Mensaje a Lilia Vera

El día 07 de abril Lilia Vera nos sacó unas cuantas lágrimas con su intervención en el Complejo Cultural Teresa Carreño. Me vino a la mente la Lilia en sus veintitantos años, ya hecha toda una revolucionaria transitando los difíciles caminos de la lucha social en la década de los setenta. La diferencia es que hoy conocí una faceta que de ella ignoraba. Su fuerza oratoria y su capacidad para estremecer al auditórium con ideas muy bien hilvanadas. He querido en esta oportunidad recordarle esta anécdota personal, donde ella participó aun sin haberme conocido.

Corría el mes de agosto del año 1975 cuando nuestro grupo de solidaridad activa con la resistencia chilena a la dictadura de Pinochet, decidió organizar un recital en el Aula Magna de la UCV, evento a realizarse en el mes de octubre de ese mismo año. Recordaríamos la caída en combate en las calles de Santiago del secretario general del MIR chileno, Miguel Enríquez, ocurrida el 04 de octubre de 1.974

En la organización de dicho evento tuvimos la ayuda solidaria del dirigente de la Liga Socialista Jorge Rodríguez, quien en un gesto de verdadero internacionalismo militante prestó su amistad con Alí Primera para que éste participara en el recital. Puso también a nuestra disposición la modesta y a la vez eficiente maquinaria de su partido para la organización de todo este acto solidario. Recuerdo que Jorge me invitó una mañana a su apartamento en El Valle y hablamos del asunto sentados en la cocina de su apartamento. De repente apareció un niño, pienso que de unos diez u once años, y Jorge me lo presentó como su hijo Jorgito. Por cierto, Jorge le pidió a su hijo me enseñara su tesoro más preciado, e instantes después apareció con una caja de zapatos. Miré dentro pensando que se trataba de una tortuguita o alguna pequeña mascota, y me sorprendí cuando observé que dentro de la caja lo que había eran muchos casetes, uno al lado del otro en apretado orden. Le pregunté al niño, “qué contienen”, y dijo, “son todos los discursos de mi papá”, y soltó una mirada cómplice hacia su padre y una sonrisa de admiración hacia él, lo cual me produjo una inmediata reflexión sobre la altísima calidad de la comunicación de Jorge con su familia- sobre todo en la transmisión de valores revolucionarios a sus miembros-, a pesar de los altibajos ocasionados por la represión puntofijista contra los militantes de izquierda, y con él en particular, la cual ocasionó muchas veces rupturas en la comunicación interna de muchas familias de revolucionarios. Al final de la mañana terminamos la reunión con un número telefónico de contacto de Alí Primera, y con la percepción de que ese niño sería un consecuente heredero de los ideales de Jorge, quien meses después moriría salvajemente torturado por el estado represor de la burguesía.

En nuestro grupo de solidaridad con la resistencia chilena existía el consenso de que, además de Alí, en el recital debían participar otros cantantes. Se barajaron varios nombres, uno de ellos fue el de Soledad Bravo, además de Lilia Vera y Gloria Martín. Cuando a Alí se le presentó el bosquejo final del recital, los nombres que más se barajaron fueron los de Soledad Bravo y Lilia Vera. Alí nos escuchó con mucho respeto y al final nos dijo: “mira panita, si Soledad participa me sacan de ese recital. Esa mujer no es una revolucionaria, es simplemente una comerciante”. En ese instante nos costó mucho digerir tal afirmación, pero el tiempo- treinta y ocho años de aquél juicio- le dio la razón a nuestro Alí, y hoy constatamos que Soledad Bravo se pasó para la acera de enfrente desde hace mucho.

Al final el recital lo dieron Alí, Lila Vera y Gloria Martín, con un lleno total del Aula Magna de la UCV. Hermoso, solidario, revolucionario ese recital; en una época donde la vida de los cantores y luchadores sociales pendía de un hilo ante los organismos represivos del estado. Sin duda, ellos tres continúan siendo emblemas de la canción comprometida. Por ello, nos da gusto saber que hace 38 años no nos equivocamos con la escogencia de Alí, Lilia y Gloria para recordar la caída en combate de Miguel Enríquez enfrentando la feroz dictadura de Pinochet. Tampoco nos equivocamos cuando recurrimos a Jorge Rodríguez, Padre, para que nos orientara y apoyara en la campaña solidaria con la resistencia chilena. Y, por último, sentimos una gran satisfacción de haber acertado en nuestra percepción sobre ese niño, Jorgito, quien hoy muy dignamente ostenta el cargo de Jefe del Comando de Campaña Hugo Chávez Frías.

Bujandab52@hotmail.com


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Carlos Bujanda Andueza


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