¡Hay que fusilar al camarada Raúl Castro por haber estrechado la mano del imperialista Obama!

La política, hay que repetirlo, es una ciencia que debe saber interpretarse correctamente para actuar correctamente en política. El extremismo termina siempre oponiéndose al carácter de ciencia de la política y concluye condenando toda labor correcta que se haga en la política, tanto en lo nacional como en lo internacional. A ésta corresponde la diplomacia entre Estados o Gobiernos.

            El Presidente Obama es un bastión, un guardián, un celoso y furibundo defensor y vocero del más oprobioso y poderoso imperialismo que haya conocido el género humano: el estadounidense. Pero todo Estado o Gobierno que decida dar la espalda completa o no tomar en cuenta para sus políticas y relaciones diplomáticas al Estado o Gobierno estadounidense, garantiza una suma inevitable de errores y no de aciertos. Si Dios gobierna el Cielo olvidándose que existe el Infierno donde gobierna el Diablo, pierde todas las perspectivas esenciales de la diplomacia política y nunca hará nada importante por revertir ese oprobioso régimen que impone Satanás a todos los explotados y oprimidos en su reino. Los grandes maestros del proletariado, es decir, los expertos en marxismo siempre han sostenido que hacer política – y con mayor énfasis para construir socialismo- aislados del modo capitalista de producción y, especialmente, de las leyes del mercado mundial o de la economía de mercado capitalista o del mundo real que le rodea, fracasarán rotundamente y terminarán por socializar la miseria –en la lucha por lo necesario para vivir- pero no el bienestar para la sociedad.

            Quienes alegan que con el enemigo nada ni siquiera un vaso de agua, que no debe dialogarse con el enemigo, que no debe jamás intercambiarse ideas con el enemigo, ningún género de relación ni de negocio con el enemigo, que –incluso- hablar con el enemigo es volverse enemigo o convertirse en agente del enemigo, terminan por dejar solo el campo de batalla para que, precisamente, el enemigo triunfe y haga de las suyas cómo le venga en gana.

            Si algún país ha sido víctima –en el peor de los sentidos- de las atroces o perversas políticas imperialistas es –precisamente- Cuba. Si algunos gobernantes han sido tan odiados, rechazados, denigrados, atacados y acosados por el imperialismo estadounidense son –precisamente- los camaradas Fidel y Raúl. En política, como en todas las cosas de la vida social, lo cortés no quita lo valiente. Pero en política, por ejemplo, un diálogo no se basa en el deseo individualista de un gobernante o colectivo de un Gobierno o Partido Político sino sobre realidades concretas que se han producido –incluso- independientes de las voluntades individuales y colectivas de los gobernantes. Para rechazar un diálogo con un enemigo se requiere de condiciones objetivas especiales, tales como: tener el respaldo casi absoluto de un pueblo a lo interno de un país; tener el respaldo casi absoluto de los pueblos o gobiernos a lo exterior del país; que el enemigo esté prácticamente derrotado, pegado contra la pared, casi sin respaldo alguno, debilitado al extremo de la desmoralización, dispuesto a una pronta huida y viviendo una pesadilla que le ha arrebatado toda oportunidad de salir airoso en un nuevo combate. En esas circunstancias ¿para qué diálogo si basta con un empujoncito más para que el enemigo caiga muerto o totalmente destruido en un abismo sin salida? Pero aun así no es correcto negarle toda probabilidad a un diálogo, porque a través de éste se le puede comunicar al enemigo: estás listo, ríndete totalmente o huye y abandona nuestra geografía en el acto.  Los camaradas vietnamitas sí saben de eso. El camarada Mao sabía de eso. El Gobierno bolchevique  cuando lo presidió el camarada Lenin sabía muchísimo de eso. Y, por supuesto, los camaradas Fidel, Raúl y el Gobierno revolucionario de Cuba saben muchísimo de eso.

Acaba de producirse un hecho sin precedente en más de medio siglo de un criminal bloqueo de parte del imperialismo estadounidense contra Cuba, contra su Revolución y -particularmente- contra los camaradas Fidel y Raúl. Seguramente los extremistas lo criticarán y terminarán afianzándose en la absurda idea de acusar al camarada Raúl de revisionista y concebir que la Revolución Cubana se haya declarado abiertamente contrarrevolucionaria. Otros, no le prestarán atención pero algunos, viendo por las rendijas del ojo de la diploma política, le prestarán la verdadera importancia que se merece. Se trata, camaradas, que en uno de los actos de homenaje al grande Nelson Mandela, el Presidente Obama y el camarada Presidente de Cuba Raúl, se estrecharon sus manos como un saludo entre dos gobernantes con visiones diametralmente opuestas de mundo.  Tal vez, fue pura cortesía pero más allá de eso debe apreciarse un vestigio de diplomacia política entre una privada (capitalista) y una pública (de carácter socialista).

No creo, en lo particular, que el Presidente Obama, cuando regrese a la Casa Blanca, llegue convencido que debe ponérsele fin al injusto bloqueo contra Cuba y que, de inmediato, debe establecerse relaciones diplomáticas con el Gobierno cubano. El propio Congreso de Estados Unidos recurriría a todos los argumentos y maniobras políticas para, por lo menos, evitárselo. Sin embargo, fueron millones de estadounidenses y centenares de gobernantes que vieron ese gesto en vivo y, por lógica, tiene que haberles pasado por la mente lo del bloqueo a Cuba y la necesidad –especialmente para la mayoría de cubanos y cubanas residentes en Estados Unidos y para empresarios estadounidenses- de ponerle fin al mismo y que se establezcan relaciones diplomáticas entre los dos Estados respetándose el uno al otro y el otro al uno. No sé, no soy adivino y es demasiado difícil determinar cuándo puede el imperialismo tomar una decisión justa en política, cuáles consecuencias pueda traer ese saludo entre los Presidente Obama y Raúl. Ojalá, sean por el bien tanto del pueblo estadounidense como del pueblo cubano. Por eso me solidarizo con ese saludo independiente de mis criterios que poseo sobre Obama y que los he escrito y publicado en diversas oportunidades. Nadie dude que con Raúl esté hasta los tequeteques.

El saludo entre Obama y Raúl fue, cosas del destino, en territorio donde existió el oprobioso y criminal régimen del Apartheid que mucho contribuyó el grande Nelson Mandela a ponerle fin: Sudáfrica. Y, precisamente, saludo entre un Presidente de raza negra y un Presidente de raza blanca. Saludo, seguramente, que contribuirá a la lucha contra el racismo que aún impera en este planeta que mayormente clama  por un mundo nuevo posible. Aun con la mayor suma de dolor y de tristeza por el fallecimiento del grande Nelson Mandela: ¡cuánto le agradecería el mundo que con su muerte también contribuya para que se le ponga fin al injusto bloqueo del imperialismo estadounidense contra Cuba! Eso siempre él lo quiso y lo expuso.

 



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Freddy Yépez


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