Decepciones y Esperanzas luego de seis años en la UCLA

Por una Universidad verdaderamente humana, democrática, alegre y viva

La Universidad, cuando menciono la palabra evoco sin querer el eco milenario del saber instituido; bajo su nombre se desbordan los imaginarios que la han constituido como referencia del conocimiento, de la libertad, de la justicia, de la diversidad, del pensamiento crítico e irreverente que cada tanto tiempo insurge y se desborda por las calles de las ciudades contagiando el mundo de utopías y sueños. Cuando finalmente nos encontramos la universidad y yo, sentí el susurro alegre de los que antes de mi hicieron de ella un espacio de transformación y esperanza. No es que fuera ajeno a las contradicciones que la contienen, a su papel de gendarme inquisidor de los conocimiento, a su pesado lastre de burocracia y conservadurismo, a su dilución en el mercado y la globalización; pero nada de eso hizo sombra en la alegría de ahora formar parte de esa hermosa historia que a la universidad refiere y alumbra.

Hoy, algunos años después de aquel comienzo, soy aun más consciente de las sombras que recorren sus pasillos, salones, oficinas y que también de tanto en tanto se desbordan a las calles. No puedo hablar sino de mi experiencia, con la esperanza que la misma pueda ser útil para ayudarnos a reinventar la universidad, a constituirnos en pregoneros de saberes apasionados, que junto a los ecos de las consignas de aquel mayo del 68 podamos gritar de nuevo: “Olvídense de todo lo que han aprendido. Comiencen a soñar”.

La universidad venezolana se encuentra en un proceso de crisis profunda, este no responde a limitaciones presupuestarias o a cercos materiales o ideológicos que vienen de afuera. Su crisis es interna, desde dentro parece reconstituirse la universidad clerical y tutelar del pasado, en lugar de construir lo nuevo, orienta todo su poder y sus esfuerzos a restituir lo viejo, una universidad restauradora que añora el pasado y desdice del presente y del futuro, con autoridades restauradoras, profesores restauradores y lo que es más triste colaborando en la formación de estudiantes restauradores que terminan defendiendo las ideas e intereses de sus padres, de las empresas depredadoras del ambiente que les darán trabajo al graduarse o financian sus investigaciones, del consumismo hedonista, de la mercantilización del conocimiento y de la vida.

Desde mi universidad, la Universidad Centrocidental Lisandro Alvarado (UCLA) esa en la que he hecho vida ya por más de cinco años y en dos decanatos diferentes, se grita hacia afuera democracia y libertad, pero dentro se hace uso del poder hegemónico y discrecional para imponer los designios de los que se creen sus dueños o guardianes, se designan a dedo las autoridades que la conforman, se dilatan los tiempos de elecciones, se impone la autoridad ante la posible disidencia. En la Facultad de humanidades y Artes, de la que formo parte, nunca ha habido una elección de Decano, los Directores de Programas se designan a dedo y se mantienen en sus puestos bajo la condición de la obediencia, no existen jefes de departamento y ante cualquier iniciativa democrática se ha impuesto más de una vez la autoridad del poder instituido y no la de las mayorías de profesores y estudiantes. Bajo la excusa de que se trata de un Decanato “Experimental”, más bien parece que somos un experimento de anti-democracia universitaria.

En esta universidad, mi universidad, la nuestra, la que debería ser de todos, solo deciden unos pocos; socaban sin disimulo los principios fundamentales que orientaron las reformas de la universidad moderna: el laicismo se troca en marianismo, la autonomía en privatización, la inclusión en clasismo, la extensión en imposición de verdades absolutas, la democracia en arbitrariedad; todo forma parte de lo negociable, de lo relativo, del mientras sea conveniente o no para quienes detentan el poder desde fuera o desde dentro.

Olvidan y transgreden alegremente los principios de libertad de cátedra y estabilidad en el cargo que de esta deriva; un derecho humano tal como lo refleja la “Recomendación relativa a la condición del personal docente de la enseñanza superior de 1997" y que cuenta con el consenso de las 190 naciones que integran la UNESCO (entre ellas Venezuela), la cual implica: "La libertad de enseñar y debatir sin verse limitado por doctrinas instituidas… la libertad de expresar libremente la propia opinión sobre la institución o el sistema en el que se trabaja, la libertad ante la censura institucional... el personal docente de la enseñanza superior deberá poder ejercer sus funciones sin sufrir discriminación alguna y sin temor a represión por parte del Estado o de cualquier otra instancia"

Por si esto no fuera suficiente, tal y como lo afirma un reciente artículo del diario “El Confidencial” de Madrid sobre lo toxico del trabajo como profesor universitario, han transformado los procesos administrativos en su razón de ser y cotidianidad, el firmar aquí o allá, el pasar esta lista o la otra, el “que no te he visto sentado en el escritorio”, el ¿qué y donde investigas?, ¿qué y donde públicas?, ¿cuando sales o entras?, ¿qué tan “científico”, “académico” o de “calidad” es lo que haces?, se utiliza como estrategia de control social, para socavar la disidencia, ahogar la espontaneidad y la creatividad, ajustar el pensar y el hacer de todos a un solo modo de concebir el mundo, la educación y el conocimiento; un modo que realmente persigue el objetivo de crear universidades corporativas, profesores y estudiantes conformes, conservadores, restauradores de un sistema económico y social que hace aguas en el mundo entero por ser originalmente injusto e inhumano.

Bajo esta premisa se instauran caserías de brujas y nuevas inquisiciones (de las cuales tanto yo como muchos compañeros hemos sido víctimas en diferentes ocasiones y circunstancias), frente a todo pensamiento divergente, frente a la idea original que no adule el poder instituido y lo mantenga o justifique; se impregnan de moralismos hipócritas las aulas y oficinas, que persiguen y censuran todo lo que supuestamente va en contra de la “imagen institucional”, de la sacro santa investidura de la academia; lo diverso esta marcado como hereje, así se excluyen y etiquetan sexualidades, modos, vestimentas. Ante la ausencia de argumentos que justifiquen la restauración conservadora y la arbitrariedad anti-democrática, se hacen linchamientos morales, se invade la vida privada, se amenaza la diferencia ideológica o simplemente personal.

Ortega y Gasset en “Verdad y Perspectiva” se pregunta si es posible confiar sin fiarse de estar libres de la influencia de otros sobre nuestras opiniones, y se responde diciendo: “…Yo no sé si es posible, pero veo que es necesario”; de la misma manera, creo seria para mi imposible saber si es viable transformar las universidades venezolanas, pero no es la mesura y el cálculo frio de las posibilidades lo que me mueve a escribir y hacer pública estas ideas, sino hubiese preferido callar ante las ya tantas evidentes y veladas amenazas y recomendaciones, con buenas y malas intenciones, para que mantenga el silencio cómplice de las mayorías, lo que me mueve es la inaplazable necesidad de impedir que los sepultureros de utopías destruyan definitivamente la universidad por la cual ya tantos de sus estudiantes, trabajadores y profesores han dado hasta la vida.

La universidad que enfrento las fuerzas del fascismo y la restauración conservadora en la vos indignada de Unamuno cuando ante las fanfarreas de: “viva la muerte” y “muera la inteligencia”, coreadas por enceguecidos estudiantes y profesores en la Universidad de Salamanca, inicio diciendo: "Estáis esperando mis palabras. Me conocéis bien, y sabéis que soy incapaz de permanecer en silencio. A veces, quedarse callado equivale a mentir, porque el silencio puede ser interpretado como aquiescencia...”, y finalizaba con profética sentencia “…Venceréis, pero no convenceréis. Venceréis porque tenéis sobrada fuerza bruta; pero no convenceréis, porque convencer significa persuadir. Y para persuadir necesitáis algo que os falta: razón y derecho en la lucha”. Ya me canse de los silencios tolerantes que terminan aprobando una universidad que ha sido desmantelada paulatinamente por los que camuflados tras sus cargos, sus discursos y sus académicos títulos, solo añoran el reconocimiento social, el benéfico de un estatus, la tranquilidad burocrática de las aulas y el cargo de por vida. No hare silencio, aunque ello implique desatar los ataques de los aduladores y oportunistas que usurparon desde hace mucho la democracia en la universidad; vencerán quizás pero no convencerán, porque solo cuentan con su circunstancial poder pero no los asiste ni el derecho, ni la razón, ni la justicia.

Se preguntaran entonces: ¿para qué escribir esto? ¿Cómo puedo tener alguna esperanza ante este oscuro panorama que les describo?. Tengo esperanzas, por qué cada día que junto a nuestros estudiantes, en los recodos de los pasillos y en las intimidades tumultuosas de las aulas o las plazas, nos disponemos a construir alternativas, a reflexionar lo ireflexible, a cuestionar hasta el más irrefutable conocimiento, veo en sus ojos y siento renacer en los míos esa Universidad que imagine, la que se desbordaba de tanto en tanto por el mundo para reinventarlo.

Les llamo a que juntos y sin temores demos un paso decidido para constituir una Universidad, una Facultad de Humanidades, un Programa de Psicología verdaderamente democrático, libre, diverso, soñador, alegre, vivo; donde elijamos a nuestras autoridades con el voto de toda la comunidad universitaria, donde los estudiantes cuenten con una legítima y legalizada representación estudiantil, donde sean transparentes los procesos de ingreso, la selección de los docentes y sus concursos de oposición, donde exista verdadera libertad de cátedra y la estabilidad en los cargos no se vea constantemente amenazada por intolerancias ideológicas o imposiciones moralistas, una Universidad que cuestione y trascienda las injusticias de las sociedades en las que se instituye y deje de justificarlas; una Universidad que pueda nuevamente derramarse por las calles, por los pueblos, por las gentes, con nuevas y apasionantes utopías que nos devuelvan la esperanza.

Referencias Bibliográficas

Recomendación relativa a la Condición del Personal Docente de la Enseñanza Superior. 11 de noviembre de 1997. http://portal.unesco.org/es/ev.php-URL_ID=13144&URL_DO=DO_TOPIC&URL_SECTION=201.html
Ortega y Gasset. (1916). Verdad y Perspectiva. http://www.ensayistas.org/antologia/XXE/ortega/

Núñez, María. (S/F). Miguel de Unamuno y su polémico discurso en Salamanca. http://historiageneral.com/2011/09/21/miguel-de-unamuno-y-su-polemico-discurso-en-salamanca/

Galeano, Eduardo. (1998). Patas Arriba La Escuela Del Mundo Al Revés. http://www.ateneodelainfancia.org.ar/uploads/galeanoescuela.pdf

Barnés, Héctor. (2014) Una Institución Feudal Con Reglas Medievales. Los 8 males del profesor universitario: “es uno de los trabajos más tóxicos que existen”. http://www.elconfidencial.com/alma-corazon-vida/2014-07-07/los-8-males-del-profesor-universitario-es-uno-de-los-trabajos-mas-toxicos-que-existen_156018/


*Profesor Asistente del Programa de Psicología
Facultad de Humanidades y Artes
Universidad Centroccidental Lisandro Alvarado


gerardosan73@hotmail.com



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