Yo en lugar del Presidente Maduro revisaría mi discurso

La teoría carece de objetivo si no está relacionada con la praxis; desde luego, debe haber un equilibrio ponderado entre ambas cuestiones, según el caso.

Hace suficiente tiempo afirmé mi percepción acerca del probable desempeño de Nicolás Maduro al frente de Venezuela en la reflexión "La vida es mi universidad, ahí me quemé las pestañas, pero no como Nicolás en la facultad de bus sino en la de peñero" - https://www.aporrea.org/actualidad/a163261.html - reflexión que ahora pasada una década, reafirmo; puede ser visitada en aras de compartir o de echar plomo parejo.

Pero yo en lugar del Presidente Maduro revisaría mi discurso para corregirlo, depurarlo de flores, de intimidades personales y hacerlo más rupestre en aras de mayor eficacia, pondría a un lado la chacota y dedicaría ese tiempo a hablarle al mundo extraño a Venezuela porque mientras yo perdería un minuto en algo que no encaja, el enemigo si lo aprovecha embusteando, el discurso del presidente debe ir al hueso y solo al hueso, en todo momento.

Así como el hombre del mañana se hace hoy -parafraseo-, nuestro próximo triunfo electoral hemos de hacerlo ahora y con butría, tal como los trabajadores tampoco debemos guabinear en la faena de empreñar la tierra, de ordeñar la mar, de doblar una cabilla, de cepillar una madera y pare de contar porque la cosa está peluda.

Cada vez que Maduro hable, durante el año en curso, le hablará al mundo, no sólo a Venezuela; las antenas están prendidas en todas partes, así que él debe afinar la puntería.

La revolución bolivariana, es decir el pueblo bolivariano, ha obtenido 27 victorias + la que está en cierne; la contra, la escualidad, se ha alzado con dos + una altamente probable derrota apabullante en cierne.

Nosotros hemos tenido 3 presidentes constitucionales: Chávez, Diosdado y Maduro (recuérdese que Diosdado fue Presidente constitucional el 13 de abril de 2002 durante algunas horas).

La escualidad si bien gobernó durante 40 años previos a 1999, desde entonces ha tenido solo 2: Carmona y Guaidó, ambos fuera de la Constitución, vapores de la fantasía.

La primera derrota que tuvimos cuando la reforma fue urdida sin escrúpulo por el enemigo: en la ocasión Uribe a pedido del imperio nos tendió una trampa, invitó a Chávez a abocarse al proceso de paz en Colombia, a sabiendas de que Chávez no les daría la espalda y en efecto nuestro Comandante se dedicó en cuerpo y alma a esa tarea y no dedicó un solo minuto a promover la reforma constitucional; así que el enemigo interno actuó a sus anchas y pudo ganar a lo Pirro. Una vez el desenlace electoral, Uribe echó atrás el proceso de paz.

La segunda ocasión en que perdimos fue en 2015 cuando luego de un infatigable asedio al pueblo, acaparamiento de productos alimenticios y de todo servicio, la cuña de la última cola y el ataque a nuestra moneda, y con toda esa guerra, ellos se hicieron con la Asamblea Nacional para desembocar en Guaidó, la guinda, su vitrina.

Y sin embargo, en esa fecha ellos acapararon 400.000 votos adicionales; pero 2.000.000 de los nuestros se quedaron en sus casas el día de votar y por eso sobrevino el desastre, la balanza se inclinó a favor de la hostil contra y, he ahí las consecuencias funestas de haber tenido al lexicógrafo adeco, a CJ, a pozos de muerte (Barbosa) y a White dog (la vitrina) presidiendo el Poder Legislativo Nacional.

Nosotros, en consecuencia, también tenemos que rectificar y asumir nuestro deber de votar cuando el CNE así lo disponga.

Reconozco que aquí no digo nada que nuestro pueblo no sepa pero, por si las moscas, reitero, tenemos que remar todos con Maduro y Diosdado, razón de peso para que ellos hagan caso a lo que les pedimos, mano dura, paso firme, desplegar gran inteligencia y confiar en un triunfo muy sólido.

Afinar su discurso va a ayudar en mucho el crucial triunfo de Maduro, sobre rocas.

La oposición, con esa pata hinchá, no tiene otra alternativa que edificar sobre arena movediza.

He ahí la diferencia, que nuestro pueblo escoja bien.

 

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Hasta hoy os molesto, pido perdón; ahora a trabajar.



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Guillermo Guzmán


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