A Elsa y a todos los maestros

Al ver en días recientes y en retrospectiva la aleccionadora respuesta de los maestros venezolanos defendiendo sus derechos en la calle, me llega a mi mente un recuerdo luminoso de mi época escolar. Resulta y acontece que estudiando sexto grado en el Grupo Escolar Carlos Delgado Chalbaud en Coche, los maestros un buen día deciden ir a una huelga que años más tarde descubro que marca un precedente importante en la historia del magisterio y de la educación venezolana.

Se decreta el llamado a huelga indefinida y en un santiamén miles de maestros y profesores de educación media de toda Venezuela, toman sus centros educativos y los convierten en el principal punto de activación y propagación de sus reclamos, centrados en la conquista de un sueldo digno, estabilidad laboral, derecho a huelga, entre otros. Para ese entonces, los maestros eran considerados como funcionarios de cuarta categoría, contando solamente con un salario muy por debajo del resto de los trabajadores.

Las puertas de la escuela en vez de cerrarse se abren para todo el que quisiera estar allí y conocer las razones de fondo del conflicto y expresar su solidaridad. El estacionamiento se transforma en base de operaciones: se improvisan carpas, toldos, sillas y mesas donde se hacen pancartas y se llevan a cabo reuniones y actividades de distinto tipo para mantener viva y potable la protesta. Se montan guardias nocturnas para evitar que los cuerpos policiales penetren y desalojen a la fuerza los espacios tomados. En algunas localidades la comunidad educativa junto a los representantes resisten y no permiten el ingreso de los cuerpos policiales, con un saldo de docentes heridos y detenidos.

Entre dulces y amargos los vientos soplan a favor de las causas nobles. Desde las casas de los vecinos de las veredas, de Los Cedros, de las Residencias Venezuela y de los bloquecitos de la Chalbaud empiezan a salir como por arte de magia los mejores platos del condumio familiar para consentir y apoyar a nuestros maestros en pie de lucha. Más allá de la tensión reinante, por momentos aquello parecía una fiesta, una verbena familiar de las de antes sin desviarse del propósito original y del contenido profundo de esa convocatoria ciudadana y ejemplar.

No deje de ir ni un solo día. Me despertaba a la misma hora de siempre con la ayuda de la estruendosa y puntual sirena del mercado de Coche, despertador oficial de toda la comunidad. De una me iba a mi escuela sin libros ni cuadernos, a sumergirme en un ambiente tan atractivo como inusual. Recuerdo con suprema emoción a mis bellas maestras Yolanda de Tineo y Raquel de Sánchez, participando activamente en esa jornada, dando el todo por el todo en ese rol tan diferente pero en el fondo tan pedagógico como el desempeñado en el aula de clase. Con ellas y su ejemplo maravilloso conocí en vivo el significado de la palabra huelga, inspirada en valores de justicia y solidaridad como lección de vida imborrable en el tiempo.

Si mal no recuerdo la huelga duró dos semanas, una eternidad en el imaginario infantil. Y de pronto la buena noticia: El gobierno represivo y anti popular presidido por el entonces presidente Rafael Caldera reconoce el pliego conflictivo de los maestros y a partir de allí la historia se empieza a escribir con tinta fresca y brillante.

Invocar y traer al presente los recuerdos de este importante acontecimiento, es un ejercicio útil para llamar la atención, y destacar la importancia de la unidad y la dignidad, de la perseverancia y la organización como principios claves en esta lucha titánica y desigual contra un gobierno perverso y hambreador, pero cada vez más debilitado en sus propias entrañas y en sus contradicciones internas.

La voz y la presencia de la maestra Elsa Castillo, surgida al calor de estas intensas movilizaciones y jornadas de protesta es la voz de los maestros y del pueblo venezolano, es agua de manantial que fluye con la fuerza, la transparencia y la pureza de la mayoría digna y decente de este país y de todos aquellos maestros que arriesgaron sus vidas con la frente en alto en aquella gesta heroica bautizada como la primera huelga sindical del magisterio.

Evocar un trozo de esa historia, como memoria escolar, comunitaria y de todos es una tarea necesaria e ineludible en los actuales momentos. Un faro que se enciende para animar, reconocer y celebrar esta victoria temprana de los maestros y sus gremios en la calle. ¡¡Por allí seguimos, por allí nos vamos!!







 



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Nelson Oyarzábal

Antropólogo. Gerente Cultural Profesor Universitario. Articulista

 neloyarz11@hotmail.com

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