Paz se escribe en castellano pero Zap se decide en inglés

Sin duda alguna, el lenguaje ha sido uno de los logros de mayor maravilla del ser humano. Sin él, no habría racionalidad de ninguna naturaleza y el delfín sería mucho más inteligente, sociable e importante que el ser “humano”. El idioma, hasta que no se materialice uno de carácter universal, seguirá siendo una expresión de identificación de pueblos, regiones, naciones, tribus. El Esperanto no caló en su tiempo y se extinguió como esos vientos que parten de la cima de las montañas y llegan sin vida a las costas de los mares. El porvenir tiene esa deuda con la humanidad de elaborar, fácil para todos escribirlo y hablarlo, un idioma que comunique a todos los seres humanos del planeta sin que nadie se pelee por imponer a los demás alguna lengua en particular.

El Gobierno de Estados Unidos ha hecho y hará lo imposible por sabotear todo diálogo que busque paz con justicia social. Tiene a su disposición poderosos medios de comunicación en todos los idiomas y, además, cuantiosos recursos económicos para invertir en la deformación de las realidades y en el lanzamiento de mentiras como supuestas verdades. Los grandes negocios económicos que pierde, si en otras naciones se vive en paz con justicia social, son incalculables. Cuando se mete de lleno en buscar la paz concertada es porque ya tiene a la mano otros negocios que deben activarse sin que en su medio y sus alrededores haya violencia social o cuando cree que la lucha se puede orientar exitosamente hacia la revolución socialista. Démonos cuenta que para una elección presidencial en Estados Unidos el debate central, entre los candidatos, versa sobre quién hará valer más los intereses económicos de la oligarquía imperialista y el poderío militar estadounidense en el mundo para que ninguna otra nación le dispute el primer lugar de dominación y de gendarmería.

En Oslo, capital de Noruega y país de reyes y de súbditos, se le dio inicio formal al diálogo de paz entre el Estado colombiano y las FARC-EP. El representante de Cuba, que será la sede principal del diálogo, leyó en castellano un corto comunicado anunciando ese inicio. Luego, lo hizo un representante de Noruega que leyó el comunicado no en noruego sino en inglés. No jodá. De seguro que si hubiese habido la necesidad de lanzar una moneda al aire para decidir entre cara y sello, no hubiera sido el peso colombiano el seleccionado sino el dólar. No joda. Nadie entienda que lo digo significa que le tenga arrechera al idioma inglés. Pero sí digo como Cela: si no sé hablar y escribir bien el castellano –que es muy rico por cierto- no puedo dedicar mi corto tiempo de vida a aprender a la perfección el inglés, porque -entre otras cosas- sé que me marcharé de este mundo sin llegar a pisar ni un solo centímetro de tierra estadounidense.

Quienes crean que el Gobierno colombiano no informa al Gobierno de Estados Unidos de cada paso que adelanta o atrasa, de cada palabra que pronuncia sobre el diálogo por la paz con las FARC-EP, están completamente equivocados. Un Gobierno que sirva incondicionalmente al capital financiero privado y no haga lo que hace el Gobierno colombiano, corre el inminente riesgo de ser desprestigiado y hasta derrocado por los tentáculos que sabe mover el imperialismo estadounidense. Por algo una de las embajadas de Estados Unidos en el mundo que más interviene en los asuntos internos de un país, es la asentada en Colombia. Pero el Gobierno estadounidense no sólo tiene a su disposición sus embajadas en el planeta, a gobiernos epígonos sino, igualmente, organizaciones políticas muy influentes como lo es la socialdemocracia europea, quien abriendo su bocota quiso dictarle a la insurgencia colombiana lo que debe hacer en el diálogo por la paz para que sea inmediato un acuerdo desde ya sin que se proponga –incluso- dialogar con el Gobierno colombiano. Es como solicitar que se le niegue el derecho de palabra a las FARC-EP. La socialdemocracia exigió a las FARC que “… abandonen la violencia, que ha dejado innumerables muertos y heridos, y a que pongan fin a tanto sufrimiento”.

Para esa socialdemocracia, amante del dominio capitalista imperialista en el mundo, las guerras de rapiña ejecutadas por el gran gendarme y sus acólitos para expoliar riquezas ajenas, derrocar gobiernos, establecer leyes de dominación, lograr contratos leoninos, someter pueblos, nada representa o no genera preocupación por los muertos, los heridos y el sufrimiento que han causado fuera del territorio de Estados Unidos. Para la socialdemocracia europea el desempleo de millones de millones de europeos, el hambre que pasan millones y millones de europeos, la ruina económica de millones y millones de europeos, no es sufrimiento sino que debe ser un estado de conciencia que entienda la necesidad de esas realidades para que puedan creer que en el futuro mejorarán su situación socioeconómica; es decir, cuando el capitalismo supere sus crisis de todo tipo. No jodá.

Pero además, hay que repetirlo, el imperialismo estadounidense cuenta con medios de comunicación insidiosos, perseverantes y desesperados en buscar a los mentirosos de oficio para entrevistarlos de manera que las mentiras sean pronunciadas con un acento de gran velocidad para recorrer el mundo haciéndose pasar como verdades irrefutables. CNN tiene esa especialidad, aunque una vez por la cuaresma entreviste a alguien mesurado, consciente, racional y propagador de verdades.

Cierto es que cada bando quisiera imponer, sin resistencia, el pliego de sus peticiones. Pero en Colombia no es una guerra de varios meses o de pocos años lo que caracteriza su realidad. No, es prácticamente medio siglo en el cual se han expresado las más diversas formas de la violencia social. El Gobierno de Uribe montó un show para “desmovilizar” y “desarmar” al paramilitarismo buscando una nueva reelección presidencial. Sin embargo, la verdad es que su logro se ha materializado en la creación de bandas armadas y asesinas que suplantaron al paramilitarismo propiamente dicho. La experiencia con las desmovilizaciones y desarmes de grupos insurgentes, por otro lado, ha demostrado, por quedar intactas las causas que generan la violencia social, que se construido un infierno que no es otro que el vacío que deja la venganza personal, se podría decir parafraseando el argumento final de una película mexicana.

Por eso, entre otras cosas, un diálogo serio entre el Estado colombiano y la insurgencia colombiana no sólo debe revisar o analizar profundamente las causas que generan los conflictos políticos armados sino, igualmente, cómo aplicar mecanismos o fórmulas políticas que eviten la venganza personal y, además, lograr que factores de violencia no se trasladen a las regiones vecinas de Colombia. Y ante ese diálogo no son convenientes ni prudentes esas exigencias que sólo se le hacen, por ahora, a las FARC-EP para que se desarme y se desmovilice sin ton ni son. Esto no es de ninguna manera un llamado a la continuidad de la violencia o de la guerra en Colombia. No, es más bien un llamado a la sensatez de todas las partes involucradas en que el diálogo sea productivo y pueda concertarse la paz entre el Gobierno colombiano y las FARC-EP, lo cual facilitaría también un diálogo por la paz entre el Gobierno de Colombia y el ELN. Pero lo siguiente no hay que olvidarlo: la oligarquía colombiana, al igual que el Gobierno de Estados Unidos, están comprometidos hasta los tuétanos en la violencia social que se desarrolla o se vive en Colombia. Esos temas no puedan quedar en el vacío como tampoco las opiniones y exigencias de las clases y sectores mayoritarios de Colombia y que son los realmente los más afectados por las políticas económicas capitalistas que sirven de provecho, en primera instancia y siempre, a los grandes monopolios económicos foráneos e internos.

La frontera colombo-venezolana debe ser una materia de profundo análisis en el diálogo entre el Estado colombiano y las FARC-EP como también si se dialoga con el ELN. En eso debe consultarse al Gobierno venezolano. Lo digo, porque si en la guerra el territorio venezolano se ha visto afectado por el conflicto político armado colombiano, en una paz concertada que carezca de un sistema de justicia social que satisfaga a las mayorías colombianas, el territorio venezolano quedará como refugio y zonas de actuación, fundamentalmente, de esos grupos violentos –venidos del paramilitarismo supuestamente desarmado y desmovilizado- que buscan una vida fácil obteniendo recursos económicos mediante métodos de chantaje, vacuna, secuestro, atraco y robo. Un conflicto armado de medio siglo –por lo general- no ilustra teóricamente en política o en ideología a la mayoría de sus participantes. El diario acontecer de los combates lo dificulta. Estos exigen, es la verdad, tareas muy concretas de preparación física más que espiritual. Esa es una gran verdad. Más bien genera una cultura de la guerra y hasta una pasión por el uso de las armas para la búsqueda de recursos económicos en tiempo que no es realmente ni de verdadera paz ni de verdadera violencia social. Ni Europa ni Estados Unidos sufren en sus territorios los desmanes que cometen los grupos organizados de la violencia que carecen tanto de ideología como de estrategia política en relación con la sociedad en su conjunto. El paramilitarismo, en forma de bandas organizadas para cometer delitos en procura de riqueza económica, ha penetrado muchos de sus tentáculos en el territorio venezolano. Esta es otra gran verdad. ¿Acaso al Gobierno de Estados Unidos no le conviene que esos grupos anarquizados y desprovistos de ideologías, como los paramilitares, cometan desmanes en Venezuela cuando en la Casa Blanca tienen planes de desestabilización para pescar el momento oportuno y derrocar al Gobierno del Proceso Bolivariano que lidera el camarada Chávez?

Valen todos los esfuerzos, los consejos, las reflexiones que desde fuera puedan contribuir a que el diálogo por la paz sea exitoso para bien de Colombia y de las demás naciones y, especialmente, de las que hacen frontera con el país hermano. Pero debemos entender y respetar que una paz concertada para Colombia, a través de un diálogo, es fundamentalmente potestad de la sociedad colombiana. Lamentablemente, el imperialismo estadounidense dicta pautas al Estado colombiano tanto sobre la paz como sobre la guerra. Amén. Ojalá dejen los fusiles de disparar balas de la muerte para que su nuevo tronar sea de flores y el pueblo colombiano cultive justicia y recoja felicidad.

Mientras en este mundo perdure dominando el capitalismo la Paz nunca se materializará como un estado de armonía y de solidaridad para toda la humanidad mientras que no habrá fin de la Guerra sino cancelación (Zap) quién sabe por cuánto tiempo. Sólo cuando el socialismo le ponga sus manos completas al mundo y sepulte todo lo nefasto del capitalismo será entonces cuando –igualmente- se extingan para siempre todos esos períodos que no son ni de Paz verdadera ni de Guerra verdadera. Por fin: triunfará la Paz universal y sepultada para siempre quedará la Guerra.



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Freddy Yépez


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