunes por la mañana, si sale el resplandeciente Sol o se esconde la enigmática Luna, o si la lluvia trae la nieve o el granizo. Queda claro, que los carritos por puesto se repetirán muchas veces en este artículo de opinión, por lo que te recomendamos tomar las previsiones necesarias. Ellos nos acechan a capa y espada, para que el miedo a la claustrofobia pague rápidamente los cobres del pasaje, y así continuar volviendo miserable la vida de los más miserables. Toda una tragedia social cargada de ignorancia ciudadana, puesto que la mayoría de los zulianos se acostumbraron a ser tratados como animales en cautiverio sin derecho a pataleo.

Nosotros NO vamos a caer en una discusión de índole política, ya que en el estado Zulia abundan los charlatanes gubernamentales que menean la cola al precio del mejor postor. Tampoco vamos a criticar a los mafiosos choferes que forjan una persistente maraña burocrática, para que en nombre de sus familias los carritos por puesto jamás desaparezcan de la calurosa región zuliana. Ni siquiera vamos a reprochar el extremo conformismo y la pasividad de los usuarios marabinos, quienes son incapaces de organizarse y exigir una luz de cambio a favor de su inhumano transporte público. Por el contrario, haremos un análisis holístico para explicar las principales razones, que evidencian el clima de negatividad exteriorizado por los enfermizos carritos por puesto.

En primer lugar, los carritos por puesto representan un constante foco de contaminación ambiental, a causa de los gases tóxicos desprendidos por el tubo de escape, provenientes de fallas mecánicas que repercuten en el mal funcionamiento de las unidades vehiculares, generando una grisácea o negruzca nube de humo carbonizada que destruye la calidad del aire y produce enfermedades respiratorias en la ciudadanía. Es una triste realidad que ocurre a diario, y que por desgracia, la gente se acostumbró a tolerar sin considerar el menoscabo a la salud que ello representa. No es casualidad que Maracaibo presenta los mayores niveles de polución del aire en toda Venezuela. Yo nunca he visto que los choferes zulianos salgan a protestar a las calles, por el remordimiento que sienten de contaminar todos los días el Medio Ambiente. Siempre se excusan en la falta de repuestos o en sus elevados costos, para seguir contribuyendo con el sangriento ecocidio.

En segundo lugar, los carritos por puesto perjudican la movilidad urbana del municipio Maracaibo, pues se encargan de colapsar las calles con tanta hojalata suelta que ocasiona el embotellamiento vehicular, el excesivo tráfico y la pérdida de tiempo para el resto de los conductores. Además, los agresivos choferes zulianos tanto agremiados como piratas, tienden a irrespetar las señales de tránsito que garantizan la seguridad vial para toda la comunidad al volante, siendo una verdadera amenaza que no distingue a los adultos de la tercera edad, a las mujeres embarazadas, a los estudiantes y a los niños.

En tercer lugar, los carritos por puesto elevan la contaminación sónica a lo largo y ancho del pavimento zuliano. Lamentablemente, al existir tanta carcacha fundida en las principales avenidas y circunvalaciones marabinas, se produce un continuo bullicio que predispone el mal genio, la ofensa verbal y hasta la agresión física entre los choferes y los transeúntes. El vicio del desmesurado toque de corneta en las horas de mayor afluencia vehicular, no ha podido ser resuelto por los semáforos inteligentes, ya sea por el analfabetismo de unos o por la adicción al conflicto de otros. La misma penosa situación, se gesta por el escandaloso motor de los setenteros carritos por puesto, que tras acelerar en cada esquina, dejan una sensación de malestar en el aura de la gente. Sin embargo, la locura citadina en Maracaibo se paga con la llegada de la socio-acusia, que es un inconveniente auditivo creado por el exagerado ruido ambiental de los carros, las motocicletas, la música con alto volumen y las alarmas, el cual puede acarrear la sordera temporal en el individuo afectado.

En cuarto lugar, los carritos por puesto deterioran la salud de los usuarios. Generalmente los asientos se hallan sucios y agrietados, estropeando la tela de vestir y agudizando los dolores musculares, que incluyen la inflamación del coxis, de la cadera y de los glúteos, porque los choferes no evaden ni un solo hueco de la carretera. Tenemos que lidiar con las puertas desniveladas, con la guantera suelta, con las manillas que no abren por dentro, con las alfombras que se las llevó el viento, con los faros traseros y delanteros rotos, y con las ventanillas que ni suben ni bajan. ¡Mínimo te rompes una uña!

De hecho, más del 90% de los carritos por puesto se hallan totalmente destartalados y no cuentan con la unidad de aire acondicionado, lo que provoca fatiga, cuadros de deshidratación, crisis nerviosas y hasta desmayos en los ofuscados usuarios. Tal problema, acrecienta la sensación de hacinamiento que inflige la salud mental de todos los pasajeros, sobre todo, porque se sienten obligados a seguir con el macabro trayecto para llegar a sus áreas de trabajo, estudio o descanso.

Y en quinto lugar, los carritos por puesto son una fuente de actos vandálicos dentro de sus unidades. Los delitos abarcan el robo de carteras, intentos de violación y secuestro de las víctimas. La intimidación con un cuchillo, navaja o pistola por parte del delincuente, junto a la vulnerabilidad del pasajero que se encuentra preso en el vehículo, termina generando una ola de criminalidad que no suele ser denunciada ni por los usuarios ni por los choferes, dejando impune el hecho delictivo perpetrado. También, en dichas unidades se intensifican los casos de tráfico de sustancias estupefacientes, litros de combustible y alimentos de la cesta básica.

¡Dios! Hemos visto desde pasajeros desesperados que hacen el recorrido montados en la maletera del carrito por puesto, hasta estudiantes guindados sobre el parachoques de los autobuses porque en su interior no cabe ni un fosforito, lo cual aparte de ser muy peligroso para los usuarios, evidencia la degradación moral y el estado de ilegalidad que aguarda el transporte público zuliano. Lo peor, es que esos injustos sucesos son fotografiados y publicados arbitrariamente por los cibermedios zulianos y sus redes sociales, siendo frecuente que los lectores aprovechen la sección de comentarios para burlarse y descalificar a esas inocentes personas. No olvidemos que hasta un monito araña atado al techo de un carrito por puesto, fue grabado en video mientras transitaba por las principales calles marabinas, representando un perverso caso de maltrato animal aceptado por la comunidad zuliana, que nos invita a reflexionar sobre la retaliación ética en la que vivimos.

Tras presentar la argumentación, vimos que los carritos por puesto van en contra del desarrollo sostenible y sustentable de la sociedad zuliana. Un angustioso escollo social que se extrapola al ingresar a los autobuses, busetas y microbuses de los cuatro puntos cardinales del estado Zulia. Es un tema tabú que nadie quiere confrontar, por las represalias que conlleva la crítica al respecto. Hoy por hoy, Maracaibo tiene el peor transporte público de Venezuela y de Latinoamérica. Tarde o temprano, ya no habrá carburador, chivera o artimaña mecánica que repare los huecos de un arcaico modelo de movilidad urbana, el cual interfiere con negatividad en el modus vivendi conllevado por sus habitantes.

¿Te imaginas cómo sería Maracaibo sin los errantes carritos por puesto invadiendo sus calles? Seguro que conviviéramos en una ciudad más tranquila, sosegada y alegre. La buena vibra llegaría hasta San Francisco, Santa Rita, Cabimas y Lagunillas. ¿Utopía? Recuerda que debes pensar antes de hablar. El pensamiento crítico por encima de la arrechera colectiva. Un día podría ser una aventura de safari, a partir del segundo día, plomo en medio de la sien. El cambio depende de usted. No depende de los gobiernos de turno, ni de las alcaldías municipales ni de los ensombrecidos políticos. Depende única y exclusivamente de usted. Si dejas que te sigan tratando como un animal de circo, pues pasarás toda tu vida viviendo y abordando las cuatro paredes del cautiverio.

Por eso, es necesario enfatizar el activismo y el interés común de la ciudadanía en despertar y cambiar esa asfixiante realidad. Desde nuestro espacio virtual Ekologia.com.ve creemos que los usuarios de vehículos particulares, deben erradicar el egoísmo y volverse empáticos con el resto de hermanos que no disponen de carro propio. Ustedes pueden ponerse de acuerdo con amigos de la oficina, vecinos o familiares, para llegar sanos y salvos a sus destinos, sin saturar de automóviles las principales vías del casco urbano.

Este artículo de opinión se lo dedico a la gente zuliana de buen corazón, que sale todos los días a las calles con ganas de hacer las cosas bien, pero cuando se topan con la desgracia simbolizada por el transporte público del estado Zulia, se convierten en una serie de ángeles caídos que cometen mil y un errores, por culpa de las circunstancias que atraviesan en sus vidas.  



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Carlos Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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