El socialismo como ideal estético

"La mayoría de los hombres echan a perder sus vidas con un insano y exagerado altruismo; se ven obligados realmente, a echarlas a perder. Rodeados de una pobreza odiosa, de una odiosa fealdad y de una miseria repugnante, no pueden menos de sentirse conmovido por todo ello. Las emociones del hombre son más fáciles de excitar que la inteligencia del hombre

(..) es mucho menos difícil simpatizar con el sufrimiento que simpatizar con el pensamiento.

(…) Así, por ejemplo, (los altruistas exagerados) tratan de resolver el problema de la pobreza manteniendo en vida al pobre; o a lo sumo, en el caso de cierta escuela adelantada (yo diría, los demócratas burgueses y social demócratas), divirtiendo al pobre"

… "El único objetivo adecuado (para acabar con la pobreza) debe ser la construcción de la sociedad sobre una base tal que haga imposible la pobreza. Las virtudes filantrópicas han impedido, realmente, la consecución de este fin." O. W. El alma del hombre en socialismo

I

Palabras, de Oscar Wilde; de los paréntesis y su contenido me hago responsable.

Es solo un ejemplo de cómo se puede entender las bondades humanas en el socialismo mirando el asunto del capitalismo desde el punto de vista estético. Cómo se puede asumir la crítica al sistema capitalista y a la propiedad privada a partir de cómo afecta este sistema de explotación la calidad de nuestro mundo espiritual.

Algunos embaucadores dirán que es imposible sensibilizar el espíritu de los miserables, de los descalzados apelando a razones estéticas, arguyendo que hay que cambiar primero al sistema y luego veremos cómo limpiamos esas "llagas sociales". Y yo les respondo: si ustedes se hicieron "conscientes" del drama humano que significa vivir en la ignominia de la pobreza ¿Cómo fue eso posible, sin haber habido cambios en el sistema? ¿Cómo saben cuál es el alcance de la fealdad del capitalismo si no lo medimos desde la fealdad de la pobreza? ¿Si no saben con certeza cuál es el sistema que hay que cambiar? ¿De qué se hicieron conscientes realmente estos farsantes?

Es fácil hacer abstracción de la pobreza, de la miseria -por ejemplo, en las mediciones estadísticas socioeconómicas-, sin conocer la propia. La cual no se ve a simple vista porque no hiede, sino huele; porque está maquillada de pulcritud. La pobreza tiene una expresión sensual clara, pero tiene un señorío más basto. La pobreza es, fundamentalmente, un valor espiritual. Se puede tener muy poco y ser muy poderoso de espíritu y libre y fuerte por ello; ser grande de espíritu. Y lo contrario. …Se suele decir que rico no es el que más tiene posesiones sino el que menos necesita de ellas.

En el caso de quienes argumentan así para librarse de cualquier compromiso real con el cambio, son aquello que, por ejemplo, "tratan de resolver el problema de la pobreza manteniendo en vida al pobre". La crítica al sistema capitalista se trata de compromiso con el cambio, es decir, con la revolución y el socialismo. Y el modelo de pobreza (de miseria, de alienación, de cansancio, de ignorancia, de egoísmo mezquino, de vicio crapuloso), el ejemplo más cercano a nosotros para hacer nuestro diagnóstico, nuestro análisis, nuestra crítica certera, somos nosotros mismo, está dentro de nos, en el alma.

II

El altruismo y la socialdemocracia.

Sin tener que apostar nada en ello estoy seguro que Marx estaba en ese grupo de hombres "que no quisieron echar a perder sus vidas en ese exagerado e insano altruismo". El mismo Altruismo pacato que se practica hoy día, tanto por los que vociferan esa cosa que llaman "la responsabilidad social del empresario", como por los populistas socialdemócratas. Estos últimos ahora se inclinan a despertar emociones de caridad, sobre todo en aquellos que no tienen la suficiente "grandeza y sabiduría", para negar (y negarse) una "limosna" a los "pobres humildes", en nombre de la revolución. Por ejemplo, negarse a alimentar el espíritu maltrecho de aquellos que en el Metro parecen pobres, huelen como pobres y se visten de pobres, pero que apelan a la misma sensiblería barata populista y demagógica socialdemócrata, para estafar a sus "iguales" más inocentes.

O, sin sensibilizar tener que a nadie, prefieren darlas ellos directamente, "mientras "haiga" con qué", para no pensar en cómo deslastrarse definitivamente de esa vergüenza.

Marx seguro estaría en el grupo de los que apostaron por el "ejercicio de la inteligencia". Y el asunto es que, no porque Marx haya sido un brillante usuario y atleta de la inteligencia dejó de ser sensible a la pobreza. Pero no, porque se conmoviera mucho de ella y se dejara impresionar por su apariencia de vidas derruidas. Sino más bien porque la detestaba, la aborrecía hasta el punto de proponerse su exterminio de raíz; desde su comprensión científica; su destrucción científica y su sustitución científica por el sistema socialismo.

El marxismo, el legado de Marx, es uno de los mayores aportes científicos-sociales, pero también de las contribuciones espirituales y estéticas de los últimos 200 años: el comunismo, su ideal de mundo, el más bello, el más estimulante e inspirador por a la vez el más humanamente posible.

Sin mucha retórica, para Marx el comunismo es posible, porque si no, no se hubiera molestado en diseccionar en pedacitos la maraña de la sociedad burguesa capitalista, la propiedad privada, el Estado burgués, en fin, al sistema completo capitalista, junto con su propia vida y alma, en todo el tiempo que le dedicó a ello. Se hubiese conformado con no pecar para alcanzar, en esa especie de sublimación de la muerte que experimentan los beatos, que los llevan al paraíso terrenal en el Cielo.

Así como el más temeroso de los defensores de la igualdad, que argumenta en su contra el hecho de no ser él igual a nadie, Marx defiende la igualdad porque sabe que solo con ella se puede lograr la individualidad más elevada. Pensemos por ejemplo que, sin las obligaciones que exige la propiedad privada, la explotación de hombres y mujeres, la acumulación, las guerras, la humanidad puede engrandecer su espíritu de manera libre en la realización de sus más elevados sueños, igualando las cargas de los sacrificios y prolongando la calidad de la vida y el tiempo de la existencia.

Por otra parte, aquellos que defienden el individualismo a ultranza suelen ser los seres menos individuales, los más gregarios y los más parecidos a sus antagónicos de clase, los más miserables, mentirosos, desagradecidos, mezquinos, enfermizos, ignorantes, inmisericordes.

El socialismo es una meta, es una conquista humana, si la entendemos principalmente como una superación del espíritu choreto del capitalismo, hecho por toda la sociedad. Una superación de la miseria en el alma, al tiempo que se cambian les estructuras, se derrumba el edificio capitalista en la lucha política. Es en un solo movimiento de espíritu como hace la revolución; eso nos han legado con su ejemplo nuestros héroes pasados (Bolívar, Martí, Lenin, Gramsci, Rosa Luxemburgo, El Che, Fidel, Chávez…la humanidad está llena de ellos: todos los espíritus que han querido ser alguna vez médicos, artistas, políticos, filósofos, científicos, guerrilleros, cocineros, etcétera, a la vez; todos los tercos que han creído posible, los imposibles del común de los hombres)

El socialismo es además un ideal de perfección en su naturaleza propia de corregirse, de criticarse per se. Representa una verdadera "crítica (y canto a la vez) a la vida", y una luz en su obra de salvación y esperanza para la humanidad en la tierra. El socialismo pre dibuja, esboza al comunista, encarnado en el mejor de nuestros ejemplos: el más desprendido, el más jovial, el más honesto, valiente, reflexivo, el mejor estudiante, el trabajador de más vergüenza, más grande de espíritu, un carácter, una "obra de arte" que anda viva. Es decir, para extrapolar ideas, mientras el socialista genuino es el artista (el artífice), que edifica su obra primero en el pensamiento, el comunista sería su obra; su obra acabada es su propio espíritu comunista. Si le sumamos al militante socialista la consciencia crítica, el sacrificio, la práctica habitual de sus valores y principios, la inteligencia política, tenemos algo como el hombre nuevo; esbozado al comunista; la más ambiciosa y bella de las creaciones humanas. ¿Qué humanista se puede negar a esto?

III

No se puede ser socialista sin por lo menos intentar hacer este apostolado, de acercarse cada día un poquito más a ser una mejor persona. No pensar en el valor que tiene el trabajo creativo, libre del fetiche de la mercancía, es no pensar en el socialismo. En este momento que vivimos no pensar y no actuar políticamente con sentido humanista y humanitario es un disparate. De eso depende nuestra salvación como especie, de entender que el cambio solo vale si se da también en nosotros. Nos encontramos en el medio de una vorágine que es como una línea de producción sin control, un automatismo destructor, idiota e idiotizante, que nos llevará a la larga y sin remedio a la extinción. Si no cambiamos y cambiamos el sistema capitalista desde ya, de la humanidad solo quedará un gran fósil de la civilización que fuimos para las evoluciones futuras. Nuestra fuerza está en la voluntad de cambiar, no en el poder de hacer lo que "nos dan las ganas" de nuestros más putrefactos, decadentes instintos, como los retrovirus, como los corredores de bolsa, como los capitalistas.

¡Cero distracción! ¡Asco a la combre de las américas!



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Héctor Baíz

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