Educación universitaria en Venezuela: Motivado desde la agricultura

En materia de educación universitaria, existen tres mecanismos legales para articular y coordinar las instituciones de educación universitarias con el aspecto socioproductivo del país: la Misión Alma Mater (Gaceta Oficial 39. 148), la Territorialización del Sistema de Educación Universitaria (39.757) y el Comité para el Desarrollo del componente de Innovación Socioproductiva de la Educación Universitaria (39.723). Todos enmarcados en la pertinencia y viabilidad social, económica, técnica y ambiental.

En estos mecanismos publicados en gacetas oficiales, la idea es clara, desean articular estado-sociedad-terrirorio en la formación de profesionales, la capacitación del productor-trabajador y la generación de ciencia y tecnología para desarrollar una sociedad productiva, bajo los principios de igualdad, justicia y equidad. Lo anterior plantea, crear un sistema universitario para sustituir los valores que aceptan los procesos de dominación económica, científica y tecnológica del modelo capitalista neoliberal (asociado a crisis sociales y políticas significativas en latinoamerica y algunos países europeos), por unos denominados socialista, que centra su desarrollo con los intereses de la nación, donde exista igualdad de acceso a los bienes y medios de producción para generar y distribuir riqueza, en forma equitativa y justa, en un Estado-Nación de derecho, igualdad, justicia y participación, descrito mas ampliamente en la constitución de la república Bolivariana de Venezuela.

El sistema universitario anhelado en las gacetas oficiales, es uno altamente interactuante con los escenarios actuales y el desarrollo de unos nuevos, distintos, construidos entre sus actores: comunidades organizadas e instituciones del estado incluyendo las universitarias, bajo el marco de las transformaciones evidentes del estado y la sociedad Venezolana y con un plan, el Simón Bolívar.

Este marco legal, es el primer paso importante: el mandato del estado, establecido como una misión, para atender en forma prioritaria y como política social, la articulación de la educación universitaria con el territorio. Sin duda, un giro desde arriba, para dirigir la formación de nuevas generaciones de profesionales que impulsen el desarrollo desde lo local hacia lo regional, nacional e internacional. Cambiar de una aparato universitario que fabrica demandantes de puestos en la burocracia del estado, consumidores de paquetes foráneos, a un sólido sistema universitario articulado externamente a un plan nacional de desarrollo, para proveerle ciencia, tecnología y profesionales productivos arraigados a los intereses nacionales.

Es el momento de un segundo paso, el accionar desde abajo, activando la participación universitaria en la discusión, planificación y acción que amerita la realidad agroalimentaria. Sin duda me refiero no sólo a una participación como individualidades, sino como instituciones, liderada por sus rectores, decanos, directores de escuelas de agronomía, desplegados en la misión de articularse con el plan nacional, por medio de una matriz de posibles escenarios (locales y regionales). Un liderazgo con metas precisas en cuanto información y productos, para con ella (la matriz) orientar la instrumentación de programas socioproductivos que contemplen la investigación-innovación-producción bajo una red de trabajos de: tesis, servicios comunitarios, ascenso, entre otras actividades que hasta ahora en la mayoría de los casos y al menos en la universidad a la cual me dedico, no son coordinados y se ejecutan como requisitos o motivaciones personales.

Como profesional del Agro, veo con absoluta preocupación la escasa participación e integración (al menos poco evidente) de las escuelas de agronomía del país, ante las propuestas de cambio del modelo planteado por el estado en las gacetas oficiales y la situación actual de la producción y consumo de alimentos. Nuestra ética profesional nos indica que esto, es mas que un problema político partidista y que además no es nuevo para el país, siempre ha existido, antes en los gobiernos pro Neoliberales y ahora, en los tiempos de revolución socialista.

La universidad es un espacio de discusión y generación de ideas y acciones. Estoy seguro, que a pesar de las diferencias políticas que puedan existir entre colegas y estudiantes, la mayoría coincide en la necesidad de un país distinto, y en contribuir con lo que sabemos hacer y para lo cual nos hemos formados: investigar, enseñar, aplicar y proponer cambios positivos desde distintos puntos de vistas. Entonces, ¿Cómo es posible esta escasa participación?, en un estado con cambios evidentes tales como: la creación de las redes de innovación productivas, las agendas de investigación con temas prioritarios como la creación de alimentos balanceados para la alimentación animal, la instalación de complejos agroindustriales, el reconocimiento de la importancia de la pequeña producción agrícola (arraigada al territorio y no al capital), los accesos de recursos para consejos comunales (potencialmente disponibles para obras agrícolas directas e indirectas), la ley de ciencia y tecnología, la ley de servicio comunitario, el PEI y sobre todo una avisada crisis en la producción agrícola, por la evidente redistribución del ingreso petrolero que ahora permite mayor poder de consumo de las mayorías.

En este orden de ideas, el tercer paso en esta acción desde abajo debe ser: la praxis de un sistema de planificación estratégica de la gestión universitaria territorializada, para obtener definitivamente resultados distintos a los actuales, no para seguir igual, ajustando nombres, inventado organigramas teóricos, discursos retóricos y no ajustados a la naturaleza de sus entornos, ni de sus actores, sin visión clara de los escenarios, momentos, contingencias, con instituciones amparadas en su autonomía administrativa para andar a la deriva. Como bien se ha usado el calificativo, es necesaria una transformación universitaria, no solo en ampliación de matrícula, además debe incluir cambiar estrategias de gestión, en formas metodológicas coherentes con los objetivos del sistema universitario anhelado. Finalmente, pero no menos importante, es la praxis de este sistema de planificación estratégica, quién debe guiar la implementación, sustitución, desarrollo o ajuste de los contenidos en los programas de estudios para la formación del nuevo profesional.

omarunefm@hotmail.com
Profesor, Universidad Nacional Experimental “Francisco de Miranda”. Coro Estado Falcón. http://omartremont.blogspot.com/


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