Una disociada en el Seniat y el sueño americano

UNA DISOCIADA EN EL SENIAT Y EL SUEÑO AMERICANO

El día que fui a actualizar mi RIF ante el Seniat de Maturín, se creó una situación delicada por la imprevisión de este organismo en prepararse para contingencias como la que vivimos ese día: centenares de personas con el ánimo de cumplir con sus deberes formales, y un organismo que quedó desbordado ante la contingencia. Ese día una señora disociada- contribuyente ella también- se dio un verdadero gusto durante más de ocho horas incitando al odio, a la discriminación y, consciente o inconscientemente, a la violencia.

Cuando la señora hablaba era como estar frente a la TV y oír a Grado 33 o Aló Ciudadano. Es impresionante cómo un sector social que se hace llamar estudiado, repite como un loro el libreto de estos programas que inoculan dosis letales de disociación.

Para esta señora las escuelas bolivarianas no sirven para nada, ni existen avances en cuanto a salud pública. Los centros de diagnósticos son atendidos por cubanos cuyas manos están más sucias que las de un mecánico. Mercal sólo vende basura. El elevado del Bajo Guarapiche lo hizo Guillermo Call (AD), al igual que la planta de tratamiento de agua. En el estado no se construye una sola vivienda, ni pública ni privada. Todo el mundo está desempleado y muriéndose de hambre. PDVSA está quebrada y todos los chavistas somos unos ignorantes que sólo sabemos robar. Chávez va a prohibir el uso del papel higiénico y de las toallas sanitarias, y nos va a obligar a meter en nuestras casas- cuando tengamos una habitación desocupada-, una familia sin techo. Confesó que todos los días a las 3 am se despierta con palpitaciones y dolor de cabeza a sintonizar Globovisión, a ver si se cayó el helicóptero o avión presidencial, con Chávez de pasajero. Parecía una ametralladora punto 50 vomitando fuego a discreción. Sólo paró cuando le pregunté, ¿si esté gobierno es tan malo, porqué dos de cada tres venezolanos votaron por Chávez en diciembre? Su lengua se trabó, comenzó a hablar como para sus adentros y se mantuvo relativamente callada durante unos pocos minutos. Cambió su estrategia y dejó de hablar de Chávez y comenzó a hacerlo en contra del Seniat, organismo responsable de nuestra tortura de ese día.

En la medida en que pasaba el tiempo en la cola, el rostro de la señora se desencajaba más y los decibeles de su voz eran cada vez más altos. En sus palabras parecía haber la intencionalidad de crear zozobra entre los asistentes y, posiblemente, crear condiciones para la aparición de hechos violentos. Hablaba sobre un supuesto amigo del Seniat que le habría dicho que la mitad del personal se encontraba haciendo cursos en Puerto La Cruz, y que no había suficiente personal para atendernos. Después hizo correr la especie de que el personal del Seniat se iba a retirar al mediodía para almorzar, y se reintegrarían a partir de las 2 pm, con lo cual el sufrimiento nuestro por cansancio y calor tendería a incrementarse. En un momento determinado salio un funcionario del Seniat para hablar con el público, gracias a una solicitud realizada por el suscrito, y esta señora se encargó de insultarlo de tal forma que presumo que su intención era incitar a la gente a que lincharan al funcionario. Finalmente, corroboramos que ni había nadie haciendo cursos en Puerto La Cruz, ni ningún funcionario del Seniat había almorzado a eso de las 4 pm.

Con el correr de las horas, en la cola y bajo ese sol inclemente, las neuronas de la señora sufrieron alguna falla mayor. Hablaba sola y se hacía preguntas a las que ella misma le daba respuestas. Y todo ello ocurría- hablar sola- a pesar de que ella tenía alrededor suyo a personas de la oposición- incluyendo a su marido- que definitivamente decidieron desmarcarse de ella. Me la calé con un estoicismo poco usual. De repente comenzó a hablar del sueño americano y de cómo en EEUU se vive como un verdadero rey. En ese instante recordé, para mis adentros, a una amiga licenciada en estudios internacionales cuyos ingresos los consigue en Florida haciendo jardines, es decir, ella misma conduciendo su máquina cortadora. O mi otro amigo, ingeniero civil, que con mucho entusiasmo me llamó para decirme que ahora era jefe de cuadrilla de los que limpian baños en los parques de diversión en Orlando-Florida. Repasando todas estas experiencias de amigos cercanos, me imaginé a esta señora tomando un avión a Miami con la esperanza de llegar a la tierra prometida. También me la imaginé lavando retretes o haciendo jardines con sus manos desechas, las que paradójicamente logró mantener bellísimas durante “el régimen comunista de Chávez”. Sentí que esta señora, como algunos otros, necesita apoyo profesional urgente para canalizar de manera diferente las angustias alimentadas desde los medios audiovisuales. De no atenderse este problema- que no necesariamente es individual y que presumo afecta a cierto colectivo-, pudiera generalizarse en determinadas capas sociales los fenómenos de la farmacodependencia y el suicidio, sobre todo ante las frustraciones que ocasiona en esos sectores los errores elementales y recurrentes de la oposición venezolana, acuartelada en los medios audiovisuales.


Bujandab52@hotmail.com


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Carlos Bujanda Andueza


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