Mujer, te digo de todo corazón que eres un ser especial, inteligente, sensible, dulce dadora de vida y educadora, tesoro divino y maravilloso que a los hombres ama, nutre y comprende; te entregas con todo tu cuerpo y alma a tus seres queridos, y eres capaz hasta de soportar grandes padecimientos y desgracias en pro del bienestar de tus hijos, por ejemplo. Tu amor y lucha no conocen límites, y cuando te propones puedes alcanzar objetivos trazados en defensa de las causas justas; tú que en términos generales sigues estando en desigualdad económica respecto a los hombres, y formas parte importante de los millones de individuos hundidos en la pobreza y en la miseria, no obstante has sido una pieza fundamental de la historia desde los albores de la humanidad. Sin ti mujer, no sería posible disfrutar de los pocos beneficios con que en pleno siglo XXI cuentan las masas a escala global.
El papel de la mujer ha sido tan relevante en la historia humana, que al lado de numerosos líderes políticos, militares y de otras índoles, siempre estuvieron en un rol activo las damas. Recuérdese a Manuelita Sáenz, la libertadora del libertador Simón Bolívar, a Josefina, la emperatriz de Napoleón Bonaparte, y a tantas otras féminas que ayudaron a sus hombres en el ejercicio del poder, y en no pocos casos ayudaron a sus pueblos. Y ni hablar de las damas “comunes” que han colaborado inmensamente con la sociedad, unas como amas de casa y otras como profesionales en diversos ámbitos. En verdad, cabe preguntarse, ¿qué sería de los hombres y de la humanidad en general sin el amor, el esfuerzo y la capacidad de lucha de millones de mujeres?, ¿ya se habría extinguido la especie humana?
Entonces, si la mujer ha cumplido un papel tan importante en pro de un mundo más justo, ¿por qué hay tanta violencia de todo tipo contra las damas?, ¿por qué aún numerosos hombres consideran a la mujer como un simple objeto sexual, un ser limitado a satisfacer los placeres carnales? La respuesta parcial a estas preguntas se encuentra en el predominio global del capitalismo, sistema económico que tiene a casi toda la humanidad en condición de pobreza, mujeres en su mayor parte. En este sentido es fundamental que mujeres y hombres, interesados en el bienestar de la humanidad y en nuestro futuro como especie, luchemos juntos como un solo ser cuya energía transforme de manera contundente el orden planetario actual, bien injusto.
En fin, ¡qué vivan las mujeres¡, por tanto amor, entrega y lucha por el bienestar de sus seres queridos y de la humanidad en general. ¡Qué vivan las mujeres¡, por estar al lado de los hombres, y deleitarnos con toda su belleza, su dulzura y su exquisito ser. No importa que muchos hayamos sufrido lo que pudiéramos considerar como decepciones amorosas; al fin y al cabo siempre habrá la oportunidad de un nuevo comienzo. Los hombres no podemos vivir sin las mujeres, bien como esposas, novias, amigas, madres, confidentes o como compañeras de lucha, y por eso, ¡qué vivan las mujeres¡
P.D. Te perdí mi linda Maribel Uzcátegui, y no me queda sino desearte lo mejor en esta vida. Y si en algo te puedo ayudar, ahí estaré.