La iguana en peligro de extinción en Venezuela

Muy triste pero muy cierto, la Iguana verde fue declarada en peligro de extinción en el territorio de Venezuela, porque solo Dios conoce la persecución y el calvario sufrido por las hermosas e inteligentes iguanas en toda la geografía venezolana, y es Dios quien hoy declara la agonía de un reptil que aunque es parte de la fauna autóctona y de la cultura venezolana, está a punto de extinción.

Hay que tener mucha sangre fría en las venas para matar a una hermosa iguana, y no hay duda que los venezolanos tienen muchísima sangre fría en sus colas.

Ayer domingo 8 de agosto del año 2021, una enorme iguana brotando sangre a través de sus escamas, estaba trepando la pared exterior del balcón de mi casa, y aunque el reloj marcaba las doce y media del mediodía, el sufrimiento y cansancio que exhibía la humillada iguana, me hizo comprender que aunque todos los días la luz del sol brilla en el cielo, pues hay seres vivos que están sufriendo el dolor de una nube negra, que oscurece la vida a plena luz del día.

El tercer ojo de la moribunda iguana brillaba en el balcón de mi casa, la iguana estaba mirando fijamente mi par de ojos, con mucha valentía usaba sus afiladas garras para sostenerse entre las cabillas del balcón, y yo sentía que la golpeada iguana que trepando la pared llegó hasta mi casa, me exclamaba: ¡Mírame! ¡Habla de mí! ¡No te quedes callado! ¡Cuéntales de mi dolor! ¡Por favor cúrame!

Claro que sí querida Iguana, aquí estoy con las mangas recogidas escribiendo por amor a ti, denunciando tu inminente extinción en Venezuela, confesando ese gran dolor que yo sufrí contigo, en la soledad de un domingo en el balcón de mi casa.

Dicen que la vida es vanidad de vanidades, todo es vanidad y aflicción del corazón, y aunque Salomón estaba deprimido, supo decir una magnífica verdad.

Si los venezolanos leyeran más las páginas de Eclesiastés, y comieran menos Iguana en Coco, pues estoy seguro que yo no me hubiera encontrado a una iguana desangrándose en el balcón de mi casa, pero lamentablemente la vanidad del venezolano aflige mucho su corazón, y no hay corazón cuando se descuartiza a una iguana para satisfacer el capricho de la vanidad estomacal, para satisfacer la vanidad del dinero, para satisfacer la vanidad de matar a un hermoso reptil, que se cocina, se sazona, se mastica, se come, y se caga en la poceta del baño.

Cada vez hay más estiércol marrón pegado en la sucia poceta del venezolano, y cada vez hay menos iguanas verdes reforestando la belleza de la fauna venezolana.

¿Qué significa reforestar? Nadie lo sabe, por eso el venezolano mata a la iguana.

¡Por amor a Dios! Yo todavía me pregunto cuánta cosa mala y despiadada le hizo el venezolano a la pobre iguana, para descubrir que con coco la iguana sabe mejor que con limón, y tan solo pensar en los macabros experimentos paridos por obra y gracia del maldito cerebro venezolano, me hace aborrecer mi propia existencia, y le pido públicamente perdón a Dios por la maldad del venezolano.

Con sabor a coco o sin olor a coco, la iguana verde venezolana lleva más de un siglo siendo salvajemente cazada y descuartizada en los sartenes y pailas del pueblo venezolano, y aunque los venezolanos ganaron bastante plata vendiendo el costoso sabor de la iguana a los exóticos comensales, por desgracia, la iguana verde perdió su equilibrio ecológico en Venezuela, porque hasta los huevos de las iguanas son robados por la adicción al dinero de los vanidosos venezolanos.

La iguana es tranquila, pacífica, elegante, vegetariana y solitaria, como decimos coloquialmente los venezolanos la iguana "no se mete con nadie", por eso ha sido el mejor blanco fácil de los cazadores venezolanos, quienes han perturbado el ciclo natural de reproducción de las iguanas, lo cual ha hecho disminuir drásticamente su población en zonas rurales y urbanas de Venezuela, porque dos criaturitas de Dios no pueden hacer el amor, mientras con machetes y motosierras los venezolanos cortan y desploman el tronco del apareamiento.

Por desgracia, las iguanas verdes venezolanas tienen hábitos diurnos, por eso se han visto condenadas a interactuar y a compartir el modo de vida del venezolano, y la terrible crisis económica de Venezuela, ha hecho que la iguana sea diariamente cazada sobre todo en estados occidentales como Zulia, donde la iguana se encuentra en alto peligro de extinción, y es que cuando el maracucho siente hambre y no hay verga en la mesa, no hay nada mejor que cazar a otra iguana verde de la rama del árbol, y cagar la arrechera en la poceta del baño.

Me duele mucho reconocer que la iguana está en peligro de extinción en Venezuela, y es muy triste ver un domingo al mediodía a una iguana perdida, confundida, herida en su verdosa piel, sin saber a dónde ir, sin saber qué comer, escapando quién sabe de qué clase de abusos, y yo siento que escribiendo no resuelvo el abismo de extinción que sufren las iguanas en Venezuela, pero más vale hacer algo que no hacer nada, en un país carente de sensibilidad ecológica.

La indiferencia ambiental es el gran problema de los venezolanos, y no es justo que las hermosas iguanas verdes desaparezcan del territorio venezolano, porque debemos reconocer que donde hoy vemos una bonita casa con un bonito balcón, ayer había un bonito campo silvestre con bonitas arboledas, y tal vez esa moribunda iguana solo estaba buscando su antiguo hogar, su campo, su árbol.

Pero la moribunda iguana solo encontró una pared hecha con bloques y un balcón hecho con cabillas de metal, demostrándose que el Hombre es culpable de la extinción de muchas especies autóctonas de fauna venezolana, por culpa del sistemático proceso de invasión, construcción, sobrepoblación y destrucción de los hábitats naturales donde viven las iguanas verdes del país, siendo forzadas a abandonar sus ecosistemas antes que los animales en dos patas las asesinen.

Tristemente, el eterno conflicto político de Venezuela, también ha incidido negativamente en la vida de las iguanas verdes, pues tan solo en el año 2014, fueron talados más de 5000 árboles en Venezuela, usados por los venezolanos opositores al gobierno como barricadas para trancar las calles y protestar, sin embargo, sabemos que las iguanas verdes usaban las altas ramas de esos frondosos árboles de las ciudades venezolanas como refugios de vida, por eso cuando se talaron 5000 árboles se destruyó el hábitat natural de las iguanas verdes, siendo otro motivo clave que explica la pronta extinción de la especie.

Si se deforesta mucho y se reforesta poco, es imposible que la iguana verde como especie autóctona muy amenazada en Venezuela, pueda evitar su pronta muerte.

Una muerte de iguana causada por la falta de temprana Educación Ambiental en los colegios y liceos venezolanos, porque aunque son los adultos quienes cocinan la carne de la iguana en el fuego de la cocina, no hay que olvidar que generalmente son los niños y adolescentes venezolanos, quienes incentivados por sus padres buscan en árboles y montes a las iguanas, y como si fuera un divertido juego para pasar el tiempo al aire libre, se practica la caza ilícita de las iguanas.

Tanto se divirtieron los venezolanos cazando, matando y sazonando a las iguanas verdes, que ahora la iguana verde es un animal amenazado y en peligro de extinción en Venezuela, y hay que tener mucha sangre fría para no lamentarlo.

Queridos hermanos lectores, yo debo confesar que cuando cursé el quinto semestre en la Escuela de Comunicación Social de La Universidad del Zulia (LUZ), los viernes yo siempre abordaba una buseta en la facultad de Humanidades para ir hasta las inmediaciones del Hospital Universitario de Maracaibo, donde muy cerquita había un cibercafé, yo navegaba en la Internet hasta las dos de la tarde, y luego me disponía a abordar otra buseta en la calle, para regresar a la facultad de Humanidades y asistir a la clase de la cátedra Método Cuantitativo.

Mientras yo esperaba la llegada de una buseta de la calle para regresar a Humanidades, todavía recuerdo que yo me ponía debajo de un árbol para no quemarme la cara por tanto sol y calor, y en ese pequeño árbol yo siempre veía a una hermosa iguana muy verde que resplandecía bajo el sol, y siendo sincero, yo saludaba y hablaba mucho con esa iguana, mientras esperaba la llegada de la ardiente buseta.

Esa iguana fue mi gran amiga durante el quinto semestre de Comunicación Social, los dos compartíamos mucho calor y mucha soledad en la vida, la iguana estaba tan solitaria como yo, tan desolada como yo, tan sin rumbo como yo.

Todavía recuerdo que cuando pasaba el tiempo y no llegaba la buseta universitaria en la calle, yo sentía ganas de pararme en medio de la carretera para que me atropellara un carro y morir, porque yo estaba muy deprimido en esas fechas, pero todos los viernes al mediodía, la iguana desde la soledad de su árbol, me daba una clase de resistencia, de paciencia y de sabiduría, por eso yo no me suicidé en quinto semestre de Comunicación Social, y el buen aprendizaje no lo recibí en las cuatro paredes del frío salón de Método Cuantitativo, porque el buen aprendizaje yo lo aprendí gracias a una iguana en el calor de la calle zuliana.

El árbol de mi amiga la iguana fue talado por los guarimberos zulianos, los opositores zulianos al gobierno talaron el histórico árbol frente al Hospital Universitario de Maracaibo, donde vivía la iguana con quien yo hablaba durante mis días como estudiante universitario, y solo Dios sabe cuántas lágrimas yo derramé en secreto debajo de ese árbol, solo Dios sabe la amargura que se siente con morral y sin comida, pero luego comprendí que esa iguana fue un angelito enviado por Dios a mi vida, para llenarme de una gran fuerza espiritual que me rescató del infierno.

Siempre que veo a las iguanas, yo recuerdo mis intentos fallidos de suicidio en quinto semestre de Comunicación Social, y también recuerdo toda la ayuda que recibí de la iguana del árbol, porque aunque no me dijo ni una sola palabra, con su pacifismo y templanza, me ayudó a calmarme y a seguir luchando con Jesús.

Además, yo debo confesar que durante mi último día como estudiante universitario de LUZ en el año 2008, pues ese viernes a las diez de la mañana, yo estaba sentado en una escalerita frente a la Secretaría Docente de LUZ, y mientras escuchaba con mis audífonos la canción "Revolve" de la banda 30 Seconds To Mars, yo todavía recuerdo que observé a una bella iguana trepando poco a poco el tronco de un árbol, llenando de verde esperanza a mi destino.

Pero ese sagrado árbol de LUZ también fue talado por los estudiantes guarimberos en el año 2014, y a nadie le importó el valor emocional que yo sentía por ese árbol, y a nadie le importó saber que la iguana tuvo toga y birrete.

Por eso yo quiero mucho a las iguanas, y cuando ayer domingo observé a una iguana agonizando en el balcón de mi casa, me sentí muy mal, y estoy escribiendo el presente artículo en memoria de todas las iguanas verdes que vienen siendo asesinadas por los malditos venezolanos, y es por culpa de tanta perversión ecológica de los malditos venezolanos, que las benditas iguanas verdes se encuentran indefensas y al borde de la extinción en nuestro país.

Hermano venezolano, si usted no piensa que las iguanas se encuentran en peligro de extinción en Venezuela, entonces dígame cuándo fue la última vez que vio a una iguana verde y silvestre trepando el tronco de un árbol de su comunidad, y antes de responderme, recuerde que el siglo 20 es pasado, vivimos en el siglo 21.

En tan solo dos décadas del siglo XXI, la población total de iguanas verdes de Venezuela, disminuyó en más de un 60% en zonas citadinas del territorio nacional, y aunque siempre habrá un coco por afuera del cocotero de la playa, no siempre habrá un huevo de iguana por adentro de la tierra de Bolívar.

Salvo las iguanas domesticadas que vemos en casas de familias, en zoológicos y en la vegetación de algunos establecimientos públicos del país, hoy en día es muy difícil ver en las ciudades de Venezuela, a una iguana verde y silvestre asoleándose alrededor del prójimo venezolano, incluso en parques y plazas de nuestros pueblos, es casi imposible ver a iguanas verdes permanecer en esos ecosistemas, porque con tanta hambre que tiene el vanidoso venezolano por culpa de la vanidosa crisis venezolana, la iguana no es para verla, la iguana es para cazarla, la iguana es para matarla, la iguana es para tragarla y comérsela.

Muy cerca de mi casa había un terreno fértil lleno de vegetación campestre, recientemente en ese terreno zuliano construyeron un nuevo almacén comercial de Traki, la tienda es gigantesca, tiene escaleras eléctricas y hasta ascensor para la comodidad de los clientes, pero aunque Traki es un exitoso monumento al capitalismo y al consumismo venezolano, no debemos olvidar que en ese fértil terreno zuliano, vivían familias de iguanas verdes que fueron devastadas, por la tala de árboles, por la desertificación del suelo, por la perversión venezolana.

Los informes anuales de la UICN pueden criticarme y llamarme mentiroso, pueden refutar el contenido de mi artículo, pueden afirmar que en Venezuela no existe ninguna preocupación por la supervivencia de la iguana verde, pero mi informe no fue producido en las cuatro frías paredes de una millonaria oficina con aire acondicionado, mi informe no fue producido por una organización capitalista que solo piensa en los dólares a recibir por vender una falsa lista anual de mentiras, por lo que a diferencia del corrupto informe de la UICN, mi informe sobre el peligro de extinción de las iguanas venezolanas, realmente huele a calle, huele a sudor, huele a pie, huele a tierra, huele a una triste verdad ecológica.

Tal vez parezca exagerado hablar de la reintroducción de la iguana verde en los ecosistemas venezolanos, pero si seguimos viviendo en tiempos de crisis económica, y si seguimos comiendo iguanas para matar el hambre de la crisis, entonces no parecerá tan descabellado hablar de la reintroducción de la iguana.

Leer Eclesiastés sin té un domingo por la tarde, es ponerse una pistola llena de balas en la cabeza, pero si no hubiera leído Eclesiastés, no hubiera visto a la moribunda iguana en el balcón de mi casa, y si no hubiera visto a la moribunda iguana en el balcón de mi casa, no hubiera vuelto a leer el Libro de Eclesiastés.

Es verdad, la iguana se encuentra en peligro de extinción en Venezuela, no lo digo yo, me lo dijo ella, fue la moribunda iguana que antes de morir en un triste balcón de domingo sin resurrección, me lo dijo a través de sus melancólicos ojos, por eso yo solo escribo lo que me dijo la iguana, yo escribí su propio testimonio.

Aquí en la Tierra, los angelitos no mueren, solo regresan al cielo.

Querido hermano venezolano, la próxima vez que veas a una iguana verde, no la caces a traición, no la mates por cobarde costumbre, no te la comas con coco, mejor pregúntale a la iguana qué es la vanidad, y estoy seguro que te sorprenderá la respuesta.

Gracias por leer mi artículo.



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Carlos Ruperto Fermín

Licenciado en Comunicación Social, mención Periodismo Impreso, LUZ. Ekologia.com.ve es su cibermedio ecológico en la Web.

 carlosfermin123@hotmail.com      @ecocidios

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