Nefasta alianza

Dar una buena señal de lo que se quiere hacer.

No resulta un buen ejemplo aliarse con los capitalistas; tener un ministro empresario que maneja la economía del país para gestionar esas alianzas; que ofrece, como única garantía de que no va a traicionar a la revolución, el mostrarse dócil y dar las gracias al presidente en público.

Hay que mostrar coherencia en los que se hace con explicaciones serias, políticas, teóricas. Sin miedo a al debate.

No se puede hablar de socialismo al mismo tiempo defraudar a los trabajadores. Hacemos un acto político con los pescadores, pero los pocos dólares que se disponen para prender ese motor, los reciben empresarios privados. Los pescadores solo llevan migajas y promesas. Con dólares que son de todos financiamos a privados, como si estos trabajarán en favor de toda la sociedad.

Es un mensaje ambiguo, irracional por lo ilógico. Se le exige trabajo al que siempre ha trabajado. Y se financian los proyectos privados, a las empresas privadas, a los intereses particulares, al capitalista. Como si trabajar para el capitalista significa lo mismo para el trabajador, para el obrero, para el campesino o el pescador. No es lo mismo ser el dueño del barco que el pescador. No es lo mismo ser el dueño de la tierra y el administrador que el campesino. Esta diferencia la conoce cualquier obrero y trabajador del campo o del mar.

El gobierno tiene ahora mismo que dar un ejemplo claro, clarísimo, de que esto que está haciendo ahora con estos motores de desarrollo es en favor de los trabajadores y de toda la sociedad por igual.

Todo lo que se hace hay que explicarlo muy bien ¡La gente entiende!.

Por eso, así, lo que se está haciendo desde el gobierno, tenga muy “buenas intenciones”, no lo parece si no se explica.  Hay que mostrar esas “buenas intenciones” con claridad. Hay que explicar cada cosa que se haga con la verdad por delante, con coherencia.

Si me mientes una vez ya no puedo creer que actúas de buena fe. Lo primero que debería decir el gobierno es por qué fue adulterado el Plan de la Patria. Que expliquen algo que es real y que dejó evidencias torpes, vulgares. Que este acto de “disimulo” al final no lo fue, terminó siendo un descaro, un cinismo.

Que den sus razones (que la gente entiende). Estamos necesitados de comprender por qué el gobierno  hace lo que hace. Quisiéramos saber qué piensan íntimamente nuestros dirigentes; qué los motiva para hacer lo que hacen.  Un líder honesto rectifica. No tiene temor de mostrar dignidad y vergüenza por lo que es y por lo que cree. Es eso lo que estamos esperando todos. Estamos perplejos ante tantas contradicciones, tantos discursos vacíos, sin contenidos fundamentados en la realidad, que los hagan cercanos a una verdad.

No hay capitalistas buenos.

A la vista de todo lo que está pasando ahora. Se descubre a cada rato la complicidad de los supermercados y almacenes; del llamado “sector comercio y servicios”, con toda la red de bachaqueros en todas las ciudades. A la vista está que son lo mismo bachaqueros “menudos” y comerciantes, o sea los grandes bachaqueros “empresarios privados” lo mismo o que actúan en el mismo sentido conspirativo.

Los dueños del Excélsior Gamma, de la Central Madeirense, por citar dos grandes empresas; los caucheros y las caucheras; las redes de farmacias y las farmacéuticas, todos están en la misma jugada. Todo el mundo, hasta el más tonto de los venezolanos sabe que en esa alianza está el enemigo. Que el enemigo no es solamente el guardia nacional, o los bachaqueros pelabolas. Los enemigos son los supermercados, sus empleados, sus gerentes, que no mueven un dedo si no hacen sus jefes.

Hay una estructura organizacional primitiva y jerarquizada en los supermercados, en las tiendas y en todas los grandes comercios que obedece a los intereses de sus propietarios. Para que me entiendan bien, todo el mundo sabe lo servil que puede llegar a ser un gerente o un capataz de cualquiera de esas grandes tiendas –sean de alimentos, ferreteras, de ropa, mueblerías, de repuestos, caucheras, etc. ¿recuerdan  el caso de aquel joven pendejo que se dejó matar por defender a un restorán McDonald, en tiempos de la cuarta, un 27 de febrero de 1989?. Bien esa locura es el capitalismo.

Un empresario bueno no es capitalista, sería un revolucionario socialista.

Un empresario bueno ya no sería un empresario, ya no pensaría como empresario en el sentido capitalista, de donde nace originalmente el sentido de la palabra. Un empresario bueno, ni siquiera sería un Willy Wonka, tampoco los herederos de esas bestias santificadas en Vale TV, como Rockefeller, o Ford, o la familia de Lorenzo Mendoza, etc. Un “empresario bueno”, si es que existe ese contra hecho, ya sería a estas alturas un revolucionario socialista. Ya habría renunciado, a razón de la razón, de todos sus privilegios, de sus comodidades, porque otros ideales gobernarían su vida ahora.

No es el caso del señor Abad, que hace de gestor de los capitalistas nacionales; de toda clase de oportunista descarado. El gobierno ha vendido la idea de que existen los “empresarios buenos”. Que hay empresarios que no son capitalistas. O de que hay unos capitalistas mejores que otros; que no explotan, es decir, que no se roban la plusvalía que produce el trabajador.

Pero eso no es así. Explotar (robarse el plus valor del trabajador) y robarse –como en nuestro caso particular- la renta del país, está en la naturaleza del capitalista. No hablemos de excepciones. Lo que se muestra como natural al capitalismo es robar al trabajador, y depredar a la naturaleza despiadadamente, impunemente. Haciéndose pasar por personas honorables y buenas.

Estamos entrampados en el medio de una conmoción social, debemos rectificar.

No es difícil ver que estamos entrampados en las indefiniciones políticas del gobierno, el cual no estimula los cambios revolucionarios, verdaderamente revolucionarios. Y por el otro lado no acaba de entregar todos sus hierros al capitalismo. Estamos entrampados los de a pie, pero también está entrampado el mismo gobierno en un sinsentido de locura. Querer hacer una revolución socialista durmiendo con el enemigo, asociándose con los alacranes que lo ponzoñarán en el centro de un pozo sin fondo.

Estamos en el medio de una conmoción social; se siente en la calle. La gente ya no aguanta a los bachaqueros y no aguanta a la pasividad del gobierno. Atrapados entre malandros y expuestos a la mirada indiferente y a la discapacidad de un gobierno estupidizado por sus propias palabras y discursos, por sus propios deseos.

El gobierno tiene que tomar partido. ¡No esperemos a que Lorenzo Mendoza se vaya del país!; confisquémosle las fábricas y hagámolas socialistas. Y sigamos en la misma dirección, hacia delante. De seguro sumaremos pueblo para, se sumará a mucha gente que hoy está clamando por justicia.

Tomemos el control de la economía. Confisquemos las redes de mercado y distribución de alimentos ( Excélsior, Central Madeirence,  Farmatodo, Locatel,….), sus fábricas, los silos, los campos; por lo menos controlemos a nuestros propios medios de comunicación (politicémoslo más) y volvamos a declararnos socialistas y chavistas. Dejemos detrás el miedo y retomemos el camino del socialismo del trabajador.

El control obrero no debe estar en las fábricas, debe estar en el gobierno y reflejado en el Estado.



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Héctor Baiz

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