60 años después… o en este momento

Yo era muy niño en octubre de 1962, cuando -siempre metido entre viejos- escuchaba las disertaciones en torno a las informaciones que oíamos por radio, y algunas pocas por televisión, sobre la mácula del horror de una guerra nuclear. Estábamos viviendo la Guerra Fría. En los pueblos, aún vírgenes del veneno citadino, era costumbre reunirse a la caída del sol, para escuchar los partidos del beisbol, las peleas de boxeo y algún programa de música. De esa forma conocí a Benito Quiroz, una de las voces que más me ha impresionado en la vida. En 1967 moriría en un accidente de tránsito a la temprana edad de 48 años.

Las discusiones en torno a si hubiera una guerra nuclear, estaban más sustentadas en la especulación y la información muy manipulada de las agencias internacionales. Por este patio trasero, era United Press Internacional (UPI) y Associated Press (AP). Por aquellos lados, es decir Europa del Este, funcionaba Novosti, y en América Latina, los que podíamos, escuchábamos Prensa Latina en radios prestados, que solo era posible oírla por onda corta. Los comunistas con influencia, se traían, o les traían, tremendos equipos desde la Unión Soviética, Alemania, o Polonia.

Durante 16 días, del 16 al 29 de octubre, la humanidad pendió de un hilo. La instalación de 40 silos para misiles soviéticos de largo alcance en Cuba, específicamente en el pueblo de San Cristóbal, en respuesta a la invasión de mercenarios cubanos y gringos de Bahía de Cochinos en 1961, generaron una movilización militar en el mundo entero. Cientos de barcos de combate navegaron los océanos, con tanta cercanía de provocación que podían verse a pocos cientos de metros uno del otro. Igual ocurría en el aire. Hay cientos de anécdotas de aviones gringos y soviéticos que se encontraban en el aire, y los pilotos se saludaban o se insultaban a través de la cabina, en pleno vuelo. Ejércitos de todos los países de uno y otro bando, se movilizaron para apoyar a su par. Las escuelas europeas y estadounidenses, hicieron prácticas interminables de uso de máscaras antigás, y veloz carrera a los refugios antiatómicos. Hay miles de videos de las escuelas haciendo esas prácticas. Hasta el cine hollywoodense, se dio banquetes haciendo películas sobre el holocausto; familias enteras con sus remolques, huyendo hacia las montañas y lugares alejados de las ciudades. Poco antes de graduarme en la Escuela de Comunicación de la UCV, se estrenó la película The Day After (El día después) en 1983 que narra los devastadores efectos de un holocausto nuclear en la vida de los habitantes del pequeño pueblo norteamericano de Lawrence, Kansas. Sus habitantes hacían vida normal, muchos de ellos ajenos a la creciente tensión entre la Unión Soviética y los Estados Unidos -junto al resto de los países de la OTAN- por un conflicto en Berlín. Pero cuando la guerra estalla, la cercanía de Lawrence a una base de misiles nucleares americanos firmará la sentencia de muerte a la mayoría de sus habitantes. La vida quedó en mano de grupos nómadas que iban de un lado a otro. Una de las niñas de ese pueblo, se le ve 25 años después, comandando una pandilla para sobrevivir. Hubo gente que se suicidó luego de verla esta película y su brutal realismo. Sin duda, los introdujo a algo que era posible, razón por la que decidieron quitarse la vida.

Cuando el 28 de octubre la crisis llega a su fin, el fiscal general Robert Kennedy luego se reunió en secreto con el embajador soviético en Estados Unidos, Anatoly Dobrynin, e indicó que Estados Unidos planeaba retirar los misiles Júpiter de Turquía de todos modos, y que lo haría pronto, pero que esto no podía ser parte de cualquier resolución pública de la crisis de los misiles. Precisamente el 27 de octubre, dos aviones espías estadounidense U-2 fueron derribados por la Fuerza Armada Revolucionaria de Cuba, mientras tanto en Siberia era derribado otro U2 por misiles soviéticos.

Durante 60 años, hubo una paz tensa, pero paz, al fin y al cabo. El apocalipsis solo se han visto a través del cine en cientos de películas, algunas cómicas, satíricas o críticas, tales como "No Miren arriba", recién estrenada, algunas trágicas como "Contagio" o "El Fin de la humanidad", y otras terroríficas como la saga "Terminator", donde John Connor, desde el futuro, nos va a salvar de la catástrofe total, es decir, salvar a la raza humana, para que vuelva a reconstruir. No se llama Boris ni Vladimir. Y la madre no se llama Tania, sino Sarah.

60 años después, la tensión vuelve a posesionarse de la angustia de la humanidad. Lo que comenzó con amenazas, insultos y amagos, terminó convirtiéndose en una de las amenazas más concretas de acabar con cualquier vestigio de vida que haya sobre el planeta. Quién sabe si la destrucción del planeta, o parte de él. La geopolítica de hoy es mucho más compleja y genera más impotencia. Hasta existe un club en donde se reúnen solo los países que tiene capacidad para darse con todo, pero desde el punto de vista nuclear. Y aunque ese liderazgo lo mantienen Estados Unidos y ahora Rusia, no se sabe de qué tamaño es el arsenal nuclear chino, ni la capacidad nuclear de Corea del Norte, ni el poder de fuego de La India, o Pakistán, Inglaterra, Alemania, Francia, Irán, Israel y algunos otros más. Esta no sería una Guerra Fría sino extremadamente caliente, porque de haber un conflicto, se calcula que dos tercios de la humanidad van a desaparecer y con ella, todas las ciudades y centros de desarrollo del mundo, zonas industriales, centros de abastecimientos, centros de producción de energía y una larga cadena de etcéteras.

Sería como le respondió Einstein a un periodista, cuando le preguntó cómo sería la Tercera Guerra MUndial: "No sé cómo será la Tercera Guerra Mundial, pero estoy seguro que la Cuarta será con palos y piedras".

Una premonición extremadamente aterrorizante.

Caminito de hormigas...

"Es que el peo de la corrupción, es una vaina muy arrecha, Olmos, fíjate que el gobierno le está echando un camión de bolas, para reconstruir y ayudar a la gente antes de que llegue la navidad, allá en Tejerías, pero qué pasa, bueno lo de siempre, los militares se cogen las vainas mejores, no llaman a los miembros de esa vaina que se llamó poder popular, para que asuma ese peo. No. Prefieren robar, joder, impedir que lleguen las vainas. Lo dije dos veces y vino un camarada y me dijo que yo era un contrarrevolucionario. Lo mandé al coñísimo de su madre y si tengo la pistola, le doy dos tiros ahí mismo. Ya se ha convertido en una cultura eso de cogerse las vainas, o agarrar las cosas mejores. Olvídate camarada, si tú no comprometes al pueblo en ese peo, eso no va a cambiar, porque esas mafias son muy arrechas. Es arrecho pelear contra los invasores y este montón de c.. de su madre enquistados en el partido y en el gobierno". Siempre he creído que los ovarios de mi amiga, son como una pelota de beisbol.



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Rafael Rodríguez Olmos

Periodista, analista político, profesor universitario y articulista. Desde hace nueve años mantiene su programa de radio ¿Aquí no es así?, que se transmite en Valencia por Tecnológica 93.7 FM.

 rafaelolmos101@gmail.com      @aureliano2327

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