Zuloaga, su cloaca y su safari del horror

Todos los venezolanos tuvimos la ocasión de conocer y ver en acción a Perla Jaimes, la flamante representante histérico-legal del presidente de "Robos Zuloaga". Algo así como una Sarah Palin de palo. Y es que así son al parecer todos los abogaduchos de la burguesía venezolana: defienden las más inauditas trampas de sus impresentables patrones mascando chicle. En Robovisión pensaron que no nos daríamos cuenta, que no tendríamos suficiente visión para percibir el rumiante detalle. Pues no se nos escapó para nada: hemos desarrollado con el tiempo una percepción cuadra-bólica de todos los movimientos de sus patéticos agentes, incluyendo los menos visibles. En cuanto a los patrones de tales mercenarios del derecho, conocemos ampliamente los favores que éstos dispensan por lo general a sus obedientes servidores: las promesas de un ascenso durante un improbable futuro reino (a costa, claro está, de arrastrarse tanto como puedan). A veces, cuando la situación se encoja y lo requiera, deberán hacer incluso —según ha de decir en su contrato— las veces de un perro bravo de jardín. Es así como sabemos que los más y mejor amaestrados se ocupan de estas faenas como si nada, mascando chicle.

Los patrones, mientras tanto, se defienden a sí mismos auto entrevistándose por sus propios canales de televisión. Ocasión por demás espléndida para hacer gala de muchas de sus propiedades, incluso de sus hobbies. Esta vez, resulta que el lugar allanado (una mansión irónicamente llamada "La Cerradura"...) ni siquiera era el aposento residencial del obscuro magnate —qué pretensión la del vulgo, pensar que con una sola visita daría con su verdadera residencia principal—. El lugar finalmente inspeccionado —a duras penas— por el CICPC, resultó ser uno que alberga solamente, según Zuloaga, sus oficinas privadas. Pero he ahí que las mismas servían ocasionalmente de galpón (...mmm...) para sus dos distribuidoras de autos asociadas, gemelas e intercambiables: Toyoclub y Toyosan. Es decir, la cosa más natural del mundo, ¿no es así? Dos para uno y uno para dos... Pues no nos sorprende en lo absoluto, en lo más mínimo, que los 24 vehículos encontrados en dicha localidad no tuvieran certificado de origen alguno y que correspondieran a un cilindraje superior al autorizado en 2009 por el Gobierno Nacional para la importación. Es cosa de casta...

Bueno, claro que eso no es poco, pero es sólo una parte del pocillo. Hay todavía otra, y que me ha llamado más la atención pues se sale un poco de lo habitual. Es la evidencia incontrovertible captada por carambola por las cámaras de VTV durante el allanamiento: una impresionante cantidad de cabezas de animales que colmaban las paredes de dicha mansión. Durante la auto entrevista del mafioso magnate pudimos enterarnos, por sus propias pretenciosas palabras, de su posesión de algunos trofeos de caza en aquella demora (todos recuerdos de su venerado hobby —evocado casi con ternura— a través de sus experiencias mundanas); pero nunca nos hubiéramos podido imaginar la inmunda cantidad que en efecto éstos representaban: gacelas, antílopes, bisontes, tapires, búfalos, arces, leones, e incluso unos enormes colmillos de elefante. Uno se pregunta, qué idea del pudor puede tener un monstruo que ha convertido su propia casa en un recinto de formol, en un techo verdaderamente tétrico, teatro necrófilo de especies animales. O como bien titulara VTV el vídeo que exhibe en su página web: en una intolerable "morgue de animales" (ver vídeo en http://www.vtv.gob.ve).

Yo creo que hemos encontrado allí, además de un caso flagrante de acaparamiento ilegal de vehículos, un buen material... educativo. Sí, nuestro pueblo está en presencia, mediante esta exaltación de la muerte, de un ejemplo inmejorable de dos cosas que van regularmente juntas en estos casos: una praxis corrupta inherente al capitalismo y una trascendente depravación moral del individuo. El poder que confiere al individuo en posesión de capital la auto gestión de sus modos "privados" de enriquecimiento, se conjuga con una disminución drástica de su sentido de pertenencia al mundo circundante, el cual reduce a un objeto de sometimiento y de sádico placer de destrucción. La fuerza inmensurable de su poder de adquisición, y por ende de su poder de sometimiento del mundo a sus caprichos, lleva al "exitoso" capitalista a terminar por encontrar la máxima expresión de su dominio sobre el mundo en este tipo de actividades de entretenimiento morboso, como lo es la caza de animales. Eso explica la transformación de sus cabezas y partes diversas en trofeos abyectos. Se trata, lógicamente, de actividades sintomáticas que han sido practicadas tradicionalmente por todas las castas dominantes y despóticas de la historia.

Pero ante tales evidencias hoy no debemos quedarnos, como suele ocurrir, en el comentario inerte, contemplativo, filosófico. En un Estado de derecho, en una Nación auto proclamada humanista por principio y constituida por poderes entre los cuales se encuentra el judicial, las leyes deben estar al servicio de la dignidad del individuo así como de la protección del ambiente, y tener sobre todo una aplicación práctica y eficiente que sancione las derivas contra-ambientalistas, los placeres ignominiosos necro-zoophilos ejemplificados tan vívidamente por Zuloaga. No hay que subestimar esta falta de tipo moral frente a las muchas otras que ha cometido —y sigue cometiendo— este despreciable oligarca, pues todas son, al final, de tipo moral de cara al socialismo. No olvidemos que la fuerza del socialismo está en lo ético, esto es, en la visión conjunta, integral de la realidad. Zuloaga y su cloaca son una y misma cosa frente a este espejo, y como tal debe ser condenado por este proceso. Simplemente, hay que invocar las instancias apropiadas y pronto veremos que los animales no están tan solos como parece, que tienen quien los defienda. Para mencionar sólo un aspecto del problema, la posesión y auto procuración de marfil están prohibidas internacionalmente y severamente sancionadas, según queda establecido en la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres, establecida desde 1973 y firmada por Venezuela en 1977.

El elefante africano es una especie en peligro de extinción según la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza y los Recursos Naturales (UICN). También está registrado en el Apéndice I de la CITES, excepto para las poblaciones en aquellos países como Zimbabwe, Bostwana y Namibia, que fueron reclasificados en el Apéndice II. Los elefantes Africanos se encuentran amenazados por la caza furtiva y la pérdida de su hábitat. Sus colmillos se han utilizado en joyería, teclas para piano, hanko (los sellos personalizados para firma de documentos oficiales exigida en el Japón) y para otros objetos. Sus pieles y otras partes son un componente comercial de menor importancia, y su carne es consumida por la gente de la localidad. En la República Bolivariana de Venezuela, no obstante, los elefantes pueden venir cuando quieran, pero vivos y para el disfrute de su vida y la de los venezolanos y las venezolanas. Aquellos que los traigan en partes y como trofeos de caza deberán convertirse a su vez, ellos mismos, en verdaderos trofeos de la Revolución Bolivariana, pasando a ser debidamente hospedados allí donde todos los de su misma estirpe merecen una estadía digna de sus gloriosas faenas cinegéticas, en el hotel Rejas Palace.

xavierpad@gmail.com


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Xavier Padilla


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