Veamos qué
medidas tomarán y cómo las aplicarán. El Fondo Monetario Internacional,
es decir, la entidad encargada de proteger el sistema ha dicho que “la
crisis ocasionará 4.1 billones de dólares en pérdidas a las entidades
financieras de Estados Unidos, Europa y Japón, lo que les creará un
agujero que sólo los gobiernos pueden tapar”. Se trata entonces de
que los gobiernos, que manejan el dinero de los ciudadanos que pagan
impuestos, seguirán entregando fondos a los bancos en proporciones
tan impresionantes que, según el mismo FMI, deben llegar incluso a
nacionalizarlos. Hay que considerar que este término, en el sistema
capitalista, es rechazado pues se le considera antesala del socialismo.
Pero, dejando atrás tales consideraciones, el hecho concreto es que
la quiebra bancaria será absorbida por los gobiernos de Estados Unidos,
Unión Europea y Japón.
Toman el dinero
de sus propias arcas. Es cierto. Pero ocurre que, para tomar un solo
caso, la Reserva Federal norteamericana tiene una deuda que supera 1,5
billones de dólares. En esta cifra, no se cuenta aún el soporte que
han entregado a sus bancos, la que alcanza a una cifra similar, lo que
supone que su deuda ascendió a 3 billones de dólares. Este dinero,
¿sale de los bolsillos de los contribuyentes norteamericanos? No parece
ser así, pues lo que se pretende como reactivación del sistema, es
una reducción de los intereses bancarios y, a la vez, una mora impositiva
que en algunos casos, como es la General Motors, será un perdón de
su deuda para con el Estado. Por lo tanto, son otros los recursos a
los que acudirá el gobierno de Washington.
La disminución
de precios para las materias primas que compran a los países empobrecidos
y la elevación del valor de los productos que nos venden. De ahí salen
los recursos para salvar el sistema que beneficia a los países enriquecidos
y mantiene en la pobreza y, por supuesto, agrava la miseria de nuestras
naciones. La fórmula es simplista, ciertamente, pero tiene el propósito
de desnudar el esquema básico de la explotación a la que siempre hemos
estado sometidos.
Seguramente
el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, El Banco Interamericano
de Desarrollo, la CEPAL y cuanto organismo aparezca, se esmerarán en
presentarnos la situación de una forma tal que terminemos aceptando
que nosotros, los países empobrecidos, somos al menos tan culpables
de la crisis, como aquellos que manejan los recursos de todo el mundo
de forma tal que, periódicamente, debemos soportar una crisis más
grave que la anterior.
Sin embargo, éste puede ser el momento en que, reunidos y consensuados, los países que sufrimos la explotación, digamos: ¡basta! Y rompamos el círculo vicioso que tiene una dimensión planetaria.